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    Home»Sin categoría»Paraguay: una mirada histórica
    Sin categoría

    Paraguay: una mirada histórica

    23 noviembre, 20127 Mins Read
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    Paraguay: una mirada histórica

    Ernesto Benitez pertenece a la Coordinadora de Productores Agropecuarios de San Pedro Norte (CPA-SPN) y es parte de la dirección del partido Convergencia Popular Socialista. Analiza en términos históricos la reorganización popular paraguaya pos dictadura, la llegada de Lugo al gobierno y los desafíos del Frente Guazú.

    Posiblemente Paraguay sea uno de los países con peor distribución de la riqueza, relacionado fundamentalmente con la tierra, que es la base sobre la cual se articula el modelo capitalista de este país. El 2% de los propietarios controla el 90%.

    Hay cuatro grupos de poder. En primer lugar los ganaderos, que aplican un modelo de explotación muy atrasado comparándolo con otras burguesías que dedican a la cría de ganado. Acá es mucho más artesanal, muy atrasados desde el punto de vista capitalista.

    Los empresarios que se dedican a actividades ilegales, contrabando y contratos con el Estado se beneficiaron con grandes obras públicas como Yacireta o Itaipú aprovechando el control de las instituciones estatales. Hicieron esa fortuna fruto de la influencia sobre las instituciones del estado.

    Después están los empresarios mafiosos que se dedican al narcotráfico, armatrafico (trafico de armas), y todos los tráficos.

    Y hoy día y con mucha fuerza, entran los agroexportadoras, el agronegocio. Ahí podemos encontrar a unas seis empresas multinacionales: Cragil, ADM, Bunge, Monsanto, Dreyfus, Bactcher. Estas empresas trasnacionales con sus socios locales controlan alrededor  del 90 % de la exportación paraguaya.

    Esos grupos económicos y los intereses de las multinacionales son los que desde hace 100 años se articulan para el saqueo colonial que sufrimos como pueblo.  Estos son grupos extremadamente conservadores, excluyentes, racistas, muy violentos.

    Frente a eso, ya a finales de la dictadura fuimos recomponiendo el movimiento popular. Anteriormente  tuvimos un proceso de persecución política, desde la década del ’40 hasta casi el ’90. Algunos con presidentes militares, otros no militares pero todos con las mismas características: represión a la gente, torturando, matando y expulsando a muchísima gente.

    A fines de los ’70 la mayoría del movimiento popular y de izquierda fue perseguido tremendamente. La mayoría de esos cuadros fueron anulados, con la muerte o con la expulsión del país.

    Con la caída de la dictadura en el 89 tuvimos es un proceso de recomposición y de rearticulación de los sectores populares: sector estudiantil, indígena, campesino, sectores sin techo urbanos, intelectuales.

    Ya a fines de los ’90 y fundamentalmente en el 2000 es que se reconstruyeron los partidos políticos populares que hoy día tenemos. Pero en la década de los ’90 se fueron desarrollando organizaciones gremiales contestando al sistema, movilizándose, luchando, recuperando tierras, bloqueando. A eso es a lo que nosotros le llamamos “proceso político”.

    Este proceso nuestro se fue construyendo progresivamente, de a poco, desde el descontento popular, con sus propias herramientas. El pueblo fue aprendiendo de los errores y vieron la necesidad de la construcción de las organizaciones populares y el movimiento permanente hizo que sus núcleos más avanzados se fueran politizando. Fuimos entendiendo la necesidad de la herramienta política como algo necesario para profundizar el proceso de construcción popular.

    Entonces los partidos políticos, surgieron producto del impulso del movimiento popular, de los núcleos más concientes de los sectores populares: campesinos, estudiantiles, profesionales. La mayoría de los casos, los partidos de izquierda o populares que surgieron, nacen con esas características en esta etapa. Entonces ese descontento general y el avance organizado fueron presionando y debilitando a las fuerzas políticas tradicionales.

    El partido colorado y el partido liberal, después el UNACE de Lino Oviedo -un desprendimiento por derecha del partido colorado- son expresiones políticas de una forma determinada de acumulación capitalista en este país: los ganaderos, los terratenientes, los empresarios mafiosos, los empresarios “legales”. Estos partidos representan a esos grupos económicos. Esta forma de acumulación capitalista se fue debilitando progresivamente, producto de toda la situación internacional, el avance del modelo neoliberal.

    Y en esos mismos partidos se fueron generando contradicciones profundas que no pudieron superar, producto del modelo que se estaba agotando ante un nuevo modelo, el agronegocio, modelo capitalista que entra de lleno.

    Eso genero entre ellos una disputa sobre que forma de acumulación iba a hegemonizar y controlar las instituciones del Estado para a partir de alli seguir adelante con las formas de explotación. Entonces, son esas crisis y la falta de perspectiva de un proyecto alternativo entre ellos mismos lo que los fue debilitando y potenciando también el crecimiento del movimiento popular.

    Entonces, esa búsqueda del movimiento popular de cambio, y la búsqueda de generar más condiciones favorables para el agronegocio -esos intereses contradictorios y extremos- es lo que en el 2008 fueron confluyendo y apoyaron la candidatura de Lugo, que no salio de los grupos políticos tradicionales.

    Entonces esos dos proyectos tan distintos se organizaron detrás de la candidatura de Lugo con el objetivo de golpear al partido colorado como fuerza hegemónica representante del modelo capitalista atrasado  que progresivamente se iba debilitando. Y llego el triunfo electoral.

    Todos los medios de comunicación que hoy día son tremendamente reaccionarios y contrarios al proyecto popular: ABC Color, Ultima Hora, etc., en gran medida apoyaron la candidatura de Lugo; una parte de la burguesía  de los liberales, el imperialismo yanqui, apoyaron para golpear al partido colorado representante de ese modelo capitalista más atrasado, casi feudal, menos neoliberal, más estatista.

    Pero el gobierno de Lugo, para nosotros como proyecto popular, es un avance, un paso en esa caminata que fuimos dando, en la construcción y recuperación del movimiento popular. Antes de las elecciones era imposible la unidad de estas fuerzas con las cuales hoy estamos articulados en el Frente Guasú. Cada uno por su lado, así llegamos a las elecciones. Solamente coincidimos en apoyar el candidato a presidente, pero después no pudimos articular nada para las gobernaciones, para los diputados, senadores, nada.

    Entonces se pudo ganar el ejecutivo pero no se pudo ganar el legislativo ni los poderes departamentales ni locales. 17 provincias quedaron en manos de la derecha. En el parlamento son 45 senadores y 80 diputados, de esos se lograron dos diputados y tres senadores; solo cinco parlamentarios de los 120 responden a este proyecto popular.

    Con esa composición, el ejecutivo es muy débil. Un presidente democrático con perfil progresistas, con un vicepresidente reaccionario de extrema derecha; todas las gobernaciones en manos de los grupos conservadores, la absoluta mayoría de los municipios también en manos de los conservadores; el 98% del parlamento en manos de los conservadores y el 100% del poder judicial también en manos de estos grupos, dificultó tremendamente el avance del nuevo proyecto, de los planes progresistas del presidente.

    Un movimiento popular que anteriormente nunca había tenido ni siquiera un intendente, de repente se encontró en condiciones de asumir responsabilidades gubernamentales: ministerios, secretarías, de forma dispersa.

    Fuimos haciendo el esfuerzo por articular ese conglomerado de movimientos. En un año de gestión de gobierno,  pudimos llegar a acuerdos como para construir el Frente Guasú como espacio de articulación del movimiento popular, progresista y de izquierda que forma parte de este proyecto popular, para darle sustento al presidente.

    Los ministros progresistas eran minoría al principio y con el correr de los años fueron inclinándose hacia el movimiento popular. Lugo fue cambiando a sus ministros y fue dando espacio al sector más democrático y  progresista. Se fue intentando dar respuestas mínimas a los problemas históricos de nuestro país, sobretodo a la cuestión de la soberanía.

    Nuestro país tiene 40 millones de hectáreas, cerca de 37 millones de hectáreas están en manos de propietarios extranjeros y multinacionales. Del subsuelo, 13 millones de hectáreas concesionadas a empresas extranjeras, multinacionales. Ahí tenemos petróleo, gas, uranio, oro, agua.

    Tuvimos flota mercante del Estado y puertos estatales, todo fue entregado a empresas multinacionales que importan y exportan sin mucho control y sin impuestos. Tuvimos ferrocarriles, fueron totalmente desmantelados. Línea aérea paraguaya y  transporte aéreo militar TAM se privatizaron, nuestra ruta aérea fue entregada a transporte aéreo del MERCOSUR. Los acuerdos entre el estado paraguayo y los estados vecinos como Argentina y Brasil, en relación a las hidroeléctricas, eran tratados de mucha subordinación y entrega.

    Este gobierno tenia entre sus ejes programáticos electorales la cuestión de la soberanía territorial, energética, política y cultural, y la reforma agraria como eje emblemático para el sector popular y fundamentalmente para el sector campesino, que es el sector más politizado.

    Con esos ejes el sector popular comenzó a presionaron una vez que se instaló el gobierno. 

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