Por Simon Klemperer. Comienza un nuevo campeonato del fútbol argentino y no sabemos a ciencia cierta ni cómo se llama ni de qué se trata ni cómo se juega. Con más dudas que certezas echa a andar, una vez más, la pelotita.
Empezó un nuevo campeonato argentino. A esta altura realmente, y más allá de las confusiones y dificultades habituales en la nomenclatura de lo que venían siendo los campeonatos, la cosa pasa a un grado de gravedad y extravío superior al acostumbrado.
Hace ya décadas, o si quieren lustros, vivimos la transición de los campeonatos largos a los cortos. Los cortos tenían nombres fáciles, a saber: Apertura y Clausura. Una especia de nombres de piezas de música clásica, segmentos de operetas, y cuestiones por el estilo. Faltaba el Interludio y al Colón se ha dicho. Hasta ahí la cosa era fácil, docta pero fácil. Sin embargo, como nada puede ser sencillo, el año calendario empezaba con el Clausura y terminaba con el Apertura, obvio. Y siendo como somos, inigualables animales de costumbre, nos habituamos a ellos.
Años después, así porque sí, porque nos da la gana, o por alguna razón que escapa y debe escapar al entendimiento del vulgo, dejamos de presenciar los Aperturas y Clausuras para padecer los Iniciales y Finales. Lo mismo que antes pero a prueba de tontos, sin clave de clásica, ni de opereta, aunque no exento de tintes trágicos y dramáticos. Pero, como las cosas nunca vienen solas y nada es así nomas, les pusieron lindos nombrecitos sonoros, simbólicos y progresistas, a saber: Raúl Alfonsín, Hijos Recuperados, Néstor Kirchner, Islas Malvinas y ahora el hermoso Ramón Carrillo (creo que ninguno los nombres es así como están escritos, pero sí muy parecidos. Incluso creo que alguno de los campeonatos tenía dos de esos nombres juntos, uno después del otro).
La pantomima del progresismo hace estragos en el fútbol televisado. Hasta el submarino San Juan encantadora Armada Argentina pasa desapercibido como arma para la defensa de las fronteras nacionales, y hace su aparición amistosa, tierna y epopéyica como un submarino amigo de los niños y en primera persona. Ahora solo falta que el campeonato que viene… ¡ojo con el que viene!… se llame, “Ajusticiamiento de Cristóbal Colon por Juana Azurduy”. Así están las cosas, sólo es cuestión de ponerle lindos nombres a todo para que todo parezca mucho menos feo de lo que es. Fútbol para todos es el nombre perfecto, entonces, para una etapa de este país donde justamente, lo que no hay, es fútbol.
Así las cosas. Se viene un nuevo campeonato que no soy capaz de explicar, así como tampoco soy capaz de explicar el que ya empezó. No soy capaz porque a mí me gusta el fútbol y me aburre Olé, así que no sé bien qué es lo que está pasando. No lo sé pero lo intuyo. No entiendo nada pero voy preguntándole a los amigos y se va aclarando el panorama.
Según los rumores, parece que en la A no se está jugando nada. Tengo miedo de equivocarme en exceso y que escriban al diario Marcha diciendo que es el diario menos serio del mundo, por lo que me veo en la obligación de decir que no es así. ¡No es así! En las cosas importantes, doy fe, Marcha coteja datos y cifras, pero cuando escribo yo, no. Si tuvieran que cotejar los datos que yo escribo me tendrían que pedir que por favor, si soy tan amable, no escriba más, nunca más. Así que, una vez que me he hecho responsable de todos mis actos y exculpado a mis colegas, continuo.
Parece que este semestre no se juega nada. En una de esas un cupo en Libertadores o algo así, supongo, calculo, deduzco, induzco. Por lo demás, se juegan amistosos para esperar que, entre tanto, suban diez equipos más. ¡¡Sí, diez equipos más!! Y no pregunten por qué. Por lo tanto, deduzco, supongo, calculo e induzco nuevamente de mis propias palabras y mientras sanateo esta nota, que se está jugando un interludio. Ni Apertura, ni Clausura sino Interludio. Un interludio entre la confusión y el surrealismo. Algo hermoso si se piensa que en el surrealismo no hay confusión que valga. El símbolo del fútbol para todos podría ser un inodoro pegado en la pared, o una pelota que diga en el centro, “esto no es una pelota”. Y así, que en fútbol para todos no haya fútbol para nadie, solo sería parte del juego y a cantarle a Don Julio.
Como consecuencia de esta espera para todos, tenemos que el campeonato importante es el de la B, aquel que decidirá cuales son los diez equipos que subirán a jugar contra los de la A, que ya no serán de la A, sino de la AB, para lo cual, habrá que estudiar la teoría de los conjuntos cerrados, de las intersecciones y de los vasos comunicantes para entender algo, lo que sea, Duchamp mediante, y de paso, algo de las leyes de la termodinámica que siempre queda bien citar en cualquier ámbito. Por ejemplo, nada se pierde todo se transforma, obviando el hecho de que no sepamos en qué se transformó el fútbol que no se perdió, pero que no ya está. Abracadabra…
Eso sí, una cosa clara cambió: se fue el dueño del circo y quedaron los payasos. Y una cosa clara se mantiene: el único auspiciante de todo este teatro seguirá siendo, dios nos oiga, nos ampare y nos explique la razón, Iveco.
Bienvenidos teatro de la mediocridad, pasen y vean. Parece gratis pero no es.