Por Manuel López Mateo e Ignacio Marchini (@profneurus) | Fotos de Darío Cavacini
En el marco de las exigencias de un mayor ajuste por parte del FMI, el presidente Mauricio Macri degradó el Ministerio de Salud de la Nación a una Secretaría dependiente del Ministerio de Desarrollo Social, a cargo de Carolina Stanley. Hablamos con Jorge Yabkowski, Presidente de la Federación Sindical de Profesionales de la Salud (FeSProSa), una de las organizaciones sindicales que convocó al abrazo al Ministerio del día de ayer.
¿Qué implica para el sistema de salud la degradación del Ministerio a una Secretaría dependiente del Ministerio de Desarrollo Social?
La degradación tiene varias lecturas. Se puede hacer una lectura histórica y decir que volvemos a la etapa pre-Carrillo, cuando todos los hospitales y centros de salud estaban en mano de las Damas de Beneficencia y donde el Estado era un actor absolutamente secundario. La estatización del sistema de salud es algo que empieza a ocurrir a comienzos del siglo XX.
Si le sumamos que lo van a subsumir al Ministerio de Desarrollo Social, es decir lo que es la política asistencialista del Estado, vemos que la mirada de estos CEOs de pacotilla es que la salud pública es beneficencia para los más pobres. Al estar dentro de Desarrollo Social hay una concepción de que la salud de calidad es para quien se la pueda pagar.
Es la salud de tres velocidades: por un lado la de las prepagas para las clases más pudientes, por otro lado la salud de los que tienen una obra social buena, en blanco y en el territorio donde esa obra social trabaja, y por último el pobre que usa el sistema público.
El sistema público es mucho más que eso. Por ejemplo, es el que garantiza el conjunto de las inmunizaciones para el conjunto de la población. El plan de vacunas o el plan de tratamiento gratuito para VIH, los medicamentos oncológicos, los subsidios para diálisis renal o cardiopatías congénitas atraviesan al conjunto de la población.
Cuando decimos que la salud pública es la vanguardia en la atención pediátrica, hablamos del Garrahan o del Gutiérrez y todas las cabeceras de los hospitales pediátricos, eso no es solamente para los chicos pobres. Todo el mundo sabe que son la vanguardia tecnológica y de calidad para las prestaciones pediátricas en la Argentina.
En la salud pública es donde se forman de diez mil a doce mil residentes, donde se atienden la mitad de los partos de nuestro país y el 90% de los accidentes. Inclusive toda la gente con autos de alta gama que se da un palo termina en un hospital público porque es el único que tiene la estructura y la extensión territorial para bancarlo.
Con lo cual esta mirada de restringir el derecho a la salud es una mirada profundamente reaccionaria, anti-histórica y por sobre todas las cosas, amén de oligárquica y elitista, es una mirada procíclica. Porque cualquier manual de economía, keynesiano o no, dice que en tiempos de recesión se tienen que aumentar las prestaciones sociales para contener a la población que cae en la pobreza.
Ahora vamos a tener a fin de año un 60% de chicos pobres en Argentina. ¿Y qué le vamos a brindar? ¿Mejor calidad de atención pública gratuita? ¿Va a aumentar la oferta de servicios públicos? No, va a disminuir, es decir, vamos a agravar y profundizar el ciclo recesivo con consecuencias para la salud de toda la población y especialmente para los chicos pobres.
¿El convertir el Ministerio de Salud en una Secretaría implica un recorte presupuestario?
Sí, porque Dujovne cuando se sienta con Lagarde en Washington no le dice “mira qué lindo, le puse un moño rosa y va a llamarse Secretaría en vez de Ministerio” y ella le responde “me encanta”. No es así. Él va con la planilla Excel para decirle acá recorto 23 Secretarías, 11 Direcciones, tanto en personal y tanto en insumos.
Eso terminó con la renuncia reciente del Director de Enfermedades Transmisibles, que dijo que le pidieron recortar un 25% en todos los ámbitos. Ese es el porcentaje promedio en que se van a recortar los programas y las plantas en el Ministerio de Salud. Esto significa directamente una carnicería. Menem la llamó cirugía mayor y Macri la llamó medicina dura pero la única.
Es la receta del Fondo y de las clases dominantes, todo para que después vengan las famosas inversiones que nunca llegan y que los ricos sean muy ricos y derramen para que lleguemos a la felicidad completa. Esa es una receta que la conocemos de los 90 y sabemos que no funcionó y ahora tampoco va a funcionar.
¿Podemos asumir que van a despedir a muchos trabajadores y trabajadoras por recortes de tareas?
Sí, seguro. Inclusive, aunque la gente esté en función de sus tareas, van a venir con la planilla Excel y la van a echar igual. Así hicieron al comienzo de su gestión, dijeron 120 en Salud Reproductiva y las limpiaron. Conclusión, nadie hacía las licitaciones. Cuando llegó la nueva directora no tenía gente y perdieron cuatro meses durante los cuales no hubo anticonceptivos en las salas de los centros de salud de todo el país. Las provincias y los municipios debieron salir a comprarlos o no los repartieron.
Cuando vienen a despedir con la planilla al estilo Quintana del Ministerio de Modernización no se fijan en la función del empleado. Un ejemplo muy claro es lo que están haciendo en el Hospital Posadas. Echaron tantos en farmacia, otros en neurocirugía, a tantos enfermeros y después toman monotributistas si el hospital llega a estar muy al cuello. O sino liquidan esa prestación. Pero siempre empiezan con la planilla de despedidos y el cumplimiento de las metas de cantidad de despidos para hacer.
¿Les sorprendió la eliminación del Ministerio de Salud? ¿O era algo que se podía prever en base a la política sanitaria de Cambiemos?
No, no sorprende porque la Cobertura Universal de Salud (CUS) va en esa dirección. Cuando plantean que va a cambiar la filosofía de aportar los U$D 14 mil millones antes de la devaluación, que tenían de presupuesto los 1600 hospitales y 6000 unidades sanitarias, significa que van a recortar y ahora está muy devaluado ese presupuesto. Significa que quieren reemplazar la oferta universal de servicios gratuitos que ya de por sí tiene restricciones implícitas producto de su ineficiencia, demoras en los turnos, problemas edilicios y falta de personal.
Ellos quieren transformar esas restricciones implícitas en explícitas, es decir, en lugar que todo se desarrolle con garantía de derechos, aunque sean restringidos, ahora directamente te dicen que no pueden darte ese derecho. Solamente vas a recibir una canasta básica de prestaciones diminuta, esa es la CUS. La restricción de programas, de financiamiento y de personal va directo a concretar la CUS en su filosofía más importante que es la filosofía de la canasta básica.
¿Aunque no se nombre lo que están haciendo como una política CUS?
La CUS no es sólo una cosa, sino un programa, o como dijo Rubinstein en la mesa que tuvimos en la Facultad de Medicina, es una filosofía. En broma yo decía que es como Boca, un sentimiento. Pero es una meta de transformar el sistema de atención universal de la salud en un sistema restringido basado en un seguro para pobres que integre el programa de seguros diferenciado y segmentado que termine de completar, como en el tetris, el agujerito que falta para asegurar a toda la Argentina.
Esta segmentación profunda implica que se empeora justamente al instrumento mayor de la atención al público que no tiene cobertura, el sistema público de salud.
¿Es decir que implica un cambio cultural sobre la concepción de la salud, más allá del ajuste fiscal y la reforma en el sistema?
Claro, porque desplazan la concepción existente desde la aparición del sistema público en tiempos de Carrillo y la transformación de la filosofía de beneficencia en la filosofía de la garantía de derechos, que aparece con el Ministerio de Salud en el año 1947. Esa mirada de universalidad que tenía Carrillo era similar al sistema de salud inglés que era su inspiración.
Perón le dijo que si llegaba hasta ahí, él tenía el compromiso con los muchachos para armar las obra social ferroviaria y arma las obras sociales. Ese sistema de dos velocidades luego se transforma, con la aparición de las prepagas, en un sistema de tres velocidades, y de alguna manera se concreta que en toda la Argentina iba a haber un seguro de acuerdo a sus capacidades de pago. Con este cambio, desaparece el derecho ciudadano, ese es el gran cambio cultural.