#Rescate es buscar en los cajones escondidos de la historia de la literatura. Es disputarsela al tiempo y al mercado. En el Día Internacional del Libro, traemos a Alberto Vanasco, y viajamos a una Buenos Aires muchas veces desconocida.
Texto y foto Carla Lorenzo
Existe una Buenos Aires que busca recordar y dar vida a escritores, escritoras y poetas que forman parte y están muy presentes en la memoria colectiva de la ciudad. Son quienes nombran calles, concursos de literatura, cátedras de universidades. Son sus palabras las que generan la mayoría de los talleres de lectura/literatura.
Conocer a Alberto Vanasco fue conocer una generación que habitó esta misma Buenos Aires, pero, tanto el cómo sus amigos, hoy forman parte de un mundo de escritorxs casi desconocido por la mayoría de lectores. Tener a Vanasco en las manos es dar paso a un mundo con situaciones y personajes que se corresponde a una época del mundo, es conocer como la vanguardia porteña contestaba y se movía a esa década.
Alberto Vanasco transitó los años cincuenta acompañado por de Noé Jitrick, Edgard Bayley, Mario Trejo, Paco Urondo. Leyendo el prólogo de la tercera edición de “Sin embargo Juan vivía”, Noé Jitrick dice:
“Vanasco rompe un esquema dentro del grupo activo, amplía el campo, demuestra que se puede tratar de ser vanguardista y renovador fuera de la poesía, como si se hubiera adelantado en este aspecto también, al desarrollo que veinte años después habrá alcanzado la narrativa, y hubiera tenido presente la asfixia que toca a la poesía y la reduce, cada vez más, a círculos íntimos, aunque su calidad sea muy grande”.
Son estas las palabras, entre varias más, las que me hacen pensar que es el trabajo de Alberto Vanasco al que hay que ubicar, como el de tantos otros y otras escritoras poco conocides, a la altura de Borges, Cortázar o Silvina Ocampo. Es Vanasco el que entre sus libros retrató a Buenos Aires con un humor, él se preocupó por desarrollar una prosa distinta, diferente, usando el lenguaje, jugando con los tiempos verbales. Organizando diferentes formas de organizar el texto, por ejemplo “Para ellos la eternidad” es una novela escrita en prosa y en verso.
En el Día Internacional del Libro recomendamos dos libros de Alberto Vanasco. Dos títulos rescatados y publicados por dos editoriales pequeñas que se la juegan y que aportan al armado de nuestra historia. Los libros son “Los muchos que no viven” editorial Mil Botellas año 2011 y “Sin embargo Juan vivía” Grupo editorial Sur año 2015.
“Los muchos que no viven”, es una novela donde nos cuenta la vida en Buenos Aires en los años cincuenta. Sus protagonistas son viejos/jóvenes que trabajaban por arreglar la situación del país, un país huérfano, un lugar que está repleto de luchas y frustraciones cotidianas. Es de verdad una gran novela que al releerla, no se distancia mucho de la Argentina actual.
“Hubiera querido ser cada uno de ellos sucesivamente para aliviarlos, para evitarles en algo ese despilfarro cuantioso del tiempo y de las fuerzas preciosas que se queman en el aire, en los viajes y las esperas innecesarias, en las posturas increíbles e inaguantables, en el esfuerzo sobrehumano para ganar en diez días lo que se consume en uno…”
“Sin embargo Juan vivía” cada vez que hablo con mis amigues lectores caemos siempre en las mismas apreciaciones, ya estamos cansados de leer historias de borrachos, de gente que viaja, de gente cansada del “sistema”. La respuesta a todo esto, para mí es esta novela. Un policial escrito en tercera persona donde el escritor y el narrador son una sola persona y los personajes son pequeños accesorios, porque la magia de esta novela está en la forma en que está escrita. Es un ejercicio fantástico comenzar a leer una novela en donde en primer párrafo te cuenta toda la trama.
“Haré esto. Haré eso. Lo haré. Listo. Lo dejaré pasar. No. Está bien. Diré eso. Seguiré hasta allí. Llegaré hasta casa, descansaré. No iré en ese viaje. Pasarán los días. Llegaré lejos. Viviré días tranquilos. Largos días, llenos de sol. Seré fuerte. Doblaré la esquina. Será él: fue. Seguiré de largo; se parará. Tendré cuidado. No. Iré por otra calle. Llevaré el saco en la mano, lo doblaré. Me quedaré. Si me fuera todo seguiría igual. Lo sabré todo, lo averiguaré. Otro paso. Y otro. Daré dos pasos más. Llegaré a ese árbol. Ahora a ese otro. Ya falta poco. Pasará este día. Pasarán todos. Sacaré un cigarrillo. Un fósforo. Encenderé. Dejaré de fumar. Apenas tenga el primer síntoma dejaré de fumar. Será fácil: habré llegado y me sentiré tranquilo. No más tabaco. Me sentiré sano, me moveré con agilidad. Comeré poco, no seguiré engordando. Trabajaré. Juntaremos dinero. Perderé mi vida. Viajar. ¿A dónde? ¿Con quién? ¿Si me casara? Tendré hijos. Cuidaré de ellos. De mis deudas. Hasta morir. Conoceré otros puertos. África. India. Los grandes puertos del pacífico. ¿Descansaré algún día en las cubiertas de los transatlánticos enormes? Quemado por el sol. Tirado en las playas inmensas. ¿Doblaré en la esquina? ¿Seguiré de largo? Descansaré aquí; tomaré algo fresco. Cerveza. La tomaré lentamente. Tengo que decidirme. Cerraré los ojos. Tendré obra. Me lanzaré de cabeza. Hacer un libro donde esté todo, todo eso. Haré ejercicios; no más pastas. Pagaré. Voy a pagar. Mozo. Llamaré a Brune. Le diré que no. Tendré una sola vida. La viviré de una sola manera. No será posible. Dentro de tres minutos llegaré. Daré los pasos necesarios. Llegaré. Iré al baño. Me bañaré. Descansaré. Pensaré. Tengo que mirar bien, tendré que tener cuidado. No es cosa de equivocarse. Muy bien. Así se hace. Una sola vez: nada más. Entraré. Sólo una vez. Lo pensaré.”
Creo que no existe cosa más fascinante para nosotres lectores que seguir descubriendo, no solo autores, si no formas nuevas de trabajar el lenguaje.
Siempre que rescatemos escritorxs vamos a estar felices, que hoy hablemos de Vanasco es algo para celebrar.
SALUD!