Por Claudia Korol.
Desde el viernes 27 y hasta el domingo, el equipo de Educación Popular de Pañuelos en Rebeldía propone un espacio donde compartir “los saberes creados en los procesos de investigación acción participativa y de educación popular, entre diversos movimientos, organizaciones y colectivos”. Será en el Espacio Cultural Pompeya y en estas líneas, una de sus referentes nos propone los objetivos que se trazaron con este Taller de Talleres.
Pensar la realidad colectivamente. Mirar el tiempo que se termina, y los desafíos de la etapa que se inicia. Comprender los retrocesos. Animarse a dialogar las diferencias. Consolidar los colectivos. Escaparse del individualismo y de la vida vuelta mercancía que se realiza en el consumo.
Reafirmar compromisos de lucha, de organización, de solidaridad. Multiplicar la memoria insurrecta.
Volver a pensar la realidad, no como analistas sino como parte de la misma. Debatir las responsabilidades. No de vivirlas como culpas, sino como parte de los desafíos asumidos para cambiar al mundo. Escaparse del pase de facturas, como mecanismos que forjan desencuentros. Apostarle a la unidad política de las y de los de abajo y a la izquierda.
Sentir la realidad. Escuchar los dolores, las desesperanzas, los miedos… pero también los sueños, las alegrías de andar juntas y juntos… todo lo que nos encorazona. Escaparse de la desolación, del cuanto peor mejor, del nada cambia, del yo no fui. Y buscarnos, abrazarnos, forjar la palabra nunca más, no como consigna sino como un modo de cuidar nuestra libertad.
Reafirmar la dialéctica como modo de comprensión del movimiento. No hay fin de la historia, ni situaciones inmutables. No todo es avance. No todo es progreso. Las contradicciones, los retrocesos, son parte de nuestro andar. Y nosotras, nosotros, somos huella en el camino. Las cosas que nos suceden, suceden con nuestra intervención.
Pensar la realidad, comprenderla y no enojarse con ella ni con nosotrxs. Pensarla desde diferentes subjetividades. Pensarla desde distintas trincheras . Pensarla desde los lugares donde nuestros pies pisan. Pensarla desde diversas perspectivas políticas, ideológicas, y desde distintas apuestas realizadas.
Sentir la realidad. Sentirla en nuestra piel, en nuestros deseos, en nuestras frustraciones, en nuestras rebeldías.
Creer la revolución. No como bandera sino como acción cotidiana. Vivir en revolución. No como proclama sino como ejercicio de dar la vida todos los días. Pensar la revolución. No desde la tibieza de las aulas o los despachos de los funcionarios, sino desde las necesidades de quienes inventan los modos de resistir, de sobrevivir, y de crear laboratorios de poder popular donde se cocina la soberanía alimentaria, se cuidan, recuperan y defienden los territorios tierra y los territorios cuerpos, donde se enfrenta la criminalización de la pobreza y se ensaya la educación popular y la comunicación popular como modos de renombrar las cosas y atreverse a la aventura de un saber que nace de un hacer solidario y colectivo.
Olvidarse del olvido y de las memorias oportunistas. Hacer del juicio y castigo a los genocidas el lugar para seguir sembrando a nuestrxs desaparecidxs, y que se multipliquen entre quienes van a seguir encendiendo la historia.
Reconocernos. Reconocer a quienes jamás dejaron de luchar. A las madres nuestras, las de todas las plazas, como Nora Cortiñas, Mirta Baravalle, Elia Espen, al compañero de luchas Osvaldo Bayer, y a los queridos hermanos y hermanas de lxs 30.000, los ex detenidos desaparecidos, que han hecho de su sobrevivencia un testimonio cotidiano.
Reconocernos. Encontrarnos en el diálogo con pueblos hermanos. Lxs Sin Tierra de Brasil, los copines de Honduras, compas de Colombia, Venezuela, México, Paraguay, Bolivia… No para que cada cual comparta la fotografía de su pedacito de territorio, sino para que juntxs hagamos el mapa de nuestros territorios comunes.
Sabernos libres. Relmu. Sabernos fuertes. Fuerte gritar también por la libertad a Reina Maraz. Por todas las libertades.
Desentrañar junto a compañeras como Rita Segato, los laberintos de las violencias.
Aprender revoluciones de las mujeres kurdas, que las hacen, que las sienten, que las plantan y las multiplican.
Contar de manera nueva antiguos cuentos, como el de la Cenicienta que no quería comer perdices.
Y decir que seguimos, por todas, por todos. Aprendiendo de la experiencia y poniéndola en juego. Porque eso es nuestra lucha, jugar y jugarnos siempre. A veces navegando con el viento a favor. A veces a contracorriente.
Aportar a estos esfuerzos es el taller de talleres. Hace años nos damos la cita, desde Pañuelos en Rebeldía, con diferentes movimientos populares con quienes compartimos diferentes luchas.
Esta vez el encuentro será los días 27 al 29 de noviembre, en el Centro Cultural Pompeya.
De lo que se trata es de poner en común los aprendizajes que nacen de los talleres de educación popular, formación política, y de las iniciativas de investigación y acción participativa.
Porque creemos que la creación colectiva de conocimientos, los diálogos de saberes, así como la puesta en común de sentires y sueños, son los que aun en los momentos más adversos, colocan huellas en el camino, que seguimos creando alegremente. Porque aquí estamos. Porque no nos han vencido. Porque la única lucha que se pierde es la que se abandona.