A siete meses del inicio del gobierno de Javier Milei, los números muestran superávit fiscal y comercial, pero la realidad es un ajuste severo que golpea a trabajadores/as y jubilados/as. El “Pacto de mayo” refuerza intereses empresariales, mientras la escalada del dólar y la desconfianza financiera plantean serias dudas sobre la sostenibilidad de su modelo. En este contexto, ¿Cuánto aguanta un pueblo?
Por Pablo Nolasco Flores | Revista Acción
Hemos transitado los primeros siete meses del experimento libertario-liberal de Javier Milei. En este lapso de tiempo el gobierno logró la continuidad de los superávit fiscal y comercial con una baja de la inflación, a pesar de que en el último mes pegó un pequeño salto. Por supuesto que esto se dio en el marco de un ajuste donde las y los trabajadores así como las y los jubilados fueron el principal sostén material de esos números: pérdida del poder adquisitivo producto de la devaluación de diciembre, licuación de gastos, jubilaciones y salarios, descenso del consumo, depresión económica y despidos.
También, el gobierno se anotó una victoria política con la aprobación de la Ley de Bases. El desenlace del debate y las votaciones demostraron que un amplio sector de la clase política acordaba con una modificación en el régimen de regulación de la acumulación capitalista en Argentina. En criollo, un nuevo marco legal para que los capitalistas encuentren negocios rentables en nuestro país.
En este panorama, el gobierno convocó a “la casta política” para celebrar el pacto de mayo, el 9 de julio en la vieja Casa de Tucumán, con la idea de refundar el país en base a diez puntos donde priman elementos que apuntan al beneficio de los capitalistas y escasean asuntos que propongan el bienestar social o la mejora de la calidad de vida de las personas .
Sin embargo, una semana después del trámite, el dólar paralelo comenzó a subir producto de una corrida contra el peso. En estos siete meses, a pesar de que los números parecen cerrar y los acuerdos políticos comenzaron a asomarse, el sector financiero se desprende de los pesos en busca de dólares que escasean ¿Por qué el poder económico todavía no confía en Milei?
Más que un pacto, un panfleto pro burgués
El Pacto de mayo fue presentado como un nuevo contrato social que establece diez principios del nuevo orden económico argentino. En términos generales, tales principios van desde la defensa irrestricta de la propiedad privada, el equilibrio fiscal, la reducción del gasto público, reforma tributaria, laboral, previsional, la explotación de los recursos naturales de la provincias y la apertura comercial. El único elemento que se corre de lo estrictamente económico es el vinculado a la educación. “Una educación inicial, primaria y secundaria útil y moderna, con alfabetización plena y sin abandono escolar” sostiene el cuarto punto. Una idea sin sentido, ambigua y basada en el sentido común.
Un pacto es un acuerdo entre partes. El contenido del mismo debería ser elemento de discusiones, debates y acuerdos. Sin embargo, no hay ni pacto ni debate sobre el contenido. No obstante, al hacer un recorrido sobre los puntos, podemos encontrar una defensa a los negocios capitalistas y una apología al ajuste de nuestras vidas. En Argentina si hay algo que está protegida es la propiedad privada. Lo garantiza la constitución. Del mismo modo, tanto el equilibrio fiscal como la reducción del gasto público implicaría menos dinero para educación y salud. En relación a la reforma tributaria, laboral y previsional apunta a que los capitalistas paguen menos impuestos, los trabajadores se empleen en peores condiciones laborales y alarguen su actividad laboral para que el estado pague menos jubilaciones.
Por último, la explotación de los recursos naturales combinada con la apertura comercial profundizará la matriz productiva extractivista de nuestro país, garantizando ganancias extraordinarias para las empresas multinacionales y pobreza con altos niveles de impacto ambiental. En definitiva, más que un pacto, se trata de una serie de principios panfletarios que le soban el lomo a los explotadores. Prendiendo fuego los libros: cuando los héroes pasan a ser desestabilizadores.
En el discurso que Milei dio en el Foro “Llao Llao” en el mes de abril reivindicó a los empresarios que fugan dólares para escapar de las garras del Estado. Fiel a su doctrina anarcocapitalista, los calificó como héroes. En otro pasaje de ese mismo discurso, poniéndose el traje de economista, dijo que recomendaba comprar divisas estadounidenses: “Y la verdad es que si lo compran en negro, mejor, porque así no tiene que pagar un montón de impuestos estúpidos que hay, todo para financiar a los que levantan la manito y al que lo hace de queruza, para financiar a esos inútiles” (1).
Sin embargo, esos héroes comenzaron a ser cuestionados durante estas semanas, justamente, producto de su accionar capitalista que no es otra cosa más que proteger sus ganancias. La escalada del dólar blue se explica por la falta de solidez del programa económico de Milei que genere confianza en el mercado financiero. Los dueños del dinero son quienes deciden si lo ponen o lo sacan del circuito de la economía. Uno de los principales instrumentos que tiene el estado para incorporar capital es mediante la emisión de deuda, ya sea por el Banco Central o por medio del Tesoro. Emitir deuda implica pagar intereses. El Banco Central los paga con emisión monetaria y el Tesoro con superávit fiscal. En el marco del pasaje de deuda del Banco Central al Tesoro, el Banco Macro se desprendió de ella y se dolarizó en el mercado paralelo, llevando el precio del blue hasta 1500 pesos. Milei los acusó de saboteadores. Rothbard se hubiera sentido defraudado.
Es evidente que la sostenibilidad de este gobierno pasa por resolver la crisis económica. Si bien en los discursos, todo el arco de la burguesía, tanto nacional como extranjera, lo apoyan, todavía no ponen la plata, no invierten. La corrida contra el peso es una muestra de desconfianza hacia un gobierno que prometió dolarización y ahora defiende con uña y dientes el cepo que impide a los capitalistas la libertad de acceso a los dólares. Lo que está en juego es una nueva devaluación y la salida del cepo. De esa manera, es muy probable que aparezcan los dólares. Pero eso traería como resultado una nueva escalada inflacionaria que afectaría, una vez más, a quienes vienen sosteniendo el ajuste sobre sus cuerpos.
El humor social: ¿hasta cuándo?
En una situación como ésta se nos hace cada vez más difícil poder comprender los hechos venideros. Por más que veamos las encuestas, las redes y hasta los centros de consumo, se nos dificulta encontrar las razones por las cuáles la gente puede llegar a tolerar un ajuste permanente. Hay algo que no podemos saber, que no podemos percibir. Sin embargo, cuando hay algo que cuesta comprender, es porque pueden surgir espontaneidades. Una crisis económica no es suficiente para que las sociedades impugnen un gobierno o un régimen.
Pero, si de algo estamos seguros, es que si un gobierno no le mejora la calidad de vida a las personas y eso se combina con una crisis política, las cosas pueden terminar mal. El principal discurso de campaña de Milei fue frenar la inflación. Y hay que decirlo: lo está cumpliendo. Milei no prometió trabajo, no prometió ni asado ni globos. Milei prometió sacrificios. Entonces el efecto subjetivo es otro. La gente todavía tiene fe y esperanza (2). Viene arrastrando años de experiencias de gobiernos que prometen algo y no solo que no lo cumplieron, sino que hicieron lo contrario. El debate está en el tiempo que ese sector social, que aparentemente es mayoritario, tarda de que su fe y esperanza se vuelva realidad o una nueva frustración.
(1) 1 Javier Milei definió como “héroes” a las personas que fugaron dólares: “Escaparon de las garras del
Estado”. Nota del Diario La Nación del sábado 20 de abril del 2024.
(2) “Pulso”. Nota de Demian Verduga en el Diario Tiempo Argentino del domingo 20 de julio de 2024.