Por Ignacio Marchini
Continúan las entrevistas del especial #Rusia2018 #40AñosMundial1978. En esta oportunidad hablamos con Pablo Alabarces, escritor argentino, docente de la UBA e investigador de las relaciones entre fútbol, sociedad y la “cultura del aguante”.
Con su primer libro publicado hace 30 años, el escritor y titular del Seminario de Cultura Popular de la Universidad de Buenos Aires siempre es incisivo. Sus análisis vinculan al fútbol con la violencia y desarrolló la teoría de la “cultura del aguante”, que hoy está revisando. En estas líneas, su mirada sobre el fútbol y la relación con el poder en años de dictadura y en la actualidad, la AFA después de Grondona y el lugar que van ocupando, cada vez más, las mujeres en el fútbol.
–Teniendo en cuenta que además de Rusia 2018 se cumplen 40 años del Mundial 78, ¿ves algún cambio en las relaciones entre fútbol y poder entre ese momento y ahora?
-Las relaciones entre fútbol y política no han cambiado en cuanto a la teoría general. Sí han cambiado respecto de que hoy la exhibición pública es muchísimo mayor. Quiero decir, todo pasa por una cámara de televisión. Entonces exhibir el desenfado con el que la dictadura “ocultaba” la represión, por ejemplo, hoy sería absolutamente imposible e impensable. Ni hablar de que es posible de que el boicot que no prosperó en el 78 hoy sería exitoso.
–¿Qué opinas de esta idea de que el fútbol “tapa” cosas?
-En general las interpretaciones están dominadas por la idea de “tapar”. Ahí hay un problema; es una idea muy falsa. El fútbol no puede tapar absolutamente nada, mucho menos de manera contemporánea, donde la circulación de la información “alternativa” o contra hegemónica vía redes sociales es mucho más grande. Pero inclusive en la época de la dictadura, esa idea de que taparon los crímenes con el Mundial 78 es una idea francamente ridícula que no merece ningún análisis.
La Dictadura tapaba lo que quería y no tapaba lo que no quería. Quiero decir, la represión era clandestina, parece un epíteto pero es así, y sólo dejaba traslucir aquello que necesitaba dejar traslucir. Es decir, el clima de terror. Se generó un clima de terror y luego se escamoteó información respecto del resto. El Mundial no viene a tapar absolutamente nada. La administración de la información respecto de la represión la manejó la Dictadura con mucho cuidado desde su mismo inicio.
El Mundial como cortina de humo es una idea falaz. No es que permitía tapar otra cosa. En general los mundiales no permiten tapar nada porque la política, la economía, los problemas sociales, la falta de trabajo o lo que fuere, no se difunde por los medios, se experimenta como vida cotidiana. Clarín puede hacer todas las tapas que quiera, Macri puede decir lo que quiera pero la experiencia cotidiana de la crisis se hace cuerpo. Además de que sistemáticamente la idea de la distracción, la cortina de humo, la tapadera, siempre habla de otros. Todos los que pueden llegar a afirmar eso nunca aceptarían que están siendo distraídos. Siempre es otro el que se distrae. Nunca nadie sabe quién.
–Desde la muerte de Grondona, ¿qué balance haces de la gestión de la AFA en rasgos generales? ¿Ves algún proyecto futbolístico, teniendo en cuenta la cantidad de técnicos que pasaron los últimos años?
-Yo debo confesar un error. Cuando escribí Héroes, Machos y Patriotas en 2014 se acababa de morir Grondona y lo que afirmé es que nada podía ser peor y sin embargo se reveló que todo puede ser peor. La dirigencia de AFA es una catástrofe monumental. La única cosa clara es que ahora la dirigencia de la AFA es minuciosamente dependiente del poder político mientras que antes el poder político era minuciosamente dependiente de Grondona.
Anticipo que un fracaso del equipo puede adjudicársele a la troika Macri-Angelici-Chiqui Tapia. Un éxito en cambio se debería solamente a los jugadores. Los cambios de técnicos son groseros. Si a Sampaoli le va bien, le va a ir bien a pesar de él y muy especialmente a pesar de la AFA.
–¿Qué análisis haces de la suspensión del partido Argentina-Israel?
-No hay mucho para decir. Más habría que pensar por qué se había planificado ese partido. Fue por razones que en ningún momento fueron futbolísticas. Quiero decir, sí es por razones puramente cabuleras o por razones geopolíticas de relaciones de poder entre el macrismo y la derecha israelí. Por lo cual, suspenderlo en última instancia, sea por las razones que sea, fue una medida adecuada. Un partido ridículo que no significaba nada futbolísticamente y lo que significaba políticamente no era precisamente muy agradable: el aval a Jerusalén como capital de Israel no es precisamente un hecho ni políticamente correcto ni en términos geopolíticos adecuado.
–La categoría de cultura del aguante y su relación con el fútbol, ¿te siguen pareciendo válidas o hay que reformularlas? ¿Crees que la inclusión progresiva de las mujeres en el fútbol puede modificar esta ecuación?
-Justo vengo de una conferencia en Alemania donde estuvimos bastante tiempo con Nicolás Cabrera, un discípulo muy joven que está trabajando en Córdoba. Él tiró una muy buena frase, la idea de que “el aguante es como el peronismo: sin el peronismo no podemos pensar la Argentina, pero con el peronismo se nos pone difícil pensar la Argentina”. Con la cultura del aguante ocurre lo mismo.
Primero, no es una cultura. Esto fue un recurso que usamos para difusión de masas pero no se trata de una cultura sino de una ética, una lógica puramente moral. En segundo lugar, funcionó, sigue siendo una buena categoría que nos permitió explicar muchas cosas pero que tenemos que empezar a reformularla, tenemos que empezar a ver cómo está funcionando en casos concretos. Funciona como teoría general, pero hace falta volver a hacer mucho trabajo de campo para seguir chequeándola. Por otro lado, como es una lógica moral muy basada en la masculinidad, el crecimiento de las mujeres como hinchas por un lado y el fútbol femenino por el otro y de cierta militancia partidaria femenina puede ayudar a cambiar las cosas. Igual estamos hablando de un proceso que recién comienza. Especialmente la cuestión relacionada con las mujeres en el fútbol que creo que va a dar una explosión en los próximos años.
-¿Qué opinás del nivel futbolístico de la Selección Argentina y de las demás selecciones?
-A mí no me parece que yo pueda opinar respecto de una cuestión de nivel futbolístico; en ese sentido soy igual que cualquier hincha y mis opiniones pueden ser tan atrabiliarias como las de que cualquier otro. Yo alguna vez dije que los hinchas de fútbol argentinos nos jactamos de saber muchísimo de fútbol y en general sabemos muy poco de fútbol. Cuando digo saber de fútbol estoy diciendo mirarlo por completo, verlo en un estadio, ver los movimientos, saber de tácticas, ver otros equipos y no solamente ver el equipo propio o el riverboquismo predominante. La mayoría de los periodistas deportivos caen en la misma.
En ese sentido, ¿cómo podemos hablar sobre el nivel futbolístico de una selección que no hemos visto jugar y poner en relación con selecciones a las que tampoco hemos visto jugar?
Esto es una pregunta, insisto, puramente futbolera y no necesariamente sociológica que hasta después de la primera rueda no se puede contestar.