Por Francisco Cantamutto. El gobierno ha enviado al juzgado de Thomas Griesa una nueva propuesta de pago a los fondos buitres aunque aún no han trascendido sus términos. A pesar de los dichos oficiales el problema de la deuda externa sigue muy lejos de resolverse.
Nunca es ocioso recorrer hacia atrás el camino de las negociaciones con la deuda externa. No evaluaremos el inicio de la etapaneoliberal conla dictadura. Sídiremos que los subsidios al endeudamiento y posteriores estatizaciones entonces realizadas marcan un hito en el nuevo funcionamiento de la economía argentina: la apertura y liberalización vinieron de la mano con la mayor dependencia financiera.
La reversión de los flujos de capital a fines de los setenta llevó a cesaciones de pagos generalizadas enla región. Ladécada pérdida que siguió se caracterizó por la falta de crecimiento y la salida de capitales en forma de pagos parciales de esa deuda. Esta situación compartida abría la posibilidad de negociar mejores condiciones. Tibiamente, estas iniciativas existieron, de la mano del Grupo de Apoyo a Contadora, donde uno de los temas a discutir era el endeudamiento externo.
Pero los gobiernos de la región emergían con fuertes compromisos con los programas golpistas previos, sumado a que gran parte de Centroamérica seguía en conflicto armado. Los enclaves autoritarios y la falta de crecimiento facilitarán la acción de Estados Unidos dividiendo a los países, ofreciendo condiciones particulares de salida de los default. Sin embargo, el problema afectaba directamente a los balances de las casas financieras del país del Norte, y requería por ello de una salida conjunta. El plan Baker primero, y el Brady después vinieron a ofrecer las condiciones de “resolución” del problema de la deuda: aceptar la aplicación de las reformas estructurales neoliberales a cambio del acceso a fondos.
No hace falta decir que los países de la región abandonaron todo intento de salida alternativa, e ingresaron en el programa del Consenso de Washington. Aparece así lo que Olmos Gaona define como delito de ejecución continuada: a través del canje de deuda para ingresar al Brady, se reconoció oficialmente la deuda contraída porla dictadura. Esadeuda, contraída por gobiernos anti-constitucionales, en condiciones fraudulentas, es la que se valida al negociar: éste será el argumento de las entidades financieras del mundo para negar las impugnaciones a revisar la deuda externa.
Más cerca en el tiempo
Para el año 2000 el juez federal Ballesteros había declarado la ilegitimidad de la deuda externa canjeada en el Brady. Omitiendo este antecedente, disponible en el Congreso nacional, el gobierno de De la Rúa reedita el delito mediante el Megacanje y los préstamos garantizados por la recaudación fiscal (plan Déficit Cero) en junio y noviembre de 2001. La imposibilidad fáctica de pagar estas promesas llevó a la cesación de pagos. Rodríguez Saá lo único que hizo fue declarar lo que era un hecho: el default más grande de la historia financiera mundial. Una nueva oportunidad de cuestionar el origen de la deuda y su funcionalidad, que Duhalde negó de plano: el FMI sería un interlocutor privilegiado en sus demandas, por duro que se negociara.
Kirchner mantuvo esta lógica de negociar “firme pero razonable”, cumpliendo la mayor parte de los pedidos del organismo (la negativa central era aumentar las tarifas de los servicios). A principios de 2004 se le acercó el resultado de la consulta popular realizada por la CTA, donde el 88% de los más de 2 millones de votos se expresó contra el pago dela deuda. Cuandose llega al canje de 2005, el logro más importante de la comunidad financiera internacional era que Argentina hubiera regateado el precio, olvidándose de investigar y repudiar. Es por ello que el canje fue apoyado tanto por el FMI como por el conservador gobierno de Bush: siempre es una buena noticia que se discutan valores en el marco de las reglas del capital, nunca que se pongan sobre la mesa las condiciones extra-económicas que fuerzan a participar.
El argumento de los defensores progresistas del canje es que, bajo las reglas del capitalismo “serio” que Kirchner buscó construir, abjurar de la deuda no era posible sin quedarse fuera del mundo. Implicaría una negativa a la llegada de capitales, complicaciones en el comercio exterior, juicios interminables. Casi una descripción de lo que ocurrió… ¡bajo las condiciones del canje efectuado! Argentina no pudo participar de la coyuntura de liquidez internacional que su “capitalismo serio” quería aprovechar, pues no entrarían fondos hasta resolver el problema de los holdouts (los que quedaron fuera del canje). Por esto es que el gobierno deCristina Fernández trataría de pagar al Club de París por otra deuda de la dictadura.
Por esto es que en 2010 reabriría el canje de 2005, en las mismas condiciones, contradiciendo la propia legislación nacional: se tuvo que volver atrás la ley “cerrojo” que impedía tal reapertura. No deja de ser significativo que esta reapertura se realiza a pedido de tres grandes representantes de ese capitalismo especulativo que el gobierno decía desafiar: Barclays, Citygroup y Deutsche Bank. El canje se reabrió para que estos tres grandes especuladores, que compraron bonos de deuda a precios del 20-30% de su valor, pudieran canjearlos por nuevos bonos, que incluso con quita, valían mucho más que eso: es decir, lograron ganancias de capital con la reapertura.
Cuando el gobierno ofrece hoy una nueva oportunidad de cobro a estos fondos buitres, no está innovando en su lógica: la está reafirmando. Está insistiendo en la validez de la deuda reclamada, y en la pertinencia legal de que sus acreedores logren ganancias al canjear bonos. Está aceptando la cesión de soberanía de que un tribunal norteamericano determine la validez de sus ofertas. Todo esto, ¿A cambio de qué?