Por Camila Parodi
Trenzas, polleras, gorros y tejidos.
Meros accesorios para la cultura occidental, que sin embargo se convierten en los símbolos que materializan la memoria de las mamitas.
Las llamadas mamitas pero también, cholas, campesinas, caseritas, indias, bolitas entre otras denominaciones cuentan una misma historia, la de mujeres que llevan en sus pieles el desarraigo, del despojo y la migración pero también creencias, organización y resistencias.
De esta forma, su identidad se construyó desde una ambigüedad que alterna entre la vergüenza y orgullo, la sumisión y risa, el ocultamiento y la visibilización.
“Nosotras aquí usamos pantalón, cuando llegamos a Bolivia nuestra pollera ponemos” cuentan algunas mamitas ya de pantalón en la Villa 20 de Lugano.
En Argentina según el Inadi la nacionalidad boliviana es la que mayores niveles de discriminación y racismo sufre.
Aqui el estigma construido por años de colonialismo que aún persiste en gran parte de Nuestra América contiúa acusando las costumbres de nuestros pueblos.
Por eso es que una simple trenza, una pollera, gorro o un tejido se ocultan, a parte de ser símbolos de memoria se convirtieron en objetos de criminalización.
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