Por Agustín Bontempo
El pasado sábado se llevó a cabo el Foro por una alternativa política de lxs de abajo. Entre los diversos paneles que se desarrollaron, se encontraba el relacionado a lo antirrepresivo. Recogemos el análisis de contexto y los desafíos a futuro.
A partir de los triunfos electorales por parte del Pro se viene pronosticando, desde diversos ámbitos, que la represión por parte del Estado se acentuará. Y esto, por supuesto, tiene mucho asidero. No solamente porque durante la gestión del macrismo podemos enumerar decenas de casos de represiones institucionales y no tanto, como fue la UCEP con las personas que vivían en la calle, trabajadores y trabajadoras del borda o más recientemente en el desalojo del barrio Papa Francisco, junto con las fuerzas federales, sino porque el equipo de funcionarios para trabajar en seguridad dan cuenta de esto.
Al respecto, durante el Foro por una alternativa política de lxs de abajo, se desarrollaron diversos paneles donde se destaca, para este tema, el denominado “Antirrepresivo y Derechos Humanos”. En el mencionado espacio disertaron Carlos Platkowski, militante del PTS e integrante del CeProDH y Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga y militante por lo Derechos Humanos. El espacio estuvo moderado por María del Carmen Verdú, militante de Izquierda Revolucionaria e integrante de CORREPI.
Abrimos el paraguas
Una de las garantías para entender la concentración del poder de fuego, que encabezará Mauricio Macri y estará respaldado por Horacio Rodriguez Larreta y María Eugeniua Vidal, es la designación de Patricia Bullrich al frente del Ministerio de Seguridad. De acuerdo con un completo artículo de CORREPI, podemos ver que su carrera represiva nace hacia finales de la década del 90 cuando cumplió la función de Coordinadora de Gabinete del municipio de Hurlingham. En el año 1998 anunció el Sistema de Seguridad Modelo, siendo este un plan orientado a duplicar la cantidad de policías a la vez que avanzar en acuerdos con la seguridad privada. Otro dato que se destaca allí es la confección del “mapa de la realidad del distrito” que, por supuesto, marcaba a los barrios empobrecidos y marginales como los más “peligrosos”.
Tan buena fue su gestión que con el triunfo de la Alianza en 1999, fue la encargada de manejar la Secretaria de Política Criminal y Asuntos Penitenciarios del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Por aquellos tiempos, salieron a la luz diversos casos de personas que podían salir de prisión y poder robar para la policía, así como también muertes anunciadas con títulos muy confusos.
Entre 2000 y 2001 fue ministra de Trabajo donde se destaca el famoso recorte del 13 por ciento a los salarios de los jubilados, pero este es un icono de una gestión que mataba personas pero ya no con balas. María del Carmen Verdú afirma que fue la “Ministra de trabajo para el hambre, la desocupación y la represión”.
Luego, como todos sabemos, siguió caminando por los diferentes espacios políticos del poder y promoviendo la mano dura, como el explícito apoyo a las movilizaciones de Juan Carlos Blumberg.
Esta mujer es la que tendrá, en su poder, la dirección de la Policía Federal, Gendarmería Nacional, Prefectura, Policía de Seguridad Aeroportuaria y la Agencia Federal contra el Crimen Organizado, organismo de próxima fundación según lo indica su campaña.
Quien se destaca entre su equipo de funcionarios es Eugenio Burzaco, quien será el segundo en la linea de fuego. El actual jefe de la metropolitana aquella que hizo hasta lo imposible por imponer las neopicanas Tasser. Su prontuario represivo también es muy exitosos. Fue asesor de seguridad durante la gobernación en Neuquén de Jorge Sobisch y responsable de la represión en Arroyito donde murió el maestro Carlos Fuentealba. Además, integró la SIDE durante los años de la Alianza. Su gestión al frente de la Metropolitana tiene grandes logros: la mencionada represión al Indoamericano, donde fueron asesinadas tres personas, también el Hospital Borda y el recordado caso de la Sala Alberdi. Todo esto sin contemplar el recorrido menemista que su familia tiene y que lo catapultó al lugar que se encuentra hoy.
Por su parte, la cara más destacada en la provincia de Buenos Aires es Cristian Ritondo, hombre nacido en el seno del peronismo de la mano de Carlos Grosso, intendente de Buenos Aires durante la gestión menemista. Integro la SIDE y fue uno de los ideólogos y confeccionador de la Policía Metropolitana.
Finalmente, en la ciudad de Buenos Aires, Martín Ocampo será el responsable de seguridad. Hombre que no muestra ninguna experiencia en la temática, ni siquiera de las nefastas esferas antes mencionadas. Lo más destacado y a la vez un poco extraño, es que sin tener ningún tipo de experiencia judicial, fue nombrado Fiscal General de la ciudad de Buenos Aires.
“Hay que hacer más grande el frente único”
El primero en exponer durante el panel fue Carlos Platkowski quien apuntó, rápidamente, contra la conducción saliente y la entrante, recordando la postura esbozada tanto por Mauricio Macri como por Daniel Scioli en relación a los piquetes: “Discursivamente hay consenso generalizado entre quienes dirigen el Estado, que habrá mayor mano dura”.
Recogiendo el guante sobre la campaña de seguridad y militarización que ha ofrecido el macrismo para ganar las elecciones, aseguró que “Argentina tiene uno de los índices más altos de policías por habitante”. Este dato es una muestra clara que mientras más policías, más inseguridad y crimen organizado, el que libera zonas en lugar de enfrentar el narcotráfico, el que profundiza el gatillo fácil. Es una evidencia más acerca de que la inseguridad para por la pobreza y la marginalidad.
Posteriormente, Platkowski se refirió a las 15 represiones que se vivieron durante el conflicto de Lear, afirmando que “La resistencia hizo que las represiones sean cada vez más brutales”. Y destacó que, previo a estos hechos, estuvieron los antecedentes de los petroleros de Las Heras, donde hay cinco trabajadores condenados a prisión perpetua así como los 28 trabajadores de Río Grande condenados por manifestarse. Ambos casos, sin pruebas concretas.
En función del panorama planteado, el militante del PTS e integrante de CeProDH dijo que “Se vienen momentos que, por las necesidades económicas de la clase dominante, el ajuste va a pasar por la represión. Nosotros debemos desarrollar conceptos como Si nos tocan a uno, nos tocan a todos” y sentenció: “Hay que hacer más grande el frente único”
“Necesitamos de las organizaciones sociales y políticas, pero al lado nuestro, adelante no”
La exposición de Vanesa Orieta fue tan emotiva como siempre, aunque también fue lo suficientemente (auto)crítica con las organizaciones políticas y sociales.
La primera referencia fue acerca de lo complejo que es ser familiar de una víctima de la represión policial y tener que impulsar una militancia desde allí, pero aseguró que “Ojalá sean cada vez más aquellos familiares que si sufrieron esto, puedan dar un paso adelante”. Y remarcó que “Hace falta más militancia. A los pibes en los barrios los están matando. Los jóvenes son a quienes controlan. Como decía el compañero, necesitamos un frente común”.
Según Orieta, este compromiso militante es fundamental y que “Todas las causas tienen el mismo modelo y eso desespera. Tienen un protocolo y están matando a nuestros pibes”. Y afirmó: “Para tener mayor seguridad, hay que controlar algunos sectores que son los jóvenes empobrecidos. Sectores vulnerables que nos necesitan conscientes y organizados”.
Para poder afrontar esta situación, la hermana de Luciano Arruga hizo una necesaria autocrítica no en tanto persona en sí misma, sino al interior de las organizaciones. Por un lado, cuestionó lo que ella denominó como lenguaje académicamente refinado: “Las muertes son porcentajes. Y las muertes son personas, tenían una vida. A veces parece que la vida de los pobres no vale como necesaria para esta sociedad”.
En la misma linea, cuestionó a la militancia centrada en las grandes capitales, recordando el caso de Sergio Avalos. “No hay una universidad con su foto. ¿Por qué? ¿Quienes venimos de las villas o del campo o del pueblo que sea no podemos tener una foto en las universidades de la ciudad si están desaparecidos?”. Siguiendo este eje, cuestionó a la militancia que muchas veces coloca sus intereses por sobre el de su clase y dijo que “Necesitamos de las organizaciones sociales y políticas, pero al lado nuestro, adelante no”.
Luego de estos cuestionamientos hizo referencia a la construcción social que hay sobre este tipo de casos tanto desde los sectores populares como desde las plataformas de la clase explotadora. “Mi hermano está desaparecido por ser pobre, seguro. Por sus características, también. Por no robar para la cana, también. Pero no quiero que quede que desaparece y los buscamos por eso. Porque aunque sí hubiese robado, estaríamos buscando también. Porque era un pibe en situación vulnerable y ahí está la cana para aprovecharse de eso”.
Por el otro lado, afirmó que “Los medios se encargan de desviar las causas. Se encargan de delinear a los pibes peligrosos: el pibe pobre, con gorrita. La policía tiene naturalizado esta cuestión y es a este pibe o piba que persigue”.
Luego de destacar estos puntos que, sin duda, circulan entre las organizaciones cerró con una pequeña reflexión que resume lo expuesto. Pensando en el asesinato de Mariano Ferreyra, se preguntó: “¿Por qué respondemos a una causa de una forma y no de otra? No es una crítica, nos movimos bien con Mariano. Pero tenemos que movernos igual cunado se desaparece, se mata, se fusila a un pibe pobre. Esa es la autocrítica para nuestros sectores”.