A lo largo y ancho del país, miles de personas organizadas dan respuesta a los problemas de una sociedad brutalmente desigual. Cuando el hambre, la violencia machista y el dengue son más peligrosos que el COVID-19.
Por Nicolás Zweig | Fotos de Gonzalo Romero
El pasado martes 14 de abril, desde las barriadas de gran parte de nuestro país, compañeres del Frente Popular Darío Santillán, en conjunto con otras organizaciones, pusimos de pie una Jornada Nacional de Lucha. Mil Ollas populares a lo largo y a lo ancho de la Argentina se encendieron desde bien temprano en la mañana. Las Ollas, histórico estandarte de nuestro pueblo que desde abajo se organiza para dar respuestas al hambre. Ollas que cada mañana congregan dando calor y alimento a miles de familias que dan pelea contra este sistema que busca arrojarnos al mal-vivir. Ollas que volvieron a recordarnos la crisis del 2001.
No fue una jornada más. El aislamiento social obligatorio, decretado en pos de apaciguar la curva de contagio del COVID-19, nos trae un gran desafío para nuestro accionar cotidiano: la cuarentena obligatoria generó la imposibilidad de ocupar masivamente las calles de todos nuestros pueblos y ciudades, el espacio político más importante desde donde construimos una alternativa para les de abajo. Pero es en estos contextos críticos en los cuales surge la inventiva transformadora de nuestros movimientos. Y en esa urgencia de salir a correr la voz, nuestras asambleas gestaron una Jornada Nacional de Lucha desde cada una de nuestras trincheras, en cientos de barrios, comedores y merenderos de todo el país.
Desde el Barrio La Vía, en San Miguel de Tucumán, la compañera Abigail contó que “para que llamemos a esto cuarentena digna, le decimos al Gobierno que necesitamos insumos para poder seguir sosteniendo merenderos y comedores populares en nuestros barrios. Hace más de dos semanas que está la pandemia y todavía no hay nada para la gente desocupada”.
Desde Ampliación 1°de Mayo, en la ciudad de Córdoba, las compañeras Marcela y Rosa comentaron la situación de su provincia: “Hay más de 40 ollas populares en la Provincia de Córdoba. Nos preguntábamos, ¿volverán las ollas populares después del 2001? ¡Y volvieron! Con esta pandemia se afianzó más la crisis en las barriadas populares”. También se refirieron a la #Cuarentena Digna: “La cuarentena es indigna para las barriadas populares y digna para los de arriba que más tienen: Con estas restricciones, les vecines no pueden hacer sus changas y no tienen un plato de comida para llevar a sus casas. Mientras tanto, seguimos esperando al camión con alimentos que todavía no ha llegado”.
Las compañeras también señalaron las consecuencias patriarcales de este confinamiento: “Estas ollas populares son también ollas antipatriarcales. Mientras nos hablan del coronavirus, durante la cuarentena muchas compañeras están viviendo situaciones terribles, conviviendo con sus violentos. Ya van 14 femicidios durante esta cuarentena indigna. No queremos acostumbrarnos. ¡El Estado es responsable! Las compañeras que estamos acá somos gran parte del Espacio de Mujeres y Disidencias y vemos que la burocracia estatal ha impedido la entrega de cajas de anticonceptivos. En medio de la cuarentena, las compañeras exigimos nuestros derechos sexuales reproductivos y no reproductivos”.
Cerraron dando testimonio sobre el recrudecimiento de la política represiva en nuestros territorios: “Muchos barrios no están pudiendo hacer ollas populares por el hostigamiento policial. Hay un control innecesario mientras estamos alimentando a les compañeres. ¡Esperamos menos hostigamiento policial y más respuestas del gobierno provincial y nacional!”.
En el sur de nuestro país también levantaron la voz. En el Alto Valle, Río Negro, las compañeras contaron que “hemos estado pidiendo donaciones porque aquí el gobierno no atiende a las organizaciones. Hace tres meses que no están llegando alimentos a nuestro comedor, a la provincia no le importa la gente con necesidad. En Cipoletti hay muches trabajadores en negro que sólo se sostienen con el comedor de la organización”.
Desde la Provincia de Buenos Aires, en las barriadas de La Fe, Lanús, la compañera Cyntia aportó: “Cada día se acercan más familias enteras al comedor. La ayuda que dio el gobierno es como tapar el sol con el dedo. Necesitamos inversiones del Estado, que se preocupen realmente, porque la gente tiene hambre. Así no se puede hacer la cuarentena: Vivimos hacinades en medio de la humedad, el barro y el frío. Y el hambre no se toma cuarentena. Por eso, sea como sea nos organizamos, día de semana, fin de semana, días de lluvia. Les vecines en sus casas no tienen nada. Nos da impotencia y dolor tratar de ayudar, colaborar con lo que podemos y ver que es poco. Los que tienen y pueden ayudarnos son indiferentes a esta necesidad”.
En tono a lo que planteaban las compañeras de Córdoba, agregaron: “Tenemos que dejar de romantizar la cuarentena. Una mujer violentada que no puede buscar ayuda, vive sometida con las tareas domésticas diarias. Todo recae sobre la mujer y eso hay que erradicarlo. Tratamos de organizarnos cuando vemos una vecina que atraviesa una situación de violencia para abrazarla y hacerla sentir que no está sola. ¡Muchas mujeres la están pasando muy mal!”.
Desde la provincia de Mendoza, región de Cuyo, el compañero Gabriel expuso: “En esta pandemia, las zonas rurales somos las que más sufrimos. Se hicieron siete ollas populares y podríamos haber hecho más. En la jornada de ayer, más de 300 niñes recibieron su vianda. Es necesario agregar que para las ollas populares estamos poniendo dinero de nuestros bolsillos para comprar verdura y algo de carne, ya que no nos alcanza con la mercadería que recibimos”. En esa misma región, desde San Juan, también denunciaron cómo aumentan día a día la cantidad de niñes y adultes que se acercan a buscar alimentos a los merenderos y comedores, y que esta acción demuestra que “seguiremos poniendo el cuerpo y luchando en la construcción de una nueva sociedad”.
En Santa Fe, la compañera Sandra, de Cañada de Gómez, resaltó la urgente necesidad de incrementar la cantidad de alimentos que reciben los comedores populares, como también para les trabajadores de cooperativas, exigiendo un impuesto extraordinario a quienes más tienen para poder financiar esto.
En Chaco, localidad de Sáenz Peña, la compañera Romina dio cuenta de la gravedad de la coyuntura que están atravesando y de las irrisorias respuestas que vienen recibiendo desde el municipio: “En su última entrega nos dio cuatro leches, tres arroces y dos azúcares para nuestro merendero. Tuvimos que salir a buscar ayuda a les vecines para poder abrir dos veces en la semana porque la necesidad es mucha. Lo que falta lo ponemos nosotres con lo poquísimo que tenemos. Para el comedor, la olla con la que contamos es para setenta y cinco, y eso resulta muy poco para la cantidad de gente que viene a buscar su porción. En la Jornada de Lucha de este martes paramos la Olla a pulmón, con lo que teníamos, pero la realidad es que no alcanzó”.
En cuanto a las medidas que viene tomando el gobierno, Romina explicó una de las razones por las cuales resultan totalmente insuficientes: “Les niñes que vienen al merendero son en general mayores de 6 años y por eso no cobran la Tarjeta Alimentaria. La situación está realmente muy difícil”.
A través de testimonios de compañeres cooperativistas organizades a lo largo y a lo ancho del país, pudimos construir una perspectiva nacional del crítico escenario en los barrios populares de todas las provincias de nuestra Argentina. Cada día que pasa de esta cuarentena se continúan agudizando las urgencias tanto en lo alimentario, sanitario, en violencias de género, como también el recrudecimiento del accionar represivo del Estado. Y en ese tono va nuestro principal reclamo: las cuarentenas romantizadas son un fuerte privilegio de clase. En las condiciones de vida que estamos no resulta posible quedarnos en casa a resguardo. Si no nos mata el Covid-19, nos mata el hambre, la violencia patriarcal, el dengue u otras múltiples amenazas a las que nos somete la brutal desigualdad en la que vivimos.
Es por eso que no claudicamos y ensayamos acciones en cada una de nuestras construcciones, que logren acomodarse a las particularidades de este contexto, elaborando protocolos sanitarios y actuando en pos de garantizar las necesidades de les más postergades, como también poniendo nuestro grito en el cielo mientras se sigan vulnerando los derechos de les de abajo.
Desde todos los rincones continuamos corriendo la voz y potenciando los lazos solidarios de nuestro pueblo, creciendo en organización y con un fuerte reclamo hacia el gobierno nacional y los gobiernos provinciales para que no sean indiferentes ante la tremenda situación que vivimos día a día.
Si no podemos salir de nuestros barrios, seguiremos mostrando al mundo cómo miles de compañeres construyen organización desde las trincheras. Seguiremos exigiendo a los gobiernos que es el momento de dar respuestas a quienes dan pelea en todo el país ante la ausencia de soluciones por parte del Estado.
A la desigualdad, le paramos mil ollas y no hay distanciamiento que las discipline.
¡#CuarentenaDigna YA para nuestros barrios populares!
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