Los resultados de las elecciones italianas dejan a Europa en suspenso. Ningún partido logra la mayoría en el Parlamento, lo que imposibilita la formación de un nuevo gobierno. El país en una situación de “ingobernabilidad”.
Las elecciones que se celebraron ayer y el domingo en Italia arrojaron el resultado menos esperado. Los comicios renovaron la composición de ambas cámaras legislativas, a partir de las cuales se designa la mayoría parlamentaria encargada de formar el nuevo gobierno. Sin embargo, y sorpresivamente, no hay tal mayoría.
La coalición de centroizquierda guiada por Pier Luigi Bersani y compuesta por cuatro partidos logró posicionarse como primera fuerza en la Cámara de diputados por unos 150.000 votos. La centroderecha, con Silvio Berlusconi al mando, logró el milagro con un impensado 29,15% de las preferencias. Bersani, que según los sondeos contaba con una holgada diferencia sobre Il Cavaliere, llegó a presentar la renuncia como secretario del Partido Democrático (PD) aún antes de que terminara el escrutinio. Si bien fue rechazada por el Comité Central, la situación del líder progresista está fuertemente comprometida. La composición de la Cámara de diputados premia a la centroizquierda. Pero el dilema surge en el Senado. El complicadísimo sistema electoral italiano, prevé una serie de “premios” en base a los resultados regionales de cada coalición para la Cámara alta. Sin embargo, la coalición de Bersani aún habiendo sacado una diferencia mayor respecto de la Cámara de diputados sólo conquistó 5 escaños más que Berlusconi.
Esta situación, facilitada por la reforma electoral impulsada por el mismo Berlusconi durante su último mandato, sanciona la “ingobernabilidad” de Italia. Ninguna coalición logra obtener los 158 senadores para llegar a la mayoría absoluta, con lo cual queda en el criterio del presidente de la República, Giorgio Napolitano, convocar al líder de una u otra facción para encargarle la tarea de formar un nuevo gobierno. Los números, sin embargo, parecen favorecer al líder del PD Bersani para ese mandato. Pero para que éste pueda asumir, necesita de la mayoría en el Parlamento, con lo cual se hacen obligatorios acuerdos entre las partes para garantizar la estabilidad.
Tecnicismos aparte, las elecciones italianas arrojan resultados contundentes. El enorme vencedor de la contienda es sin duda el cómico Beppe Grillo, que con su Movimento 5 Stelle (M5S) se consagró como el partido político más votado de Italia, mientras los partidos tradicionales -Popolo della Libertá (PdL) de Berlusconi y PD- sólo mantienen su supremacía gracias a sus coaliciones. Un logro totalmente inesperado, pero que fortalece el brazo ‘antipolítico’ italiano y lo proyecta en el Parlamento. Otro resultado contundente es el fracaso rotundo de la lista encabezada por el ex premier Mario Monti, en cuarto lugar con un pobre 9%. Si bien se declaró “satisfecho” en una conferencia de prensa realizada anoche, el principal candidato de los mercados europeos, que dirigió el gobierno durante casi dos años sin haber sido votado nunca, ratificó el rechazo que generó en los electores a partir de las medidas de ajuste impulsadas durante su mandato ‘técnico’.
Y justamente Monti, y en menor medida Grillo, son los posibles salvavidas del golpeado centroizquierda italiano. Bersani lleva una relación de amor y odio con el ex primer ministro desde el comienzo de la campaña electoral. Al no reunir la cantidad suficiente de legisladores para formar el nuevo gobierno, ya es cantada su alianza con Monti, pero el pésimo resultado de este último no le alcanza para llegar al Ejecutivo. Es ahí donde entra en juego Grillo. Varios exponentes del centroizquierda -tales como el ex primer ministro Romano Prodi- ya empezaron a trabajar para juntar adhesiones entre los senadores elegidos del M5S y garantizar así la gobernabilidad. Todo en pos de hacerle la contra a Berlusconi, exactamente la política adoptada por el centroizquierda en los últimos 20 años, la misma que los llevó de fracaso en fracaso.
Así, el panorama que se prepara es de un intenso lobby en Roma para ver cómo lograr un Ejecutivo de emergencia, que de todas maneras resulta más que improbable. Por la noche, en las salas de prensa cercanas al entorno de Bersani, circulaba la posibilidad de una propuesta de gobierno interino, comandado por el centroizquierda, que sólo se dedicaría a cumplir con tres objetivos: reformar la ley electoral, para evitar un nuevo escenario de inestabilidad, elegir el nuevo presidente de la República, ya que el mandato de Napolitano vence en abril, y llamar a nuevas elecciones. Pero para eso Bersani deberá convencer a Monti -un objetivo fácil- y con Grillo, que ya ha declarado al conocer los resultados que “no transamos con nadie”.
Otro resultado sorprendente es el que logró Berlusconi. Las encuestas lo daban 10 puntos por debajo de lo que efectivamente logró. Sus sostenedores gritan el milagro y, obviamente, se llevó todos los méritos de una remontada histórica para la centroderecha italiana. Prometiendo la cancelación de impuestos y con una presencia mediática permanente, logró revitalizar un sector de la política italiana que hace sólo unos meses estaba agonizando en luchas internas y escándalos de corrupción.
Las noticias que llegan desde Roma dejaron boquiabiertos a la mayoría de los líderes de la Unión Europea. Lo que debía ser una tranquila victoria de la centroizquierda, proyectada hacia la alianza natural con el ex directivo de Goldman Sachs Mario Monti, se convirtió en una pesadilla para los mercados financieros, que ven como la cuarta economía de Europa se hunde en la inestabilidad. La deuda pública italiana, que ya trepó al 130% de su PBI, es sostenida por inversores extranjeros que apostaban a una transición prolija y la continuidad de sus operadores a través del ex premier tecnócrata. Esta situación espantó tanto a los mercados que la diferencia entre la cotización de los bonos italianos y la referencia europea de los alemanes -el llamado ‘spread’- se disparó a niveles alcanzados sólo durante la caída del gobierno Berlusconi. La ingobernabilidad italiana pone en serio riesgo la continuidad del euro y en ese sentido el principal temor de los mercados continentales es el enorme resultado del partido de Grillo. El cómico ya propuso la celebración de un referéndum para establecer la continuidad, o no, de Italia en la zona Euro, algo que, de prosperar, sepultaría la moneda única europea.