Ante unas 700 mil personas, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, asumió su nuevo período de gobierno tras las elecciones de noviembre pasado.
Aunque en la realidad el militarismo estadounidense continúe en crecimiento, el mandatario aseguró que en su administración buscará “de resolver nuestros inconvenientes con otros países de manera pacífica, no porque seamos débiles sino porque es la manera que debemos hacerlo”. En la actualidad, Estados Unidos mantiene tropas desplegadas en Afganistán, país que invadió en 2001. La Casa Blanca ha anunciado que los militares se retirarán de territorio afgano a finales de 2014, pero dejarán en el lugar “cuerpos de entrenamiento” para apoyar a las fuerzas locales. A esto se suma que Washington financia de forma pública a los grupos terroristas que operan en Siria, responsables del asesinato masivos de civiles y atentados. Esta estrategia de la Casa Blanca, en la cual no invade de manera unilateral a las naciones “díscolas” -como sí lo hacía la administración de George W. Bush- ya había sido utilizada en Libia, a través de la Organización del Tratado para el Atlántico Norte (Otan), que luego de ocho meses de bombardeos logró derrocar a Muammar Al Gaddafi.
El acto público de juramentación de Obama se realizó en la plaza National Mall, bajo la vigilancia de 47 agencias de seguridad estadounidenses. El evento se llevó a cabo después de que en la noche del domingo el presidente jurara en privado el titular de la Corte Suprema de Justicia, John Roberts.
Sobre la política exterior de la Casa Blanca, el mandatario de 51 años expresó que “seguimos creyendo que una paz duradera no requiere de una guerra perpetua”. “El conocimiento del sacrificio de nuestros soldados nos mantendrá siempre vigilantes de aquellos que nos hacen daño. Pero también somos herederos de los que ganaron la paz y no la guerra”, argumentó Obama, que justificó las futuras medidas hacia el mundo argumentando que “nuestros intereses y nuestra conciencia nos obligan a actuar en nombre de aquellos que anhelan la libertad”.
Ante la situación económica en su país, donde la deuda pública supera 105% de su Producto Interno Bruto (PIB) y la desocupación supera el 8%, Obama afirmó que “debemos tomar decisiones difíciles para reducir los costos de nuestro sistema de salud y reducir también nuestro déficit”. “Nosotros creemos que la prosperidad de nuestro país debe ser impulsada por la prosperidad de la clase media”, expresó el presidente.
Obama también se refirió al cambio climático, del cual dijo que “sabiendo que esta es una amenaza para nuestras generaciones futuras, para nuestros niños, nuestros hijos”. “Algunos siguen negando el juicio de los científicos, pero hemos sido testigos de estas tormentas poderosas, de inundaciones, debemos alcanzar el camino de las energías sostenibles”, agregó. Pese a estad declaraciones, Estados Unido se ha negado en todo momento en firmar el Acuerdo de Kioto, para regular la emisión de gases contaminantes, mientras el país es responsable de, al menos, 25% de las emisiones de Co2 del planeta.
En su discurso de asunción, Obama también afirmó que “nuestro viaje no va a alcanzar un final hasta que todas la mujeres y niños puedan vivir en igual de derechos”. “Nuestro viaje no habrá terminado hasta que todos los ciudadanos de este país puedan ejercer su derecho al voto y hasta que podamos garantizarle sus derechos a todos los inmigrantes que siguen viendo a Estados Unidos como un país de oportunidades”, remarcó. Todavía hoy, los inmigrantes en Estados Unidos esperan la aprobación un reforma migratoria prometida por el presidente antes de asumir su primer mandato. Además, desde 2008 hasta finales de 2012, la administración Obama ha deportado del país a 246 mil inmigrantes, cifra récord en los últimos años.