Texto y fotos por Camila Parodi
Un 20 de julio pero de 1976 empezaba en la ciudad de Libertador General San Martín, en Jujuy, lo que se llamó “la noche del apagón”. Durante una semana, las fuerzas represivas de la dictadura cívico-militar ejecutaron uno de los más grandes operativos de desaparición forzosa en la localidad. Durante una semana se provocaron cortes de luz para secuestrar a más 400 personas. Esto solo fue posible gracias a la asistencia del Ingenio Ledesma, que en ese momento era el que brindaba el suministro eléctrico a toda la ciudad y le proporcionaba las camionetas y vehículos necesarios para subir a todo el que apareciese en la lista.
El responsable principal fue (y sigue siendo) Carlos Pedro Blaquier, quien era (y sigue siendo) el dueño del Ingenio Ledesma, el más grande de Latinoamérica, que desde hace más de 100 años se enriquece con la sangre y el sudor de todo un pueblo. Forma parte de los grandes grupos económicos que, además de ser instigadores ideológicos, participaron activamente en la articulación del aparato represivo y la desaparición de personas.
Por eso el jueves pasado cientos de personas caminaban por el centro porteño. Cuando la justicia no llega, hay escrache, reza una consigna que tomaron organismos de derechos humanos, organizaciones sociales y el mismo pueblo para protestar contra una justicia que, muchas veces, termina siendo cómplice de genocidas, empresarios relacionados con la dictadura, burócratas sindicales… A las 17.30 comenzó la marcha por Talcahuano hasta Corrientes, encabezada por un camión que llevaba un muñeco de Blaquier vestido de preso y a su lado su esposa brindando con él. Al pasar x el Obelisco se frenó al ver un muñeco de Bergoglio y se hizo la foto con él, Blaquier y su esposa de rodillas: “Él igual que el Estado te perdonan, nosotros te condenamos”, se gritó reafirmando la frase de la convocatoria…
Una vez en las puertas de las oficinas (que se encontraban valladas y con la custodia de muchos policías), se colocó un cartel que indicaba que en ese lugar funcionan las oficinas del genocida. Allí se leyó el comunicado consensuado, en el que se explica el motivo del escrache: “La causa judicial contra Blaquier fue una prueba de cómo el Poder Judicial Federal de Jujuy y Salta impidió durante años que avanzaran los juicios de lesa humanidad, que se allanaran los edificios de Ledesma y que se llamara a indagatoria a Blaquier, presidente del Directorio de la empresa, y a su Administrador General, Alberto Lemos.
En 2013 la Cámara Federal de Salta rechazó estos planteos y afirmó que Blaquier y Lemos sólo contribuyeron a la producción del delito sin realizar la ejecución del hecho y sin ser punibles como autores. Y en marzo de este año, la Sala IV del Tribunal de Casación resolvió las apelaciones con un fallo insólito que no solo desestimó lo resuelto por el juez de instrucción jujeño y la Cámara salteña, sino que echó atrás todo lo que se había conseguido. Los jueces de Casación Riggi, Hornos y Gemignani dictaron la falta de mérito y el desprocesamiento de Blaquier y Lemos con argumentos de impunidad, cuando en verdad debían revisar si se ampliaba o no la acusación inicial”. La justicia no será definitiva si no se apunta a las complicidades de ayer y de hoy.
Terminada su lectura se recordó a los y las luchadoras asesinadas por la impunidad de ayer y de hoy (Dario, Maxi, Mariano Ferreyra, Silvia Suppo, Luciano Arruga, y en especial, por Olga Aredes, madre de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, quien comenzó la Marcha de los apagones). En ese instante se prendió fuego al muñeco cantando: “Blaquier, basura, vos sos la dictadura”.
Pronto será la marcha en Jujuy otra vez, a casi 40 años el eje central esta vez es la impunidad de ayer y de hoy. En cuanto a lo represivo y las complicidades económicas, políticas y judiciales, sí, pero también en alusión al rol de la empresa Ledesma en la salud de las y los pobladores de General San Martín.