Por Milagros Olivera, Constanza Portnoy y Florencia Goldsman desde Cochabamba, Bolivia / Fotos: Constanza Portnoy
Un encuentro de mujeres puede ser de todo menos anti-feminista ¿O sí? ¿Será que es posible en los tiempos violentos y feminicidas que corren? Tres periodistas participantes de un reciente encuentro de mujeres en Bolivia hacen un análisis crítico de un evento que reunió a mujeres de Nuestra América. Con miradas agudas sobre posiciones estereotipadas y prejuiciosas, confluyen en valorizar las luchas de las feministas en el presente.
Que levante la mano quien le teme a las y los antirracistas. Que la alcen también, aquellos que sienten miedo de las personas que luchan por la abolición de la esclavitud en todas sus formas. Es probable que las manos elevadas sean pocas, porque las luchas descritas son correctas y cada vez son menos las personas que asumen de forma pública, ciertos rótulos políticamente incorrectos.
Entonces, ¿por qué se continúa legitimando el miedo a otra lucha -igual de válida- pero que tiene como protagonistas y centro de acción a las mujeres? Nos referimos a la lucha feminista, que iza la bandera de la equidad de género.
Las mujeres que se asumen como feministas se ven expuestas a toda clase de violencias verbales y simbólicas. Desde ser catalogadas como “odia hombres”, “amargadas”, hasta “feminazis”, en alusión al régimen nazi, encabezado por el dictador y genocida alemán Adolf Hitler.
Esta última terminología tiene una carga muy fuerte. El justificado estigma social que trae asumirte como nazi termina por alcanzar a las feministas, pues para muchas personas resultan incómodas sus demandas y han logrado instaurar en el imaginario popular el término “feminazi”, que busca desprestigiar a todas las mujeres inconformes con la naturalización del rol de género y dispuestas a retar, con su estética, discurso, etc., al sistema machista.
“Sigue asustando la palabra feminismo”
Esta forma de deslegitimar el feminismo ha calado en algunas feministas o mujeres que se denominan de esta forma. Alexandra Shevchenko, una de las fundadoras del cuestionado movimiento ucraniano FEMEN, contó en una entrevista que, como “en Ucrania sigue asustando la palabra feminismo (…) en 2008 decidimos dar un giro y dejamos de proclamar que somos feministas. Decimos que nuestro movimiento es, simplemente, femenino”.
¿Renunciar al lugar desde donde nos enunciamos es beneficioso o perjudicial? ¿Si las personas abolicionistas dejaban de lado el rótulo que les definía como opositores de la esclavitud -porque en su época lo correcto era que existan esclavos y esclavistas- hubiera sido posible la liberación de esclavos?
La respuesta es que no, que una lucha que ha interiorizado los estigmas externos sobre sí misma no está lo suficientemente sólida como para enfrentar un poder tan fuerte como el patriarcal.
En el II Encuentro de Mujeres ELLA, que tuvo lugar en Cochabamba, Bolivia, este tema no pasó desapercibido. No fueron pocas las participantes que manifestaron la necesidad de no etiquetar el encuentro como feminista, sino, simplemente, como un espacio “de mujeres”.
Esas afirmaciones trajeron reflexiones en torno al feminismo en el que muchas creemos. El feminismo nace como un movimiento impopular, impulsado por mujeres que en ningún momento pretendieron ser tratadas como estrellas de rock. Es gracias a este digno rechazo que fueron logrando aliados, estrategias y victorias. No es un partido político que busca ser atractivo e inventar propuestas inalcanzables para lograr un militante más. El feminismo se nombra, no se camufla bajo un eufemismo innecesario. Lo que se esconde es lo que causa vergüenza, y el feminismo es sinónimo de orgullo.
Vendete este feminismo con Cola Cola
Para destacar algunos debates fallidos del encuentro, entre una multiplicidad de mesas valiosas y talleres espontáneos que agregaron contenido al mismo (además del gran recibimiento y la logística brindada por el proyecto Martadero), nos interesa revisar ciertas consignas vertidas por algunas participantes que tuvieron varias veces la oportunidad de usar el micrófono.
Lo haremos no tanto para quedarnos en la crítica sino más bien para trascenderla afianzando contenidos y reflexiones a las luchas. Porque a las feministas nos siguen censurando y es necesario hacer catarsis sobre las sensaciones que se generaron.
Nos llamó la atención la posición de una de las compañeras del colectivo Fora do Eixo, de Brasil, en una de las plenarias finales. Su propuesta se basaba en la premisa de que “el feminismo tiene que generar deseo” ya que según su análisis(*) la política se reduciría a una “guerra de memes” y, parafraseamos, en ese contexto “el feminismo no llamaría la atención de nuevas militantes”. Dicha sentencia nos pareció una frase marketinera y poco feliz. Basada en una presunción sobre el feminismo de algunas participantes como “aburrido” o “falto de nuevas representaciones para atraer nuevas generaciones”.
Ahora pensemos: ¿deseo? ¿Queremos seguir siendo objetos y generadoras de deseo? ¿Hay algo de las luchas por el aborto legal, seguro y gratuito que pueda relacionarse con dicho marketing del deseo? ¿De qué manera ese deseo publicitario aparece en el pedido de aplicación de las leyes de feminicidios? ¿Aburrimiento para quiénes? ¿Poco seductoras respecto de qué (¿queremos ser FEMEN?)?
También nos preguntamos si aquellas voces representativas del evento ELLA se tomaron el tiempo de analizar trabajos, propuestas y mensajes creativos e innovadores que las feministas hacemos desde decenas de sitios, páginas, tweets e intervenciones en todo el mundo.
En las entre líneas de esas frases trilladas, que siguen ocupando una valiosa reunión de mujeres, hay una intencionalidad política maniquea. Justamente las mujeres tenemos la obligación de estar informadas acerca de las luchas urgentes para la autonomía de nuestras vidas y cuerpos, sin atacar a las y los demás.
Nos interesa cambiar las reglas del juego y visibilizarnos como quienes somos. No tenemos necesidad de seducir para caerle bien a nadie. Somos pobres, ricas, clasemedieras, flacas, bizcas, sordas, discapacitadas, negras, brujas, tortas, heteros, indígenas, bi, cis, trans, intersex, jóvenes, viejas, niñas/os y más. Sin intención de sumar por el simple hecho de ser más. Intentando cambiar las fichas de un tablero ya conocido.
Las deudas empiezan por casa
Dice un spot publicitario sobre el evento: “La diversidad de ser mujer en nuestra América Latina se mostró en el Encuentro Latinoamericano de Mujeres. 21 países estuvieron representados en el encuentro que se desarrolló en Cochabamba, Bolivia” y “El II encuentro de mujeres -ELLA- expresará su potencia e incidencia en el marco del homenaje a la gesta de las Heroínas de la Coronilla”.
Ahora bien, basta con empezar a hacernos unas simples preguntas para que estos cartelitos marketineros vacíos de contenido comiencen a fragmentarse. ¿Dónde estaban las mujeres de la comunidad en el cual se desarrolló el evento? ¿Dónde estaban las herederas de las heroínas de la Coronilla? ¿De qué integración, diversidad e intercambio real estamos hablando si no logramos establecer un puente de comunicación verdadero con las mujeres de la comunidad?
Varias líneas de acción se desprendieron a raíz de estas preguntas. Antes de empezar con el relato, resulta necesario aclarar que si nos convocan como mujeres por nuestra fuerza autónoma y activista, es imposible pretender que -por lo menos algunas- nos quedemos conformes y aplicadas repitiendo discursos caducos dentro y detrás de micrófonos en salones aislados.
Primera línea de acción: preguntamos al comité organizador el motivo por el cual no estaban presentes las mujeres de Villa Coronilla. La respuesta fue que ellas fueron notificadas vía web, pero decidieron no asistir. Respuesta simple y poco comprometida si lo que en realidad se buscaba era generar un espacio vivo y articulador de múltiples encuentros. Por otro lado, vemos cómo se filtra en esta respuesta un discurso acultural, globalizante y de tinte patriarcal que pierde por completo de vista el contexto socio cultural. Basta con salir a caminar por la comunidad y conversar un rato con la gente del pueblo, para entender que la lógica allí es el cara a cara y la invitación impresa en volantes debajo de la puerta de las casas. Entonces, si hubo presupuesto para pasajes de avión, hospedaje en hoteles y alimentación para más de 250 mujeres representantes de Nuestra América, ¿será que no quedó resto para imprimir unos simples volantes?
A su vez, de esta situación podría desprenderse la siguiente conclusión: no todo lo que brilla en las redes sociales es sinónimo de garantía, convocatoria y verdad. Vemos cómo la lógica medioactivista de invasión virtual por redes concentrada mayoritariamente en Facebook, se convirtió en un acto de violencia simbólica y discursiva que terminó marginando el derecho de participación vecinal.
Segunda línea de acción, consecuencia directa de la primera: Establecer un contra-discurso ante la fugacidad de la imagen y la cobertura colaborativa inmediata e invasiva y acultural que propone el evento con la justificación de hacer parte a las mujeres que no pudieron asistir (sabiendo que a tres metros del evento las mujeres del barrio no estaban participando). Se planificó una reunión con la Organizadora territorial de base, María Eugenia Ríos, para integrar bajo un proyecto fotográfico, artístico y comunitario, a las mujeres de Villa Coronilla.
La dinámica
No sólo se les tomaron fotografías desde un lugar respetuoso que consideró sus tiempos y voluntad de participación, sino que también se les pidió su opinión y se generó un intercambio abierto y reflexivo sobre su lugar cómo mujeres, donde pudieran contar qué significaba para ellas el feminismo, qué significaba ser mujer y cómo vivían su esencia femenina. Como homenaje, se realizó un mural con sus fotos a manera de exposición e intervención artística, con el objetivo de darles relevancia dentro de la comunidad.
Resultó llamativo que la prensa oficial del evento, “Facción” – “Ella” no hiciera mención de esta experiencia tan significativa. Razón de más para seguir pensando, ¿a qué público están dirigidos estos eventos, qué se espera capturar y qué resultados intentamos lograr?
Para finalizar, durante el transcurrir del evento resonaron de manera constante dos palabras: “Deudas pendientes”. Pues bien, las deudas pendientes arrancan por casa y, durante cuatro días, nuestra casa fue Villa Coronilla. Quizás, olvidamos ese pequeño gran detalle y creímos estar dentro de una computadora gigante conectada en red virtual. Lamentablemente, si no logramos reconocernos en las otras y en los otros reales, nada de todo lo que se pueda debatir será posible de llevar a la práctica ni partirá de una base íntegra que genere y promueva cambios igualitarios para nosotras, LAS MUJERES.
La vieja política se sigue disfrazando de nueva, quiere engullir al feminismo como una galleta y dejarnos afuera. Por eso: levante la mano quien aún crea en la ciudadanía verdadera y en una vida libre de violencias para todas y todos. Y que se una al feminismo.
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(*)El prejuicio se vio reforzado por una compañera que conducía el encuentro y quien al final de las plenarias señaló que nunca se cambiaría el nombre del evento a “feminista” debido a que “el término feminismo aleja a las personas” ¿? (Estamos esperando desgrabación de las plenarias finales porque de esa manera podríamos citarlo textualmente y su disposición libre en línea para remitir a este testimonio)