Por Luka Morello y Lucrecia Fernández. Segunda parte de la entrevista a Nora Cortiñas, la mujer que desde 1977 levanta incansablemente la bandera de los derechos humanos.
El pasado 10 de diciembre usted presentó un Hábeas Corpus por el paradero de su hijo Gustavo, desaparecido hace 36 años, ¿por qué utilizo ahora esa figura legal y cómo está esa causa actualmente?
Yo presenté muchos Hábeas Corpus (HC) cuando se llevaron a Gustavo y siempre fueron negativos los resultados. Pasaron los años y pocas, tal vez sólo unas 300 causas, pudieron ser resueltas y se dio a conocer dónde estaban las tumbas; incluso son pocos los casos con testigos de primera donde se pudo averiguar sobre algún dato. Y los testigos sobrevivientes tampoco son tantos. Entonces yo quiero que el Estado me diga donde esta mi hijo y que paso con él y tiene que hacerlo porque es su obligación. El HC es presentación del cuerpo, no hay nada oculto detrás; yo sólo quiero que el Estado busque a mi hijo. Y está frenado, que debería tener 24 horas de buscar y buscar, y sin embargo, la primer noticia es que no tuvo paso por ninguna fuerza, y no hubo ninguna respuesta más, tal cual como en la época de la dictadura militar. Ahora está detenido en un juzgado, pero yo lo voy a seguir a muerte. La base para que cada familia sepa es abrir los archivos y punto, porque habrán destruido muchos, pero aún existen, y el pueblo tiene que conocer paso por paso esa terrible incógnita. Esto que yo hice no es un imposible; ahora sí que trabajen los jueces y que el Estado ponga voluntad. Que no me digan “pero bueno están los juicios” para mí no es suficiente, quiero que me digan dónde está Gustavo.
¿Cómo fue la desaparición de Gustavo?
Gustavo vivía acá en Morón en ese momento, militaba en la unidad básica del barrio que luego se tuvo que volver clandestina, al igual que él. Aunque cuando se lo llevaron no estaba clandestino, vivía en casa con nosotros y con Ana, su compañera. Eso sucedió en la estación Castelar, y se van a cumplir 36 años ahora en abril, por eso como no voy a tener derecho a hacer un HC justo ahora. Además no deseo que la gente que busca justicia tenga que luchar y esperar el tiempo que nosotros estuvimos que esperar pidiendo justicia, no hay nadie que diga “total hay tiempo si las madres y las abuelas esperaron…”. No, no esperamos, luchamos. Nuestras circunstancias fueron diferentes: fue en una dictadura genocida, y si bien con el gobierno de Alfonsín, hubo intención de la justicia aunque con trabas, después vinieron los indultos.
¿Cómo ve hoy a América Latina?
Yo veo que en América Latina surgieron vientos políticos interesantes, que hay un fueguito como diría Galeano, que va creciendo. Lamento la muerte de Chávez, desde luego también lamento la muerte de Kirchner, porque él hubiera acompañado como acompañó cuando fue el abajo el ALCA, teniendo claro cómo había que luchar juntos. Creo que la muerte de Chávez trae una incógnita de cómo seguir al pueblo de Venezuela, que ha sufrido golpes y no militares, sino cívicos por la entrega del petróleo y del país. América Latina está en un momento álgido para no perder todo lo que se avanzo.
¿Qué mensaje les daría a los jóvenes hoy?
Que hay que tener metas y hay que luchar por esas metas y no negociar nada. Hay que mantener los principios, eso le digo a los jóvenes, los principios tienen que morir con uno, no se puede andar negociando: yo te doy esto, vos me das aquello y yo me callo la boca. Si seguimos callándonos las cosas que pasan van a seguir avanzando como todos estos crímenes que están ocurriendo ahora, con las grandes avanzadas de la droga donde hay metidos grandes poderes políticos detrás, y donde hay una permisividad. La mira del gobierno en vez de vigilarnos a nosotras y a los movimientos sociales, debería mirar a esos sectores.
Yo quiero agregar que reivindico todos los días la lucha de mi hijo, porque lo que ellos querían era para el pueblo en su totalidad: justicia social, que no haya chicos ni grandes que no coman, que no haya gente sin acceso a la salud por que el estado se despreocupa de hacerlo. Yo todos los días lo reivindico y estoy orgullosa. Creo que es una generación a la que le quitaron la vida porque molestaban al proyecto que tenía Estados Unidos en la preparación de los golpes de estado y del operativo Cóndor en cada país. Por eso ahora los vientos que hay en América Latina me alegran, ya que podemos luchar por la liberación y para sacarnos esas garras que día a día quieren apoderarse de lo nuestro.
¿Y a las organizaciones sociales y los organismos para este 24 de marzo?
Creo que las organizaciones sociales se tienen que mover al ritmo de los tiempos, se tienen que fijar metas, qué quieren y a dónde quieren llegar. Yo conozco la situación de los organismos de DDHH. Hace unos diez años, con este gobierno se desbordó el trabajo de los organismos, porque creyeron que a los avances y logros había que agradecerlos. Un gobierno que quiere defender los DDHH de un pueblo y que quiere darles logros después de años de lucha, debe tomarlo como una obligación, no como un gesto heroico. Desde luego tenemos que apreciarlo, porque con ningún otro gobierno nosotros tuvimos acceso a la justicia. Pero los logros también tienen que ver con la solidaridad de los testigos, de los abogados que ponen el cuerpo y de jueces que están en varios juicios porque algunos de los juicios tardaron porque no había quienes quisieran afrontar esa responsabilidad.
¿Qué queda? Y que cuantos años tengo, voy a cumplir 83 que serían vital y móvil.