Por Gabriel Casas. En otro de los peores momentos institucionales y deportivos de San Lorenzo, como en 1981 cuando se fue al descenso, los socios del club de Boedo buscaron a Marcelo Tinelli -el empresario poderoso de los medios- como salvador para salir del fango.
El tema es que Tinelli tiene una relación de amor y distanciamiento con los hinchas azulgranas, según como venga la mano en los resultados futbolísticos, además de la crisis económica. Ahora, el popular conductor televisivo figura como vicepresidente aunque hasta mi hijo Bruno, de cinco años, sabe que él tiene la sartén por el mango. Ya fue presidente -sin ese cargo- durante la gestión de Rafael Savino cuando el Ciclón salió campeón con Ramón Díaz y trajo jugadores de la talla de Andrés D’Alessandro, Santiago Solari, Diego Placente y Juan Carlos Menseguez, provenientes de clubes europeos. Esa gestión de Tinelli y sus empresarios amigos –-inchas del dinero y no de San Lorenzo- le produjo al club a la larga un agujero como el de la capa de ozono cuando se acabó el olor de las mieles del éxito. Los préstamos los pagaron entre el conductor y sus críacuervos, pero los sueldos altísimos para que los ex jugadores de River aceptaran venir los asumió Savino en nombre de San Lorenzo. Así, cuando se fueron todos los futbolistas -menos Menseguez, que sigue aunque hace más de un año que no juega por lesiones y falta de forma física o de gusto de los entrenadores- el negocio lo hicieron esos empresarios con las ventas y al club no le dejaron nada.
Después de la huída de Carlos Abdo y de que los asambleístas, con Rubén Darío Pombo a la cabeza, hicieran renunciar al vice Jorge Aldrey y al resto de la Comisión Directiva anterior -de fuerte manera tirándole un vaso de agua a Aldrey y haciéndole suspender una conferencia de prensa donde quería anunciar que se quedaba-, Tinelli decidió someterse a las elecciones para volver a manejar todo. Obvio que después de testear que las encuestas le hicieran el guiño que necesitaba para no quedarse en su idea original de ser apenas vocal y ayudar con su dinero para traer jugadores a un plantel profesional que se había casi vaciado.
Eligió a un mini Tinelli, el presidente Matías Lammens, de apenas 30 años y con un look igual al suyo hasta con las canas, para iniciar lo que vende como la recuperación institucional y deportiva. Trajo a más de una decena de jugadores -algunos del Viejo Continente, como Franco Jara y Denis Stracqualursi, aunque falló con Gonzalo Rodríguez- que recuerdan que lo mismo hizo en el 2007 con el riojano Ramón. Los socios -y los hinchas- ya se olvidaron de que hasta hace poco Tinelli se mostraba reacio a la vuelta a Boedo. No salió ni siquiera en el spot televisivo de los hinchas famosos que se hizo para apoyar la marcha a Plaza de Mayo que reunió a 100.000 fanáticos en marzo. Claro, ahora Tinelli dice que está a favor de la vuelta al predio que ocupa desde principios de la década del 80 la empresa francesa Carrefour, pero que la prioridad es salir de la crisis económica. Para que el club perdiera el estadio -algo impensado para estos tiempos- fue fundamental la presión de la dictadura militar que, con la excusa de las aperturas de las calles Muñiz y Salcedo, obligó a San Lorenzo en 1979, por intermedio del intendente de Buenos Aires -el brigadier Osvaldo Cacciatore- a vender el terreno del denominado Wembley porteño en una cifra menor al millón de dólares a una sociedad fantasma. Un par de años después se vendía en ocho millones de la misma moneda estadounidense a Carrefour.
El modelo del empresario exitoso que falsamente instaló Mauricio Macri en Boca, gracias a los éxitos de su gerente Carlos Bianchi después de tres años de mandato del actual intendente de Buenos Aires -cualquier semejanza con Cacciatore corre por cuenta de quien lea este artículo-, sigue haciendo un efecto cascada en los socios futboleros en general. Por eso ganó Abdo las elecciones anteriores y, pese a su estruendo fracaso, ahora vuelven a confiar en otro empresario, pero en este caso uno más gracioso, tal como lo es Tinelli ante las cámaras de televisión. Salvo una minoría que integra la agrupación Cruzada por San Lorenzo -la Sub Comisión del Hincha en pleno- y fue oposición en las elecciones, todos se tragan el sapo que les vende el ex dueño del rating en Bailando por un Sueño. El problema de la SCH es que su candidato a presidente en las últimas elecciones fue Claudio De Simone, alias el Chivo, un arquitecto que fue capo de la barra brava en los noventa. Sueña con cumplir lo que hizo Raúl Gámez en Vélez, la misma aspiración que tenía Alan Schlenker en River hasta que lo salpicó el asesinato de Gonzalo Acro.
Sin embargo, Tinelli (y Lammens) con la abrumadora mayoría conseguida en las urnas tendrá una Comisión Directiva a su antojo y casi sin oposición. Y al Chivo lo conoce bien. Cuando San Lorenzo cortó la sequía de títulos en Rosario en 1995 y Tinelli hacía de las suyas (en la época de Videomatch) llegando a hacer finalizar el partido antes del descuento en esa fría tarde-noche, el Chivo manejaba la tribuna. Tinelli puso 40 micros gratis para viajar a la pequeña Chicago después de la arenga del Bambino Veira desde la televisión en Fútbol de Primera. También se rumorea a voces que incentivó a los jugadores de Independiente para que le ganaran a Gimnasia -llegó a esa última fecha un punto arriba- en La Plata y poder dar la vuelta. Aunque nadie lo diga, Tinelli también tiene el vicio de los dirigentes de estar cerca de la barra brava. Cuando ganaron el título con Ramón y los jugadores fueron al programa a bailar, la Butteller estuvo en pleno en la tribuna y el conductor saludó en el aire al Gordo Ito, capo de esa época. Un mes atrás, cuando renunció Abdo, la misma Butteller fue hasta la puerta de Canal 13 a pedirle a Tinelli que se haga cargo del club acéfalo. El empresario los recibió y luego agradeció -también al aire- a Sandokán, el actual jefe de la barra, que se hizo famoso por querer trompear al defensor Jonathan Bottinelli y que hasta se sacó una foto con la presidenta Cristina Kirchner (publicada por el diario Olé) cuando las murgas fueron a visitarla para agradecerle por los feriados por Carnaval.
O sea, a San Lorenzo le podrá ir bien con Tinelli en lo que llaman ahora “el campeonato económico” ya que es un club desahuciado y cualquier avance que tenga al respecto parecerá una hazaña. Si encima llegara a ganar algún título antes de diciembre del 2013 cuando termina su actual mandato, podría hasta catapultarse como hizo Macri con Boca. Por suerte, a Tinelli parece no interesarle, por ahora, ser intendente de la ciudad o presidente de la Argentina. Lamentablemente, para los hinchas de San Lorenzo, se viene la segunda parte de la mentira de que el único “salvador” puede ser un “empresario exitoso”.