Por Lea Ross
A seis meses del hallazgo sin vida del fiscal, una reconstrucción de las versiones que giraron en torno a la naturaleza de su muerte.
La historia oculta de la muerte del fiscal Alberto Nisman refleja lo peor de los intereses de los poderosos. Todo bajo el paraguas del atentado a la AMIA, uno de los hechos que más ha golpeado a la población argentina y que siempre fue utilizado para explotar la sensiblería de la comunidad para buscar siempre un rédito ajeno.
A medio año del hecho, tanto los indicios como las pericias encajan en una de la hipótesis que más se ha tratado de desestimar de parte de distintas figuras del poder.
El cuerpo sin vida del fiscal fue descubierto entre la noche del domingo 18 de enero y la madrugada del lunes 19 de enero de 2015. El cadáver estaba tirado sobre el piso del baño, en el coqueto departamento de Le Parc, lugar donde se hospedaba. Llevaba puesto una ropa ligera, acompañado de un gran charco de sangre, con una pistola Bersa calibre 22 y un casquillo. La puerta del baño estaba cerrada.
El descubrimiento del cadáver se realizó cuatro días después del anuncio mediático que realizó Nisman contra la presidenta y otras figuras del oficialismo nacional y un día antes de realizar la exposición de los puntos duros de su denuncia en el Congreso de la Nación, frente a cámaras de televisión.
Luego de confirmarse que Nisman murió de un disparo en la cabeza, proveniente de la misma arma encontrada en el baño, su ex esposa y jueza Sandra Arroyo Salgado se convirtió en la principal paladina de asegurar que Nisman fue asesinado. Para eso, realizó un informe de la mano de los ex comisarios de la policía bonaerense Osvaldo Raffo y Daniel Salcedo.
Según esta querella, el único sospechoso del homicidio sería Diego Lagomarsino, especialista en informática, quien asevera haberle prestado su arma Bersa 22 a Nisman por pedido de éste el sábado 17 de enero. Por ende, para la querella, Nisman murió el sábado a la noche, en el momento en que lo visitó Lagomarsino.
El informe de Arroyo Salgado sostiene que el fiscal de la AMIA fue asesinado adentro del baño, con la pierna izquierda flexibilizada y la rodilla derecha pegado en tierra, frente a la bañera, a noventa grados del lavado, dando la espalda a su asesino, quien le obligó a cargar el arma y matarse de un disparo en la cabeza. En un momento dado, el asesino pone sus manos en las de Nisman para obligarlo a quitarse la vida, debido en un supuesto momento de duda para el fiscal. Luego de la muerte, el sicario habría reubicado el cuerpo para apoyarlo contra la puerta y así disimular el suicidio.
Esta hipótesis explicaría la presencia de la gran mancha de sangre en el piso que, según la querella, es síntoma de que hubo agonía, como así también el dermotest negativo en la mano derecha, debido a que las manos del asesino habrían bloqueado los rastros de pólvora. Finalmente, los rastros de sangre en la mano izquierda provendrían de la mano derecha; como así también una proyección de sangre en la mesada del baño, provenientes de la cabeza de Nisman luego del disparo.
A fines de marzo de 2015, uno de los peritos de Arroyo Salgado, el psiquiatra Ricardo Risso, renunció a continuar con el trabajo ya que aseveró que “no están dadas las condiciones ahora para realizar una autopsia psicológica”.
El solo hecho de pensar que un fiscal federal haya acatado órdenes de un sicario para realizar un suicidio inducido fue en puesto en duda por los investigadores Javier Llorens y Mario Cafiero, quienes desde el año 2006 vienen objetando el desempeño de Nisman en la causa AMIA.
Llorens y Cafiero detallaron los puntos débiles de la teoría de Arroyo Salgado. Entre ellos, la inexplicable no presencia de sangre en el borde vertical del lavado, como así también la ausencia de sangre en las toallas blancas, que estaban colgadas abajo del lavatorio.
En base a un análisis detallado de la causa, del contexto geopolítico internacional y del aporte de peritos forenses, ambos investigadores sostienen que Alberto Nisman no fue asesinado, sino que se suicidó y que su muerte no se debe a la denuncia contra la presidenta, sino de un pedido de Israel para que el fiscal use la causa AMIA con el fin de boicotear el famoso acuerdo nuclear, sellado recientemente, entre Estados Unidos e Irán.
Este informe fue presentado el 14 de abril pasado, ante la fiscal Viviana Fein y que fue incorporado inmediatamente al expediente. El informe no es de acceso público. Sin embargo, sí se pudo realizar una adaptación audiovisual para la difusión en las redes. Dicho material fue guionado por los periodistas Lázaro Llorens (Revista Veintitrés) y el autor de este artículo.
Javier Llorens y Mario Cafiero sostienen que Nisman se suicidó frente al espejo del baño, de pié y utilizando las dos manos para poder efectuar el disparo. Nisman habría empuñado con la mano derecha la pistola Bersa calibre 22, apuntado a su cabeza, sosteniendo la mano izquierda sobre la derecha.
Este suicidio, con dos manos, explicaría: la peculiar forma de los rastros de sangre que presentaba la mano derecha; los rastros de sangre de la mano izquierda; la ausencia de rastros de pólvora en el área de deflagración de la mano derecha, que habría estado cubierta por la izquierda; la posición de ambos brazos sobre el cadáver del fiscal; brazo derecho plegado sobre sí mismo, como sosteniendo la pistola; y el izquierdo apuntando hacia el derecho sobre el torso de Nisman.
Además, explicaría la trayectoria de sangre del lavatorio y la mesada, expedido por boca y/o nariz, como habitualmente se produce en este tipo de muerte. También concuerda con la trayectoria de la bala, hacia adelante y hacia arriba, ya que pudo haber girado la cabeza para adoptar esa posición de tiro. Y, finalmente, según el informe, la existencia de espasmo cadavérico en su mano y brazo derecho.
Durante los meses de mayo y junio, cuatro peritos de la Policía Federal, designados por la fiscal Fein, más Daniel Salcedo por la querella y Luis Olavarria, en defensa de Lagomarsino, realizaron distintas jornadas de análisis de los materiales registrados sobre el cadáver y la escena para poder determinar si se trató de un suicidio o asesinato. Finalmente, los peritos oficiales, en detrimento de Salcedo, reforzaron la hipótesis de Llorens/Cafiero: Nisman se encontraba parado, frente al espejo, con el apoyo de las dos manos sobre el arma y, además, resaltar la ausencia de señales que indiquen la aparición de una tercera persona adentro de la escena. Según los peritos, la trayectoria de sangre en la bacha del baño no podría estar ahí si Nisman se encontraba en la posición de rodillas, como plantea la querella.
A su vez, a finales de mayo, Fein recibió los resultados finales de la junta médica, conformada por quince especialistas. La conclusión de trece de ellos es que Nisman murió el día domingo 18 de enero, entre la mañana y la tarde, fecha en el que no hay registro de que Lagomarsino haya ido al Le Parc. También concluyeron de que el cuerpo estaba de a pié y que se desplomó.
En la segunda parte, explicaremos el móvil y las razones del suicidio.