Por Vanessa Vargas Rojas* desde Chile / Foto: El Desconcierto
El 25 de junio de 2016, una joven de 23 años apareció muerta en las inmediaciones del Embalse Los Aromos, en la comuna de Limache. Días antes, había sido secuestrada mientras esperaba el micro para regresar a su casa tras una fiesta. La familia y amigas de Nicole Saavedra, a más de un año de su partida, siguen luchando porque se haga justicia. El caso sigue sin imputados.
En una de las plazas del centro de Limache un grupo de mujeres instala una bandera de la diversidad sexual junto a fotografías en blanco y negro de una joven de sonrisa, pelo corto y jockey sobre la cabeza. Cerca de un círculo de velas, una de ellas llevas las manos atadas a la espalda. Se retuerce, se arrastra por el suelo y lanza un grito ahogado. Nadie la mira, excepto quienes la acompañan.
“Nicole, siempre presente en nuestros tortilleros corazones”, reza un lienzo a su espalda.
Cada semana, las mismas mujeres se recorren las plazas de El Melón para pedir justicia por Nicole. El 25 de junio se cumplió un año y su nombre aún es casi desconocido para la mayoría del país. La joven lesbiana, de 23 años, fue secuestrada mientras esperaba la micro para regresar a su casa después de una fiesta. La torturaron durante siete días y abandonaron el cuerpo en el Embalse Los Aromos. Hasta hoy, el caso no tiene imputados.
Nicole tenía las manos atadas por cintas adhesivas además de golpes y erosiones en distintos puntos del cuerpo. Sus pertenencias fueron halladas intactas junto a ella, un dato que para la familia termina de aclarar un escenario ya evidente: no fue un crimen común. La mataron por ser lesbiana.
“Los avances son poco y nada. Ha pasado un año y faltan diligencias que son importantes para llegar a los culpables. Un año y aún ni están las cámaras de las autopistas. Esto habla del poco interés por resolver el asesinato“, sostiene María Bahamondes, su prima.
Hace nueve años, en el mismo pueblo, ya habían matado a otra joven por ser lesbiana. Se llamaba María Pía Carrasco. A pocos meses de que el caso se cierre y archive sin justicia, los seres queridos de Nicole hacen lo imposible por evitar que su caso tenga el mismo fin.
El abandono de la justicia
En marzo de este año, la familia y colectivas feministas solicitaron a la Red Chilena Contra la Violencia Hacia las Mujeres la ayuda de una abogada que estuviera interesada en representarlos. Al litigante anterior lo habían conocido el mismo día en que fueron a firmar la querella. Luego no tuvieron más contacto con él y los meses pasaron sin resultados ni sospechosos.
Al asumir la causa, Silvana Del Valle, la nueva representante, se encontró con expedientes incompletos y tuvo que pedir una audiencia para que le facilitaran los antecedentes del caso. El fiscal aceptó y le entregó en abril un disco con archivos que seguían inconclusos. Ahí empezó la lucha de la querellante por acceder a todos los antecedentes de la investigación y romper con el desinterés de la justicia, que llegó a un ejemplo gráfico durante la última audiencia, el pasado 21 de junio.
“Notamos que de enero a junio sustantivamente no ha pasado nada en la investigación, salvo las diligencias que nosotras mismas hemos pedido y que también están incompletas”, detalla Del Valle.
El fiscal Juan Emilio Gatica se excusó de asistir a la audiencia y envió ese día a un fiscal subrogante. “No sabía nada de la causa: sólo conocía el nombre de Nicole“, dice Silvana.
La abogada recalca que existen pruebas materiales que tampoco se han utilizado, así como comparaciones de ADN que debieron haberse hecho y testigos que ya deberían haber declarado. Tampoco se hizo un examen de tráfico en Internet, pese a lo activa que era Nicole en redes sociales y a que mantuvo comunicación con amigos hasta pocos minutos antes de su secuestro.
Según la autopsia, dice Del Valle, “Nicole murió el mismo día que la encontraron. La familia puso la denuncia el primer día de su desaparición, una semana antes de su muerte, pero nadie la buscó”.
El paso del tiempo complica aún más el hallazgo de los asesinos, especialmente ante el riesgo de que alguno de los sospechosos abandone el país. La familia de la chica maneja una línea de sospecha probable, pero necesitan antecedentes que no les corresponde exigir. Según el Código Penal chileno, es la Fiscalía la encargada de dirigir las acciones de la policía.
Antes de Nicole, estuvo María Pía
María Pía Castro tenía 19 años cuando la asesinaron y también vivía en Limache. Al igual que Nicole, no escondía su lesbianismo y vivía con la madre y su hermana. Desapareció un 12 de febrero de 2008. La golpearon hasta la muerte y la quemaron en un sitio abandonado, lo que obligó a reconocer su cuerpo con pruebas de ADN. No hubo posibilidad de comprobar si fue abusada sexualmente.
A María Pía la despidieron con sus botines, medallas y una camiseta de fútbol llena de dedicatorias. Durante años, la joven había deslumbrado a la ciudad con su talento para el balompié, participando de la obtención de tres títulos para el equipo femenino de Municipal de Limache. Jugaba con la número 10 y era hincha fiel de Colo-Colo. La madre asegura que antes del ataque evaluaba opciones para probar suerte en Brasil. Las mujeres de los diversos clubes de fútbol femeninos de la zona la despidieron en el Estadio Gustavo Ocaranza con un gol simbólico en su honor.
En agosto de 2008, el comisario de la Policía de Investigaciones (PDI), Enrique Peñailillo, aseguró a los medios que la investigación arrojaría a los culpables antes de fin de año. Sin embargo, el caso se cerró sin imputados el 9 de abril de 2010 y podría prescribir a inicios del próximo año.
La crueldad de sus muertes en un mismo territorio unió el destino de las familias de las dos asesinadas en Limache. María Bahamondes y la madre de Nicole, Olga, se sumaron a visitar la tumba de María Pía y su animita en febrero pasado, que permanece llena de flores en el mismo sitio de la cuesta El Pangal donde encontraron el cuerpo. Estuvieron ahí para prometerle que no se dejarán vencer por la impunidad.
“En el caso de María Pía también faltaron testigos y pruebas a considerar. Vamos a pedir el desarchivo de la causa. La familia ya pidió copias del expediente”, dice la abogada de la Red Chilena Contra la Violencia Hacia la Mujer.
“Nos mataron a todos”
María Bahamondes, la prima de Nicole, recuerda que antes del crimen se acumularon episodios de violencia verbal y física que buscaban desalentar su orgullosa identidad camiona. Su forma de vestir, expresarse y vivir la identidad sexual era vista como una amenaza para los herederos de la crianza patriarcal del pueblo. Los llenaba de rabia.
La causa de Nicole está caratulada como un homicidio, ya que la normativa chilena solo contempla como femicidio los casos en que mujeres son asesinadas por sus ex parejas. Y los medios apenas han contado su historia.
La familia y abogada querellante están convencidas de que el crimen no es obra de grupos extremistas. Es más probable que hayan sido quienes la atormentaron desde siempre: “Son comunes y corrientes los que la asesinaron. Los mismas que la atacaron toda su vida, los que no la pudieron comprender, los que le gritaron y la insultaron”, resume Del Valle.
Para María, los días aún transcurren lento anhelando su presencia. Se veían todos los días desde que tiene memoria, apenas las separaban dos cuadras. Hoy lidera las acciones destinadas a hacer justicia por Nicole y no descansa: el 25 de junio se cumplió un año exacto desde que tumbaron su sueño de convertirse en prevencionista de riesgos para que su mamá nunca más se ganara la vida como temporera.
“Se iba a comprar su auto para sacarla a pasear”, recuerda María y cada una de sus palabras se tiñe de desolación. “Nos mataron a todos, se llevaron una niña alegre que no veía maldad”.
*nota originalmente publicada en el Desconcierto de Chile