Por María Agrelli, desde Bariloche*. Había pedido despedirse de su hija porque convivía con un cuadro avanzado de leucemia pero la Justicia se lo impidió. La tenencia la tenía su ex pareja, que contaba con numerosas denuncias de violencia en su contra.
El domingo 22 de febrero murió en Bariloche Marcela Fillol. No podía ver a su hija de 7 años desde hacía un año y medio porque la Justicia de Río Negro le había otorgado la tenencia a su ex marido, Eduardo de Marcos, un hombre con antecedentes probados de violencia hacia ella y sospechas de abuso sexual sobre la nena. Fillol tenía leucemia y presentó un recurso de amparo para despedirse de su hija. Murió sin un fallo que le reconociera ese derecho.
Una jueza ordenó la revinculación el 9 de enero de este año, sin embargo la sentencia nunca llegó. Marcela Fillol murió sin poder ver a su hija. El domingo 22 de febrero Marcela Fillol murió sin poder despedirse de su hija de 7 años. Tenía leucemia y había pedido, mediante un amparo, poder despedirse de ella. Sus derechos vulnerados, al igual que los de su nena, en una historia de años de deambular por pasillos judiciales en los que abundaron manipulaciones, prejuicios y decisiones que terminaron con mucho dolor y una derrota contra el tiempo.
Marcela Fillol murió sin poder abrazar a su nena. Ya no hay Justicia que pueda cambiar eso. Ella decidió un tratamiento alternativo para su enfermedad, también fue juzgada por hacerlo. Meses de difamación hacia una mujer que consciente y libremente eligió. Dato intolerable para una sociedad que castiga a todo aquello que se salga de lo esperable, sobre todo si se es mujer. El fallo de la jueza Marcela Pájaro (Juzgado de Familia de Bariloche) en el que se exigía a su ex pareja, Eduardo de Marcos – quien impedía el contacto entre ambas-, que trajera a la niña a la ciudad, la llenó de esperanzas. Un fallo en firme de la Justicia para restablecer el vínculo era todo lo que necesitaban para el reencuentro. Esto ocurrió el 9 de enero. El fallo nunca se cumplió. Marcela Fillol murió perdonando a quien causó tanto sufrimiento y llamando a su hija.
* Artículo publicado originalmente en la agencia Comunicar Igualdad.