Por Nicolás de la Barrera
Mundo PRO. Anatomía de un partido fabricado para ganar, es el nombre del libro que los investigadores de la Universidad Nacional de General Sarmiento, Sergio Morresi y Gabriel Vommaro, junto a Alejandro Bellotti, escribieron con una sola meta: dar a conocer la génesis y generar una radiografía actual del partido político que, de la mano de Mauricio Macri, llegó a lo más alto del poder en la Argentina.
A pocos días de la asunción del nuevo Presidente, el politólogo Sergio Morresi habló con La Revancha (FM La Tribu) sobre lo que se muestra a la vista de todos y también de lo menos conocido del universo PRO.
-¿Por qué la estética del PRO se impone en la política argentina?
-No sé si es en la política argentina, creo que se impone dentro de cierto sector de la política. Es una forma de celebración que no es original, porque si se mira una campaña en Estados Unidos no son tan distintas. Sí es novedosa para nosotros la llegada de ese encuentro popular donde lo celebratorio y lo placentero cobran protagonismo, contra la idea de un acto político común, con una épica. Esto es algo distinto, no del todo original, pero sí implica una ruptura con lo que estábamos acostumbrados. Y si uno hace la comparación entre la Plaza de Mayo que hubo el 9 de diciembre y la plaza del 10 de diciembre parecen dos países distintos, no por la gente, porque en los dos casos primó la clase media, sino por la forma de comunicarse con el líder al que van a ver. De un lado, una presidenta que se estaba yendo pero que al mismo tiempo hacía una larga alocución con algo bastante consistente; y en el caso de Mauricio Macri fue más bien una constatación de que juntos, quienes estaban en el balcón y quienes estaban en la plaza, habían llegado a aquello que se habían propuesto y por lo tanto había que, simplemente, festejar.
-¿Con qué otras claves para entender el mundo PRO se encontraron a la hora de investigar?
-El libro se pensó en primera instancia como una investigación académica. Nos proponíamos investigar qué es el PRO y, como mucha gente que se acercaba a él, fuimos con los prejuicios que ya teníamos. Lo que nos sorprendió fue la heterogeneidad de ese mundo. Imaginábamos que era un partido claramente de derecha, lleno de gente que tenía ciertas ideas, pero lo que vimos es que como todo grupo humano, es mucho más complejo de lo que parece visto desde afuera. Encontramos un partido donde había gente que se podría definir como progresista hasta gente efectivamente muy de derecha o que venía del mundo empresarial, del mundo de las ONG, del peronismo, del radicalismo, de pequeños partidos liberales o conservadores, y que lograban convivir a pesar de que entre ellos tenían muchas disidencias en montones de temas que uno supondría claves, como qué es lo que se piensa del rol del Estado, qué es lo que se piensa respecto a la educación pública o la inmigración extranjera. Dentro del PRO conviven ideas muy distintas. ¿Por qué consiguen convivir? Por un lado gracias a la figura de Mauricio Macri, que contra muchas miradas muy estereotipadas que lo veían simplemente como un nene rico con tristeza, es una persona que aprendió a ser político y eso le permitió mantener unida a gente muy distinta.
-Más allá de la figura de Mauricio Macri, ¿qué ejes articuladores hay dentro del PRO?
-Más que una idea, creo que hay una práctica central: llegar al poder. El PRO, a diferencia de otros partidos políticos, sobre todo de centroderecha, no fue pensado como un espacio para decir “queremos llevar esta idea a cabo, este es nuestro proyecto de país”. Fue hecho para decir “queremos ganar”, no tanto para imponer una idea, una doctrina o una ideología determinada, sino antes bien un nuevo estilo de gestión. En ese punto, la idea de la forma y de los modos también se trasluce un poco en el gabinete que eligió, donde más allá de que uno pueda decir que las personas no piensan todas igual, sí parecen pertenecer al mismo estilo, en el sentido de que se pone mucho énfasis en lo “managerial”, en la administración, y mucho menos en lo ideológico o en los grandes proyecto de país. En el libro tratamos de explicar por qué a pesar de que ellos lo niegan, desde nuestra óptica, cabe decir que es un partido de derecha.
-En esa estructura heterogénea, ¿qué rol cumple Durán Barba?
-No sé si cumple un rol pero forma parte de la mesa chica. Es decir, durante un tiempo participó de las decisiones más importantes y quizás él fue uno de los impulsores de la idea más importante para que el PRO haya logrado ganar la elección presidencial, que fue mantenerse alejado del peronismo. Esta es una idea que en realidad Macri ya tenía, porque en el año ’99 Carlos Menem le había ofrecido ser candidato por el peronismo y dijo que no. Después de la crisis de 2001 Eduardo Duhalde se lo volvió a ofrecer y él dijo que no otra vez. Incluso le llegaron a ofrecer la candidatura presidencial, que finalmente recayó en Néstor Kirchner. Uno puede decir que era una locura, pero recordemos cómo estaba el país en el año 2001 y Macri era una figura muy popular porque presidía el club Boca Juniors, en ese momento había ganado varios campeonatos, era ampliamente conocido y no parecía haber grandes líderes que se fueran a oponer a que presentara un peronismo unido. Tenía además algo a su favor, entre comillas: resolvía la interna entre duhaldistas y menemistas porque no era un candidato ni de uno ni del otro pero no le resultaba antipático a ninguno.
-Expresaba además la idea del cambio que también estaba presente en el 2000.
-Pero Macri se volvió a negar, y en lugar de tomar el camino directo a la presidencia, dijo no, “armo lo mío, desde abajo en la ciudad y no a nivel nacional”, pero sin rechazar al peronismo porque al mismo tiempo incorporó a muchos líderes peronistas dentro del PRO.
-Cristinan Ritondo, por ejemplo.
-Ritondo, Diego Santilli. Además, tiene incluso prácticas que, sin decir que son necesariamente peronistas, son como llamamos en el libro, muy cercanas al estilo populista. Miguel del Sel, la forma en que habla, muy llana, muy cercana al pueblo, esquivando las formalidades, por decirlo elegantemente, dista bastante del ideal republicano, del empresario. El PRO logra esas cosas sin quedarse muy cerca del peronismo. En eso Durán Barba fue central porque fue el que hizo hincapié en la idea de un partido nuevo, del siglo XXI y que no podía ser contaminado, por decirlo de alguna forma, con una alianza con el peronismo.
-Lo mismo pasó hacia el final de la decisión del armado político para la última votación con el radicalismo. Se hizo la alianza con el radicalismo pero siempre y cuando quedara como furgón de cola de la fórmula presidencial PRO.
-Yo creo que es un aliado que va a formar parte central del gobierno que se inicia ahora pero que claramente no podía contaminarse la identidad del PRO con una fórmula compartida. Eso era inaceptable para mantener la identidad política del PRO.
-A veces pareciera que, por ejemplo, explota el caso Niembro o el mismo Macri es procesado por las escuchas ilegales, y nunca le termina afectando. ¿Cómo se explica?
-Con respecto a la honestidad, lo que sucede es que el PRO en estos años desde que nació en 2002-2003 para acá, logró instalarse como el partido de la nueva política, en el sentido de un partido donde primarían -y es muy discutible-, muchos no políticos, que tienen la imagen de ser personas honestas, veraces y verosímiles. Se pueden encontrar un montón de casos dentro del PRO donde hay acusaciones e incluso pruebas de alguna corruptela. El tema es que eso no va dejar de hacer del PRO el partido “de la gente honesta”. Es como que dijeran: “mirá, dentro del peronismo hay 100, 200, 300, oligarcas, estancieros, empresarios”. Y el peronismo no va a ser el partido “popular” porque contenga gran cantidad de peronistas llenos de dinero. En ese sentido, le entran balas, pero hay balas que no tienen sentido, excepto algo muy grave que se descubra y que dañe la personalidad de algunos líderes. Lo que creo que debemos entender es que aun cuando se pusiera en primera plana el escándalo Niembro, la imagen del partido no se termina de manchar. Me parece que eso le cuesta entender a muchos analistas, y por eso insisten con la idea del blindaje mediático, sin comprender que el PRO ya se instaló como parte del panorama político nacional. Para bien o para mal, lo cierto es que ya están
-En todo este avance de la figura de Macri y del PRO, ¿cuánto tiene que ver en ese crecimiento el kirchnerismo que lo colocó hace varios años como el opositor a combatir?
-Empezaría desde un poco antes, de los años 90, cuando la sociedad argentina fue, usando una palabra exagerada, atacada por el Estado. Para defenderse, diferentes sectores de la sociedad recurrieron, en el caso de los sectores populares, a los movimientos sociales, a nuevos partidos políticos y formas de presentar demandas. En el caso de algunos sectores más vinculados a la centroderecha, o a los sectores profesionales, o incluso a los empresariales, lo que se hizo fue crear desde la sociedad civil un montón de fundaciones, think tanks, que buscaban defender sus intereses. En la crisis de 2001 lo que se produce es un rechazo a la clase dirigente que durante muchos años estuvo atacando a la sociedad y en la que se une gente de derecha y de izquierda. Todos pedían que se fueran todos. La respuesta a esa crisis vino de los dos lugares en los que la sociedad había estado haciendo efervescencia. El Frente para la Victoria toma muchos de esos movimientos sociales que habían estado combatiendo, o tratando de defenderse durante los años 90, y crea la llamada transversalidad. A los otros grupos sociales, a esas fundaciones y ONG’s, las toma Macri que todavía no tenía un partido, y que de hecho crea su partido a partir de la fundación Creer y crecer. En el año 2003 Macri decide hacer su partido para la Ciudad. Poco antes habían sido las elecciones nacionales y Kirchner había sido electo presidente: estaba en el momento más alto de popularidad -más allá de la cantidad de los votos que había recibido- y Macri trató de acercarse a él, quien le dijo: “no, usted es la derecha”. Sin embargo, al kirchnerismo le convenía que existiera algo como el PRO, porque si había algo que era la derecha, automáticamente el FPV se volvía de izquierda y servía como un lugar donde se podían reunir todos aquellos grupos que en los ’90 y comienzos del siglo XXI habían estado tratando de resistir al neoliberalismo. Un poco es la idea que después dijo Cristina Fernández de Kirchner, de “a la izquierda mía está la pared”. Claramente el PRO y el kirchnerismo se construyen mutuamente.
-¿Qué perfiles podemos encontrar en el Gabinete nacional?
-Claramente hay una cierta preeminencia de los empresarios, aunque no son los dueños de las empresas, son los gerentes, los CEO… son los dirigentes empresariales. También tienen un rol muy destacado los técnicos, gente muy reconocida dentro del ámbito académico y, finalmente, en menor medida, hay políticos del radicalismo o del peronismo, que vienen de una carrera zigzagueante, pero al fin, políticos que hacen política. Son estos últimos lo que van a tener la tarea más difícil, porque tienen que lograr tres cosas: Primero, mantener unida la alianza con el radicalismo, que les permitió llegar al poder; segundo, tienen que generar coaliciones aunque sean temporarias con ciertos sectores del peronismo. Si no logran eso la capacidad de acción del gobierno va a ser muy baja; finalmente, y esta quizá es lo más importante, tienen que generar canales de diálogo más bien fluidos con muchos sectores de la sociedad que no se sienten claramente representados por el gobierno del PRO. Ahí entran desde grupos de movimientos sociales que apoyaron a Daniel Scioli hasta los sindicatos. Si no logra atraer o por lo menos dialogar con sectores de la sociedad que no respaldaron al PRO, va a ser un gobierno difícil.
-¿Tiene el PRO una estrategia a largo plazo, o mantiene la toma de decisiones de acuerdo a cada momento?
-Creo que se orienta predominantemente hacia la segunda actitud. Es un partido muy pragmático. Nosotros decimos que hay un núcleo ideológico vinculado a las relaciones internacionales, y nos parece confirmado desde el momento en que Macri habló de la cláusula democrática en Venezuela. Sin embargo, también se bajó de eso (N. de la R.: la entrevista fue previa a la cumbre del MERCOSUR). Tiene una capacidad de cambiar mucho la orientación de acuerdo al contexto. De todos modos creo que sigue siendo cierto que el PRO tiene un núcleo ideológico en las relaciones internacionales, porque más allá de lo que suceda en Venezuela, hay una clara orientación hacia una coalición con la Alianza del Pacífico y, por lo tanto, un realineamiento respecto a lo que fueron estos últimos años, donde se miraba más a China y a Rusia. Ahora es muy clara la idea de acercarse más a Estados Unidos y volver a discutir la visión panamericana sepultada en los años 2002-2003.
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