Por Celina Rodríguez Molina / Foto: Analía Cid
Tras el Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario y la jornada de paro y movilización en el país y Nuestra América, siguen las reflexiones. La historia enredada de las luchas de mujeres y feministas que no cesará hasta ver caer al patriarcado capitalista y colonial.
Me costaba escribir después del encuentro nacional de mujeres de Rosario, del Paro Nacional de mujeres, de las movilizaciones masivas en Plaza de Mayo, en La Plata y en muchísimas ciudades y pueblos de nuestro país; de Nuestra América y algunas ciudades en Europa.
Leí y vi. Mucho, todo lo que decían las cronistas en los diarios, en los medios de comunicación, sobre todo en los alternativos; con crónicas “desde las bases”, con letras, palabras, canciones, videos, dibujos, consignas diversas; desde adentro de las luchas; vi en la tele periodistas vestidas de negro, estuve con empleadas, trabajadoras, obreras en las calles por una hora; y muchas en la tarde; el “face” estallaba, con fotos, músicas, poemas.
Tantas reuniones de balances del Encuentro Nacional de Mujeres (ENM); tantos encuentros para organizar la marcha, el volante, el flyer, cuantas posiciones viejas y cuantas creatividades de nuevas generaciones, cuantos abrazos en reencontrarnos con luchadoras de todos los caminos, cuantos paraguas rotos ese día, cuanto buscar complicidades en el colectivo con las estaban vestidas de negro ese miércoles 19, cuanta visibilización, cuantos “wasap” con el mismo logo, cuantos llamados por teléfono diciendo “aquí también salimos”, desde Villa La Angostura y San Martín de los Andes; desde Mar del Plata a Necochea, desde Córdoba y Mendoza; más de 140 lugares en nuestro país; de cumpas de la Marcha Mundial de Mujeres de Brasil que conocimos en los foros de Paraguay; cuantas felicitaciones y sentirse parte con cumpas de Venezuela, Chile, Perú, Bolivia; y hasta Barcelona y Murcia, cuantas historias contadas de huelga de mujeres en el mundo; como en Polonia en este año, cuando se les quería cercenar el derecho al aborto.
Cuanta empatía, sororidad, pertenencia de las feministas internacionalistas
Cada una y uno de nosotras y nosotros ha visto una parcialidad, aunque ahora los drones muestren las potencialidades de las marchas; y las redes muestren la extensión de las acciones feministas; pero nadie puede abarcar todo lo que esto significa, tantos años de luchas, dolores, denuncias, avances antipatriarcales, feminismos populares dando batallas, tantos femicidios que ahora aparecen con nombre propio, tantas Lucías que provocan dolor y bronca.
Estoy, estamos, llenas de información que conmueve, que sorprende en la fortaleza y potencialidad; que te hace lagrimear de emoción. Por eso me parecía que estaba de más, escribir algo; me parecía que mejor era seguir reenviando todo lo que llegaba a mis manos, todo lo que se había producido colectivamente y a borbotones estas semanas.
Pero, siempre hay un pero…
En días posteriores, algunas cumpas jóvenes “de la nueva ola” de los feminismos, me preguntaron, mientras me abrazaban y besaban con emoción; “¿qué sentís como feminista histórica?”. Y otras más me interpelan por “wasap” diciendo “viste esto alguna vez antes en tu historia?”, obligándome a decir lugares comunes, sobre lo histórico de la jornada, lo inédito del paro de mujeres y bla bla bla.
Pero estas preguntas me han estado repicando toda la semana, por eso me puse a escribir, sin intentar responder por todas “las históricas” ni en todos los aspectos, ya que es difícil teorizar en el mismo momento en que estamos transitando esta historia.
¿Quiénes somos las “históricas”, las que hemos recorrido un largo camino, “las viejas” del movimiento de mujeres, de los feminismos? ¿Dónde estuvimos en los últimos años; donde estamos, donde seguiremos estando, aportando con las certezas de mujeres enredadas en luchas?
La primera respuesta que me sale, es que quienes son las “viejas”, las ancestrales; no tiene que ver solamente con las edades cronológicas, sino también por el recorrido de mujeres que ya en la década de los ´80 y ´90, tímidamente comenzamos a acercarnos al feminismo, desde diversos lugares.
Y también tuvimos, en esos años, que conocer experiencias de luchas de mujeres en la guerra de la independencia, de las anarquistas, de las sufragistas, con las primeras médicas y maestras; de las armaron grupos de conciencia y lectura del feminismo en la década de los ´60 y ´70, las que denunciaron políticas públicas de gobiernos democráticos contra los métodos anticonceptivos, negando el derecho al placer y a la autonomía; de las que participan en espacios feministas en los exilios políticos; de las que lucharon por el divorcio y la patria potestad compartida, y tantas otras acciones, experiencias, debates; que exceden este listado.
¿Dónde hemos estado en todos estos años las feministas históricas?
Participando activamente en los 31 ENMs, en los Encuentros Feministas Latinoamericanos, construyendo las Campañas por el Aborto y contra las Violencias, dando batalla a los lenguajes sexistas en los medios de comunicación, dando la lucha antipatriarcal en organizaciones populares mixtas, en los 24 de marzo contra el genocidio de ayer y la defensa de los Derechos Humanos de hoy, en los juicios a los genocidas, en las luchas contra el extractivismo y las multinacionales como fue la marcha contra la Barrick Gold en el encuentro de San Juan, impulsando trabajos académicos que influyen sobre nuestras vidas, como es el estudio de las economías feministas, armando cátedras formales y libres feministas en las Universidades del país, formándonos en nuestras organizaciones, defendiendo los derechos de los pueblos originarios y de las mujeres indígenas, migrantes, uniéndonos con las diversidades disidentes con proyectos comunes como el cupo laboral trans en los laburos, discutiendo sobre feminismos latinoamericanos populares, participando activamente en comisiones, juntas internas, sindicatos clasistas; denunciando las políticas de exclusión laboral, defendiendo las escuelas y la educación públicas; somos las que planteamos pedagogías de liberación, las que seguimos diciendo que el patriarcado, el colonialismo, y el capitalismo son la misma mierda opresora, luchando por libertades democráticas para nosotras y para nuestros/as jóvenes y niños/as, las que hacemos visible el trabajo reproductivo no remunerado, las que seguimos luchando por el derecho a decidir, por el derecho al placer, a vivir una vida libre de violencia, enredándonos, juntándonos con feministas latinoamericanas y las kurdas, y las europeas, denunciando los femicidios políticos de las militantes populares que luchan por el derecho al agua y un territorio sin los Monsantos y compañía.
¿Cómo me siento en estos días, como feminista histórica?
Lo primero que se me ocurre, es que esta respuesta tiene que ser colectiva; tendríamos que darle alguna vuelta con algunas para responderla, no tan “subjetivamente”. Pero me atrevo a contestar por mí, ya que firmaré estas palabras.
Y comienzo contestando con algo que escuche una tarde, después del miércoles 19, en un programa de una radio comercial con periodistas conocidos y que hacen más de 15 años que están en los medios, lo cual no es un dato menor. El periodista dijo que acordaba con la marcha, que le habían dado mucha cobertura; que se había metido con el debate de alguna publicación sobre el rol de los varones donde se sacaron posiciones (esto merecía otro artículo, por eso no me voy a meter)… El y la periodista que lo secundaba, leían uno de los tantos decálogos que han circulado por las redes sobre porqué marchamos el miércoles 19; y luego de algunas consideraciones sobre el impacto de las marchas y el paro de mujeres; comentan que en octubre se produjeron 19 femicidios; y siguen diciendo que hay que pensar que recién en el 2015 se hizo la primera marcha de Ni una Menos; y que con el tiempo se iban a ver modificaciones culturales.
¿Y la historia de luchas de mujeres y feministas? ¿Y los 31 años de Encuentros Nacionales de Mujeres, entre tantas experiencias históricas más que no cabrían en este escrito?
Si este corte histórico lo hicieran solamente estos periodistas, no tendría ninguna importancia; lo preocupante sería que esta fundamentación empiece a ser un lugar común y nos pase como dijo Rodolfo Walsh hace muchos años, “Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde… La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas”.
No veo que por ahora esto pase, estoy abriendo el paraguas, ahora que estos se pusieron combativos, feministas y con los colores del arco iris, de la wiphala y de la bandera de la comunidades disidentes.
Por eso me siento muy conmovida en estos días, de gran visibilización de los resultados de luchas históricas; pero sería un gran error dormirnos sobre nuestros laureles, pensar que por esta jornada el patriarcado está en retroceso.
Hemos avanzado mucho, mucho; tanto las luchas históricas de las mujeres como el gran logro de sentirnos unidas con la comunidad LGTBB, con las sexualidades disidentes, con los logros de Lohana Berkins y Diana Sacayán, que con acompañamiento tímido de algunas feministas, dieron batalla en los Encuentros Nacionales de Mujeres para este reconocimiento.
A pocas semanas del ENM de Rosario, a pocos días del 19; no dejan de circular experiencias de mujeres luchadoras en el mundo, se nos abren en abanicos sin techos. Llega la información de que 3 mil mujeres palestinas e israelitas caminaron dos semanas para llegar al poder central de Israel, para pedir por la paz. Y en Murcia, en la conocida tienda del Corte Inglés, salen a denunciar a acosadores sexuales en el trabajo, cierran la tienda y se presentan con la bandera que dice “ Si tocan a un@, Nos tocan a tod@s”.
Y mucho más cerquita, las pibas y pibes de una escuela secundaria de Lanús, que hacen un video problematizado sobre los mandatos patriarcales sobre el uso de juguetes, las separaciones en las filas entre varones y mujeres, la desvalorización y los prejuicios que hay en las escuelas… Nuevas generaciones que se comienzan a preguntar, a problematizar, a tomar posiciones, a luchar por la libertad; participando en lo que decidan y con los métodos que puedan llevar adelante, en total autonomía.
Y las cumpas bolivianas compañeras y amigas de Reina Maraz, la joven originaria del altiplano boliviano que sigue detenida condenada por asesinato, siguen organizando movilizaciones exigiendo su libertad. Marchan con fuerza, cantando en quechua, acusando a la justicia misógina y colonial, que la tienen detenida por mujer pobre y migrante.
Por eso, como dicen las canciones que cantamos bajo el sol y las lluvias; el patriarcado se va a caer, se va a caer; sólo si seguimos juntas y construyendo poder popular.