“Una identidad de género diferente no significa que no podamos tener el derecho a una vida plena y sin violencia” dice Mónica Estefanía Chub y ella sabe de qué habla: es la única persona trans de su comunidad en Chimaltenango, Guatemala. Marcha por el orgullo, milita desde los espacios que le dan aire a la intersección de las batallas diversas, feministas, indígenas y populares y destaca la importancia que tuvo su madre en la construcción de su plena identidad.
Por María Eugenia Waldhüter (Marcha Noticias) y Juliana Toro (Colombia Informa) | Fotos: Juliana Toro.
Comienza a caer el sol en Chimaltenango, Guatemala. Los últimos colores de la tarde se mezclan entre todos los matices de verde de las montañas y su vegetación. Finaliza una extensa jornada de trabajo en la que periodistas, comunicadoras y comunicadores comunitarios, indígenas y feministas de ocho países, nos reunimos para conocer y poner en común la situación de las mujeres, los territorios y la libertad de expresión, en el marco de un encuentro continental que se desarrolló durante la última semana de abril y en el que Marcha y Colombia Informa estuvieron presentes.
En la puerta de un aula de la escuela bilingüe de la Asociación Maya Uk’ Ux B’e, finalmente logramos hacernos del tiempo para sentarnos a conversar, aunque ya veníamos haciéndolo en el transcurso de los días entre algún abrazo siempre listo o un gesto de picardía a la distancia para celebrar la complicidad que se tejió en poco tiempo. Mónica Estefanía Chub comienza hablando en su lengua, traduce de inmediato y agradece la entrevista. Nos cuenta que tiene 30 años, que proviene del departamento de Alta Verapaz, que es Maya hablante Q’eqchi’ – castellano y que es una mujer trans indígena.
– Es un gran gusto poder compartir desde nuestras voces y existencia nuestra lucha y resistencia territorial que hemos estado realizando nosotras las mujeres trans indígenas.
Mónica formó parte del encuentro y compartió su opinión en cada una de las jornadas. En sus intervenciones traía la experiencia de su lucha, su vida y la memoria de sus compañeras trans que, igual o más jóvenes que ella, fueron víctimas de una violencia patriarcal que terminó con sus vidas. Por ellas y para ponerle fin a las diferentes formas de violencia que sufre la comunidad LGTBIQ+ en Guatemala, es que Mónica se involucró en el activismo desde el 2017, aunque reconoce que su formación comenzó unos años antes.
– Pues me indignaba bastante ver toda la situación al escuchar que una compañera era agredida físicamente, o que una compañera haya sido desplazada de su territorio porque no se le aceptaba y no se respetaba su orientación o identidad de género. Cosas que quedaron impunes, nadie le dio seguimiento, compañeras que realmente viven en otros ámbitos sociales en los cuales sabemos que no es fácil vivir. Entonces fue así que me fui involucrando y ya en 2017 tuve la oportunidad de participar en la caminata del orgullo, del Pride, aquí en la ciudad de Guatemala, en donde fuimos casi cinco compañeras que tuvimos que viajar para poder presentarnos. Fue la segunda vez que nos presentamos con esta indumentaria en estas actividades en donde realmente era de suma importancia nuestra participación para ser visibles. En el departamento donde yo vivo soy la única mujer trans que ha estado al frente del movimiento en las luchas sociales, acuerpando a otros movimientos. Salimos a las calles a manifestar nuestras inconformidades, también a sensibilizar a la población en cuanto al reconocimiento de nuestra comunidad, al respeto y para que no se violen nuestros derechos humanos. Son trabajos que aún seguimos realizando en el departamento y seguiremos trabajando porque aún falta mucho.
Una declaración de visibilidad y existencia, un acto de interseccionalidad, esa clave sin la cual es imposible pensar los feminismos. Así es la presencia de Mónica en los diferentes espacios en los que interviene.
– Entonces fue ahí donde tuve el acercamiento de una organización. Ellos me contrataron para ser lideresa en un departamento y me dieron proyectos para trabajar con la comunidad sobre la defensa de los derechos humanos de la población LGBTIQ+ enfocándonos en la comunidad indígena. Sabemos que somos una comunidad súper vulnerable, súper discriminada y además de eso, todavía estamos en el olvido, pues nuestra existencia siempre ha sido negada y no se nos ha visibilizado como tendría que ser. Y es así como inicio en el activismo, involucrándome en distintos espacios, en distintas mesas interinstitucionales. Fuimos socializando fuertemente todo lo que refiere a la comunidad LGBTIQ+, y a pesar de eso la discriminación sigue presente en cualquier espacio, pero seguimos trabajando, pedimos respeto, que no se sigan vulnerando nuestros derechos y que no se nos siga violentando.
Un tiempo después, el equipo de periodismo feminsta de Ruda, se contactó con Mónica y desde entonces colabora con el medio. Junto a Ruda y otras organizaciones participó de la Sala de Creación: Otras narrativas LGTIBQ+ en Centroamérica en el marco del proyecto “Libre de ser” en el que llevaron adelante el corto documental “La fe tiene diferentes rostros”, allí Mónica contó cómo su práctica religiosa la liga a su comunidad y destacó la importancia del vínculo con su madre.
– Nunca imaginé este momento.
Dice Mónica ante el auditorio del Encuentro “Mujeres, territorios y libertad de expresión”. Se abraza con Ketzalí, su compañera de Ruda, que organizó la sala para la proyección del video y su presentación. Entonces Mónica habló de su madre y dijo que tuvo la suerte de contar con su amor y no con su rechazo.
– Escuchar la voz de una madre diversa; ella se expresa y deja un mensaje a todos los padres de familia, porque no se puede discriminar o despreciar a un hijo o una hija diversa. Ella solicita también demostrar el amor de una madre, de un padre.
Mónica sabe que la lucha no es fácil y que la situación en el marco de las comunidades indígenas tampoco es sencilla para las personas trans, pero apuesta con un trabajo perseverante por lograr cambios, aunque sean poco a poco.
– Todavía falta mucho porque realmente ser indígena no es tan fácil. Estás vulnerada a que tu familia misma te excluya de tu núcleo familiar, o si no es tu familia son los Consejos Comunitarios de Desarrollo (COCODES) de tu barrio, tu colonia en donde tú vives, en donde ellos pueden desplazarte a otros espacios. Esa fue la situación que varias compañeras enfrentaron en otros territorios; se vieron forzadas a desplazarse a otros espacios porque, realmente pues, en la comunidad indígena todavía se basan en la cultura de la religión. Entonces son cosas que realmente aún se siguen enfrentando porque no te comprenden, no le ponen importancia a poder informarse. Indigna bastante ver que aún todavía se sigue enfrentando esta situación; compañeras y compañeros que la familia los somete a ser esclavos, los somete a que su propio hermano, tío, primo o padre les lastime físicamente, hasta incluso pues llega al extremo de ser víctima de violencia sexual. Realmente pues, aún todavía falta mucho que trabajar en la comunidad indígena, porque ahí es donde hay mucha vulnerabilidad porque no te reconocen, no te dan esa libertad de poder vivir plenamente como tú quieras. Pero hemos estado trabajando fuertemente con la comunidad indígena, en este espacio en el que estamos hoy casi la mayoría somos indígenas, son espacios donde se visibiliza, donde se dice que la comunidad de la diversidad sexual indígena está y que realmente pues no podemos invisibilizarlo.
En el año 2018 Mónica pudo tramitar en la Ciudad de Guatemala la legalización de su nombre en el documento de identidad mediante una asociación de abogados que le ofreció ayudarla e iniciar las gestiones.
– Realmente no había tenido la oportunidad de poder hacerlo y entonces él (el abogado) me consultó si yo quería hacerlo y le dije que sí, que realmente era uno de mis sueños y una de mis metas. Como dos o tres meses después él se comunicó conmigo telefónicamente informándome que habían conseguido fondos para poder legalizar mi nombre, porque legalizar el nombre tiene un gran costo y no tenemos la accesibilidad de poder adquirir ese documento, es un impedimento que tenemos casi la mayoría de las mujeres trans. Así que me pidió que le enviara unos documentos y que ellos se iban a poner a trabajar en la legalización de mi nombre. A casi seis meses de todo este proceso él se comunicó conmigo y me informó que yo ya había legalizado mi nombre. Fue una sorpresa para mí porque no me lo esperaba y nunca me lo esperé. Gracias a la vida todo salió bien y me comunicó que estaba legalizado mi nombre y que no iba a gastar ni un centavo porque habían cubierto la suma de 6 mil quetzales (aproximadamente 780 dólares), un costo que yo no podía asumir. Y me dijo que podía ir al registro de las personas para solicitar mi documento, con un certificado de nacimiento con el nombre que yo me puse”.
– ¿Qué sentiste?
– Sentí una gran satisfacción, pero aparte de eso es como romper brechas en el aspecto de darte a conocerte más y vas como abriendo caminos de más compañeras. Entonces, ahí tengo mi documento que realmente, pues casi muchas personas hoy en día no lo creen, todavía les cuesta asimilar este cambio de nombre. Pero sí tengo legalizado el nombre, lo único que no se nos ha reconocido en nuestro documento es nuestra identidad de género que sigue siendo una batalla que llevamos todos los movimientos de las mujeres trans aquí en Guatemala. En el 2018 se estuvo dialogando y debatiendo una iniciativa de Ley de Identidad de Género en el Congreso para que se reconozca nuestra identidad y no tener problema en cuanto a la legalización de nuestro nombre, pero lastimosamente sabemos que aún todavía hay grupos conservadores, personas machistas, y pues esto no permitió que esta iniciativa de ley se le diera continuidad, ahí está estancada en el Congreso y no se ha podido debatir.
Las diferentes formas de violencia que amenazan a la comunidad LGTBIQ+ en América Latina no deja de traer datos alarmantes a lo largo del continente, pero en Centroamérica la situación es especialmente preocupante. La organización Sin Violencias LGBT realizó un relevamiento en que informan que se estima que 3599 personas fueron asesinadas por crímenes de odio en América Latina y el Caribe entre 2014 y 2020. En Guatemala, el Observatorio por Muertes Violentas de la Red Nacional de la Diversidad contabilizó 28 crímenes de odio durante el segundo semestre de 2021, duplicando así la cifra del semestre anterior correspondiente al mismo año. Mónica es una de las tantas activistas del continente que no baja los brazos, sabe que su vida está en riesgo cada día solo por ser quién es.
– Yo insto a que sigamos luchando, a que sigamos trabajando, que no permitamos que avance toda esa discriminación. Nosotras las mujeres y hombres trans sabemos realmente que estamos vulneradas a ser también víctimas por crímenes de odio, porque vemos que cada día una mujer trans es asesinada y es muy lamentable,ver que un Estado no responda por todos estos crímenes de odio, sino dejando en impunidad toda esta situación. Considero que es muy importante que sigamos luchando en distintos espacios, que no decaigamos ,que realmente nuestros objetivos los podemos lograr uniendo nuestros esfuerzos para poder seguir trabajando en pro de nuestros derechos. También pues insto y llamo a la reflexión, porque puede ser que me escuchen padres y madres de familia, reconzocamos a un hijo o una hija diversa, no le rechacemos, simplemente demostremos el cariño y el amor de un padre y de una madre que es lo que como comunidad buscamos. Cuando no tenemos el amor de una familia, en algunos casos, se llega al extremo del suicidio al ver que tenemos una familia que no nos acepta y una sociedad que tampoco nos acepta, esto nos deja en una situación de mucha vulnerabilidad. No podemos seguir permitiendo todo esto, el hecho que tengamos una orientación sexual o una identidad de género diferente no significa que no podamos tener el derecho a una vida plena y sin violencia. Eso siempre hemos estado exigiendo y hay que seguir trabajando, hay que seguir alzando la voz y no decaigamos en nuestras luchas.