Por Francisco Farina y Romina Fernández.
Inspirados en José Martí, el 26 de julio de 1953 un grupo de jóvenes da el primer paso para lo que sería unos años más tarde el triunfo revolucionario. La epopeya del Cuartel Moncada, semilla de la Cuba socialista.
“Era necesaria una arremetida final para culminar la obra de nuestros antecesores, y eso fue el 26 de julio”, explicaba Fidel Castro en el 20º aniversario del Asalto al Cuartel Moncada. Interminable es la bibliografía que aborda a la Revolución Cubana. Intelectuales de todos los perfiles imaginables y geografías disponibles trataron y tratan de explicar el proceso revolucionario de la pequeña isla. Si queremos entender la génesis, la victoria y el proceso revolucionario contra la dictadura batistiana hay que retroceder un poco más que al 1 de enero de 1959. Será cinco años antes, en pleno carnaval, cuando un grupo de jóvenes realizaría la primera acción que se explica en la coyuntura que se vivía en la isla a principios de la década de 1950.
I
Era el 10 de marzo de 1952. Fulgencio Batista, candidato por el Partido Acción Unitaria, se adelanta abruptamente a las elecciones fechadas para el 1 de junio. Sucede lo que se venía sospechando durante la campaña electoral: un golpe de Estado que destituye al entonces presidente Carlos Prío Socarrás. Anteriormente se había suicidado Eduardo Chibas, el principal representante y candidato del Partido del Pueblo Cubano (Partido Ortodoxo), donde militaba el estudiante de abogacía Fidel Alejandro Castro Ruz.
Con el golpe de Batista, Cuba se sumerge en una crisis mayor a la que venía padeciendo. La isla se transforma en escenario ideal para el turismo berreta de casino y prostitución. Una extensión de los Estados Unidos, cuyo gobierno reconoce como legítimo al gobierno de facto. Atrás queda la posibilidad concreta de un cambio por la vía electoral. Tan cerca que había estado. El clima es de descontento y rechazo, y el estudiantado sale a las calles. “No fue un cuartelazo contra el presidente Prío, abúlico indolente; fue un cuartelazo contra el pueblo, vísperas de elecciones cuyo resultado se reconocía de antemano”, escribiría Fidel.
En el local del Partido del Pueblo Cubano, en Prado 109, circulan jóvenes militantes. Se multiplican en cada localidad cubana. Son estudiantes, obreros, profesionales, campesinos. Se discute, se planifica. Se concluye que la única salida en aquel contexto es la lucha armada.
II
Madrugada del 26 de julio de 1953. Granjita Siboney, ubicada camino a Playa Siboney, a pocos kilómetros del centro santiaguero. Un tipo de cara seria, bigote bien recortado y espalda ancha llamado Fidel Castro Ruz, junto a otro de anteojos y peinado prolijo de nombre Abel Santamaría, organizan los próximos movimientos de la noche. Frente a ellos, 158 hombres y dos mujeres escuchan y esperan directivas. Otro puñado hace lo mismo en Bayamo. Hace algunas horas que están ahí. No saben con precisión qué va a pasar, pero saben que están en algo grande.
Últimos detalles antes de la partida. Se dividen tareas y puestos. Se reparten las armas. Se calzan los uniformes. Cantan el himno. Recitan poemas del compañero Raúl Gómez García y leen el Manifiesto que más tarde planean dar a conocer a toda la Nación. Última oportunidad para darse la vuelta y ninguno se arrepiente. Ahí están Fidel y Abel, esperando que las ideas se hagan acción. Ahora todos saben el verdadero objetivo, el cómo y el cuándo. Están ahí preparados para asaltar el Cuartel Moncada, segunda fortaleza militar del país. Y el Cuartel Manuel de Céspedes en Bayamo, para cerrar cualquier posibilidad de avance militar desde ese costado.
Salen los autos con los muchachos y las dos muchachas rumbo al Cuartel. El puñado de Bayamo se prepara para lo suyo.
Cerca de las 5 de la mañana del 26 de julio, lo que suena no son fuegos artificiales, son estruendos de ametralladoras. Tardan los santiagueros en darse cuenta. Fidel, encargado del cuartel, no llega a entrar. Algo sale mal y avispa a los uniformados de la jugada próxima. En el hospital Saturnino Lora, frente al cuartel, Abel y sus compañeros logran reducir al personal de la entrada pero se dan cuenta que afuera no están corriendo en suerte. Raúl, en el Palacio de Justicia, aborta la misión.
La operación no logra concretarse, muchos caen en combate, otros caen apresados, torturados y asesinados. Son 62 los muertos en total. Sólo ocho de ellos fueron durante el tiroteo. Después están los que fueron detenidos, torturados hasta el cansancio y asesinados en el hospital y el Cuartel. Los que lograron esconderse y fueron encontrados, torturados hasta el cansancio y asesinados. Y están los que huyeron con Fidel y fueron encontrados cinco días después en el monte, con garantías negociadas desde la Iglesia para no ser torturados y asesinados
III
En el juicio que se les realiza dos meses después, el joven abogado Fidel Castro debe auto-defenderse ya que se le negó dicho derecho. Fidel se las ingenió para escribir una autodefensa ejemplar, denunciando todas las ilegalidades de Batista y las torturas a sus compañeros. Esas palabras llegaron a escondidas y en pequeños papeles a las manos de los compañeros, gracias a Haydée Santamaría y Melba Hernández, quienes lograron hacerlo circular. El texto, conocido más tarde como “La Historia me absolverá”, se transforma en un libro indispensable que explica los últimos 58 años de la historia cubana. A Castro, en un juicio aislado y lleno de irregularidades, se lo condena como a los otros combatientes hasta con 15 años de pena.
Después de un tiempo, es Isla de Pinos, varios partieron al exilio. Esa es la continuación de la historia. Fidel en México. La llegada de un argentino que venía viajando por Latinoamérica. El Movimiento 26 de julio, la generación del Centenario del nacimiento del apóstol José Martí y al calor de sus ideas y el antecedente del Moncada. Los largos días en Sierra Maestra. El sueño era posible y en el camino se fueron sumando hombres, mujeres, jóvenes, miles a continuar lo que nació en la Granjita Siboney.
Al dejar Cuba y partir al exilio, Fidel dijo que de un viaje así no se vuelve o se vuelve con la tiranía descabezada a los pies. Hoy, aquel Cuartel Moncada es una escuela. Esa es la Revolución que expresa Fidel en su defensa. Esas son las ideas por la cual el pueblo cubano acompañó al Movimiento 26 de julio y derrotó a la dictadura de Batista. Esas son las mismas ideas que hoy hacen a Cuba inquebrantable frente al imperialismo.