Por Lorena Romo Muñoz*
Una mañana más en la que me levanto con la tristeza, el pan sigue siendo la incertidumbre y el agua no me quita la sed. Ha dejado de llover. La tierra y sus movimientos se han acompasado con la fertilidad de la Luna, y este abril parece extenderse sin clemencia aun cuando el dolor siga siendo el alimento de cada día. Yo no sé si seré yo o serán los sinsabores que deja el invierno, los que me nublan la mirada. Yo no sé si serás tú y el anhelo que representa el futuro lo que me ayuda a levantar de las cenizas y sentirme Fénix, que canta libre, que vuela alto y nunca muere.
Lo irremediable no existe, siempre podemos curar. Las heridas se pueden sanar sin necesidad de llegar a los extremos de lo inimaginable. A veces los remedios están a la vista y no necesitan buscarse en otros lados. Los remedios son como las respuestas, están más cerca de lo que unx espera, están en nosotrxs, están anclados al alma. No se trata de calmar la herida, se trata de sanarla. No se trata de tirar la toalla, se trata de ajustarla.
La distancia es como el tiempo, enemigxs inseparables. A la vida la ponen en jaque, son el típico camino culebrero. Los primeros síntomas son los dolores de cabeza, son las rasquiñas en el cuero cabelludo, la mordedera de las uñas, el canibalismo, te carcomes a ti mismo. El segundo episodio es la desesperanza, la angustia, los deseos de la muerte, las ganas de tirar todo. Las siguientes manifestaciones no las dejas llegar pues llega ese preciso instante en el que buscas desafiar al enemigo y le das la cara para enfrentarlo. Y aparecen las armas, las armas que te dieron desde que naciste. Es que la sociedad hace que olvides que naciste para ser guerrero y que las armas son para la batalla y no para los basureros. Y ves cómo el espíritu mítico de la guerra se hace sable, se hace flecha, se hace piedra y no solo desafías pues sabes que quieres ganar la guerra y aunque cueste lágrimas y heridas, vas con la certeza de la victoria.
Y así es la vida. Un mar de enfrentamientos, una infinidad de sentimientos. Más contradicciones que certezas, más cadenas y candados que llaves y libertades. Nuestra existencia está mediada por la duda, por la jodida impaciencia, por la ternura y el amor. No hay recetario que las resuelva, pero son los sueños los que todavía nos permiten ser y hacer.
¡Ah, pero qué optimismo! Dirían lxs lectores afanosxs. Eso somos, la sincronía perfecta de lo imperfecto y así seremos, porque manantial no somos, no brotamos de la nada y no sabemos sobre el infinito.
Y si me llaman optimista por sentir que puedo conquistar el futuro, que me digan mezquina y arrogante porque mis ganas son más fuertes que lo que escupe mi lengua. Porque sé que quien me lee y esta detrás de esta pantalla también sabe que se puede. Que no es fácil hacerlo pero que no es imposible de conquistarlo.
* Lorena Romo Muñoz es politóloga de la Universidad Nacional de Colombia. Fue objeto de un montaje judicial por supuestos vínculos con la insurgencia junto a otrxs líderes juveniles de Bogotá. Actualmente se encuentra en libertad aunque pesa un proceso judicial persecutorio en su contra.