Por Ailín Palacios* / Foto gentileza Mundanas
Un relato en primera persona. Victoria y su lucha, que es la de muchas: que no prescriban las causas judiciales por abuso sexual infantil. El jueves encabezará junto a otras mujeres luchadoras una jornada para visibilizar el accionar del poder judicial.
Victoria de por sí lleva un nombre intenso de símbolos y lleva consigo las banderas que no callan, en pie de las mujeres organizadas. Ella es docente, trabajadora, madre y amiga de su gente. Lleva mucha historia en su cuerpo, que difícilmente se queda quieto.
Ha emprendido un camino de lucha feminista y popular, de resistencia, de no dejarse vencer, la convicción de sus sueños ha generados ecos y sororidad. El reclamo de Victoria y su hemana es sobre nuestras relaciones, sobre los tratos, las costumbres, la crianzas, el amor, el respeto. Para nuestra sociedad, nuestras familias y nuestros vecinas/os aun hoy les es incómodo escuchar estos reclamos que no naturalizan la historia de una educación violenta, el abuso sexual infantil.
Es el lado más oscuro del humano, el lado más perverso de nuestra cultura, la violencia hacia las mujeres y niñxs y eso molesta, incomoda, porque cuando se abre la boca hay que hacerse cargo de lo que se dice. Es el reflejo de nuestras costumbres a la orden del día, frente a nuestros ojos, en los medios de comunicación, en los carteles, en la escuelas, en los silencios y en la jerga; lo dice Cordera, se ríe Tinelli y lo avala la Iglesia…
Victoria, tu relato lo hacemos nuestro
“Mi hermana y yo fuimos abusadas hace 25 años por Norberto Funicelli, que era novio de mi mamá, que vivía en nuestra casa. Éramos muy chiquitas, teníamos 4 y 6 años y cuando dijimos lo que nos estaba haciendo no fuimos escuchadas, por lo que varios años olvidamos que había ocurrido.
Ya en la adolescencia nos volvieron muy fuerte los recuerdos, pero fue años más tarde cuando nos animamos a denunciar.
Me fue de gran ayuda poder ir a ´Liberatorias´, el espacio de contención de mujeres con casos de violencias, donde la Lic. Raquel Disenfeld siempre se refiere a nosotras como que fuimos víctimas pero hoy podemos luchar por ser quienes querramos.
Más allá de cómo nos animamos a hacer la denuncia, me parece importante destacar que nuestras intenciones desde un principio fueron, en primer lugar, evitar que ´este tipo´ siga cometiendo abusos sexuales, también, poner las culpas a quien le corresponde frente a una sociedad acostumbrada a culpabilizar a las víctimas, y visibilizar un tema que se suele callar pero es más común de lo pensado.
Por eso, si bien para nosotras es importante que se haga justicia por lo que nos hicieron, ésto no deja de ser parte de una lucha colectiva, que se empieza a hablar un poco más, pero que todavía no tiene la repercusión que debería tener por las implicancias masivas y horrorosas que generan a la gente en general.
Si bien se avanzó en materia legislativa, como la ley Piazza y su modificación del año pasado que permitirían que se pueda denunciar en la adultez, respetando los tiempos de las víctimas, todavía hay una gran resistencia en los tribunales y se suele buscar la ley más beneficiosa para los acusados.
Mi denuncia no escapa a esa realidad, y estoy apelando porque si bien las pericias que nos hicieron ratificaban con solidez nuestros relatos, el juez sobreseyó a Funicelli porque dice que la causa está ´prescripta´.
La Fiscalía N°1 también apeló, y el jueves 25 de agosto a las 11, tenemos una audiencia en la Sala VII de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, Viamonte 1151, CABA, a donde vamos a movilizar para exigir justicia.
Creo que hay que unir todos estos reclamos en los que es muy difícil lograr la condena de los abusadores, con un Estado que no escucha, pone trabas y revictimiza a las víctimas. Hay que empujar desde abajo, uniéndonos en temas como la imprescriptibilidad de estos casos, y convocar a todas las organizaciones a que tomen esta problemática también como una lucha política”.
Una lucha difícil pero posible si colectiva
Como feministas populares aprendemos cada día de estas historias, de estos movimientos; y para sobrevivir en un sistema tan cruel y desigual, hay que hablar, hay que superar el miedo al tiempo, aprender de la sororidad, comunicándonos, expresando, llevando estas mujeres y hombres nuevos a cada rincón de la vida, jamás se debe perder de vista ese horizonte y aferrarse a las convicciones de los sueños. La lucha, la rebeldía, la alegría de encontrarnos, movernos y el feminismo te enseñan esto y por esto no nos vencemos.
*integrante de la colectiva de género y disidencias sexuales, Agite Rebelión
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