Por Jimena Marín y Laura Salomé Canteros / Foto por Constanza Portnoy
El repudio a las violencias machistas y los femicidios convoca a miles de personas lo que evidencia que son problemáticas sociales y políticas. Sin embargo, los machos siguen violentando, el funcionariado se excusa ignorante y las coberturas de los medios no avanzan: las víctimas son culpables y las que salen a luchar, violentas.
Ni silenciosas ni sumisas, las mujeres ya no piden permiso ni dan pasos atrás a la hora de salir a las calles a luchar por las que son violentadas o las que no están producto de la alianza entre los machos y las instituciones que perpetúan y omiten responsabilidades, multiplicando el poder y los privilegios patriarcales.
En 48 horas en Mendoza se conocieron tres femicidios, el de Janet Zapata, Julieta González y Ayelén Arroyo, que encendieron la alerta de las mujeres y las feministas organizadas a punto que la marcha a la que convocaron el pasado miércoles 28, en menos de 12 horas, movilizó cerca de 20 mil personas en el centro de la ciudad capital.
Con la madre de Julieta González al frente, testimonios de otras violentadas y muchas más conmovidas, de la marcha también participaron Laura Montero, vicegobernadora de la provincia, y Rubén Giacchi, ministro de salud, desarrollo social y deportes, de quien depende la Dirección de Género y Diversidad. El reclamo era claro, “el Estado es responsable”.
Sin embargo, quienes relataron la cadena de hechos (noticiosos), en vez de interpelar a quienes deben llevar adelante políticas públicas para prevenir, sancionar y erradicar las violencias contra las mujeres, desviaron y dirigieron la atención hacia “la violencia de las mujeres contra un edificio público”, ¿fascismo social o sutil forma de justificar la represión?
Los medios, a revictimizar
Imágenes y mensajes robados de sus perfiles en redes sociales que logran impactar porque son jóvenes y claro, bonitas (requisitos que tenemos que cumplir las mujeres para salir en los medios, aun muertas); detalles innecesarios sobre las torturas que recibieron de machos violentos, especulaciones pseudo policiales que esclarecen causas en pocas líneas y la vecindad como fuente en catarata de sentido común, son parte de las coberturas locales, nacionales, siempre hegemónicas, sobre los femicidios de Janet, Julieta y Ayelén.
“Conmoción en Mendoza: hubo dos femicidios en menos de 24 horas”, tituló Infobae en la sección policiales. “Asesinadas de manera violenta”, arranca el relato noticioso, ¿acaso hay asesinatos que no lo son? nos preguntamos. “El primer caso fue el de Janet Zapata”, “en menos de 24 horas fueron hallados los cuerpos de dos jóvenes” cuentan, ¿y si hablamos de historias de vida interrumpidas o de subjetividades violentadas en vez de “casos” o “cuerpos”?, ¿no daríamos lugar a la esperanza de que morir por ser mujeres no es destino?
Presentar las historias de violencias y los femicidios en la sección policiales de un medio tiene consecuencias. En la mayoría de los medios que cubrieron estos días no hay alusión al machismo que se lleva la vida de una mujer cada 30 horas, ni que la violencua machista es producto de las asimetrías de poderes, ni tampoco difunden contactos donde puedan comunicarse las mujeres en situación de violencias que necesitan asistencia.
Ayelén Arroyo de 19 años, fue asesinada por su progenitor, Roque Arroyo, quien está imputado por “homicidio agravado por el vínculo”, “femicidio”, “desobediencia” (tenía una orden de alejamiento que no cumplió), y “abuso sexual con acceso carnal en grado de tentativa agravado por el vínculo”, por una denuncia previa. Fue las más revictimizada por los medios, que a falta de ética periodística y sensibilidad ya que Ayelén era de clase popular, recurrieron a la vecindad y la policía como principal fuente de información sobre las violencias que padeció, exponiendo a lxs primerxs ya que muchas veces los femicidas suelen ejercer represalias. “Hace unos años, Ayelén me contó los abusos de su padre y que había embarazado a su hermana“, dijo un vecino en Mdz online. “´La golpeó brutalmente´, dijo aún sorprendido uno de los policías que tuvieron acceso a la escena”, se afirmó en la sección policiales de Los Andes, sucursal de Clarín, y principal medio gráfico de la provincia.
“El femicidio es un crimen de odio contra las mujeres”
Quizá de las pocas coberturas conforme a derechos fue la de Unidiversidad, que difundió en su portal una entrevista a Alejandra Ciriza, feminista y activista, quien afirmó que la prevención de las violencias “tiene que ser una política de Estado”, ya que no basta “con la intervención, la buena voluntad o la declaración” de parte de funcionarixs. “Ignoran lo que se hizo antes y empiezan desde cero, y con discontinuidad no se puede avanzar”, dijo, la violencia que termina en femicidio es “una problemática que afecta estructuralmente a las mujeres y tiene que ver con que esa vida no vale nada para el Estado”.
“Las personas demandan pero no hay para ellas una respuesta adecuada, y ésta sería una que llegue a tiempo”, y agregó, “las funcionarias se toman de manera liviana, superficial y desinformada la necesidad de una política integral respecto de las mujeres y la violencia machista”. “El femicidio es un crimen de odio contra las mujeres”, declaró, y finalizó, “las respuestas de la mayor parte de los funcionarios dan cuenta de su infinita ignorancia”.
Importamos menos “que las puertas de la Legislatura”
Luego de los femicidios de Janet y Julieta quienes estuvieron desaparecidas casi una semana, las expresiones de la multitudinaria marcha (autoconvocada), la represión de las fuerzas provinciales frente a la Legislatura de Mendoza capital, y el conocimiento público de otro asesinato, el de Ayelén en manos de su progenitor; las coberturas mediáticas hicieron lo propio: desde la exposición de sus imágenes y datos innecesarios, a la presentación de los “casos” como aislados, en las secciones policiales e instalando a todas las mujeres como inevitablemente víctimas, sin lugar a la esperanza de que morir por ser mujeres no es nuestro destino, a la justificación de la represión y demonización de las mujeres luchadoras.
Desde la Red PAR -Periodistas por una comunicación no sexista-, emitieron una declaración en la que recuerdan lo que por estos días parece olvidarse, que “los femicidios no son delitos de índole privado”; y en la que alientan a un “tratamiento periodístico responsable de estos casos, preservando siempre a las víctimas”, y aconsejando “un cambio de paradigma en la imagen que se transmite, contribuyendo a la erradicación de las desigualdades de género e impulsando una comunicación inclusiva que permita desnaturalizar la subordinación de las mujeres en la sociedad”.
Por su parte, desde Feministas Autónomas de Mendoza, repudiaron “las repercusiones malintencionadas tanto por parte de los medios de comunicación como de las autoridades provinciales”, llamando a días de un nuevo Encuentro Nacional de Mujeres a, “ni un minuto de silencio” y “toda una vida de lucha” por las asesinadas, desaparecidas y violentadas.
“Si se habla de violencia machista es porque desde el movimiento feminista hemos denunciado históricamente la desigualdad que sufrimos por el solo hecho de ser mujeres. Hemos nombrado, registrado, producido conceptos y cifras que muestran que no se trata de casos ´aislados´, problemas ´domésticos´ ni ´privados´, sino que es un problema social público y político”, afirmaron. “Repudiamos los dichos de las autoridades del estado provincial, quienes en vez de asumir la responsabilidad que les cabe por las muertes evitables de mujeres, y la omisión a las denuncias sistemáticas por violencia, abusos y desapariciones; salen a dar el pésame, encabezar marchas”.
El enojo fue claro. Quienes estaban cerca de la puerta de la Legislatura, donde terminó la marcha, exigieron que la vicegobernadora Laura Montero dijera unas palabras, pero quien habló fue Jorge Coni, padre de una de las mujeres asesinadas en Ecuador, quien agradeció al gobierno la ayuda, relato por el que fue abucheado, cerrándose el micrófono y las puertas del edificio. Luego, el Gobierno mandó la Infantería que reprimió la marcha contra los femicidios con gases lacrimógenos y balas de goma.
Desde Feministas Autónomas, “denunciamos a un Estado que, en lugar de movilizar a las fuerzas de seguridad y justicia para buscar a las mujeres desaparecidas y juzgar a los femicidas, las moviliza para reprimir las luchas y criminalizar a quienes se manifiestan”, y “a los medios masivos de comunicación porque son responsables de producir un discurso machista que trata de opacar nuestras luchas y exigencias políticas concretas”.
“Violencia no es pintar las puertas de una legislatura”, afirman, “violencia es matar impunemente a tres mujeres en menos de 48 horas. Violencia es que quienes deberían investigar los femicidios y dar respuestas, contención y políticas públicas, permanezcan inmutables en sus puestos de poder”. Y en relación a la represión que se desató al finalizar la marcha que movilizó a casi 20 mil personas, agregaron, “como feministas jamás pediremos mano dura porque nunca las políticas de represión y control han sido favorables a las mujeres ni han reducido las violencias. Lo que exigimos son políticas de prevención, atención, y reparación”.