Por La Revancha. Durante los 90′, las transnacionales y las inversiones extranjeras por gobiernos latinoamericanos posicionaron un modelo productivo depredador de recursos, derechos y soberanía local. Cómo se instaló el modelo extractivista, procesos y resistencias. El caso de Catamarca, La Rioja y Chubut.
Dialogamos con Mirta Antonelli, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba, coautora con Maristella Svampa de “Minería transnacional: narrativas del desarrollo y resistencias sociales”. Nicolás Gutman, Magister en Economía y Políticas Públicas y especialista en Desarrollo Minero. Miriam Nievas, integrante de la Asamblea de Nonogasta contra la megaminería.
A partir de las diversas voces reconstruimos una historia que, con grandes complicidades, violenta derechos humanos esenciales.
– ¿Qué implica la megaminería para nuestra región?
– Nicolás Gutman (NG): Configura un actor muy poderoso en la región que tiene la capacidad de atravesar al Estado para ir modelando las democracias que se necesitan para la implantación y expansión del modelo minero.
Mirta Antonelli (MA): El extractivismo y neoextractivismo fueron dos modos de nombrar una escala de extracción y un tipo de actor y de dinámica de ese actor, que concretamente son las transnacionales. Y la escala es la megaescala. Este modelo se empezó a llamar extractivismo por el volumen de recursos naturales que remueve, por las ingentes cantidades de energía y de agua que requiere, que están fuera de cualquier escala poblacional. Es decir, una sola minera consume la energía equivalente, por ejemplo, al 80% de la provincia donde está ese yacimiento. Es el caso de La Alumbrera. También la cantidad de agua, que es claramente gravosa. Para el mismo caso, por ejemplo, se estima en 100 millones de litros de agua por día en Provincias como Catamarca, que es árida y semiárida.
(NG): Una mina tiene un ciclo de vida de 15 o 20 años. Cuando se va la mina, si hay una contaminación la contaminación persiste. Los metales pesados persisten en el ambiente 20.000 o 30.000 años. Es a perpetuidad. Sobre la sedificación que genera el drenaje ácido que generan las minas, por ejemplo, en España se encuentra drenaje ácido de minas del Imperio Romano, hoy.
(MA): Es un modelo de destrucción geopoblacional muy violento. La dinamitación de las montañas, que requiere volúmenes increíbles de explosivos y de sustancias tóxicas en todas sus partes, tiene enorme e irreversible impacto. Así como los recursos son finitos. Lo que se llevan no se fabrica más. Montaña que se vuela, montaña que no está más. Cuenca contaminada, no se descontamina nunca más. Los impactos son acumulativos, permanentes y son transfronterizos. Una contaminación en Catamarca, no queda en Catamarca.
– ¿Cómo ha sido la implementación del modelo en general, que vincula a países, gobiernos y empresas? ¿Cómo fue la implantación en los 90′ y que está pasando con los gobiernos llamados progresistas en la región?
– (MA): Todo lo que es extractivismo sigue siendo válido para el neoextractivismo. Neo está más bien asociado a la diferencia de gobiernos entre los de la década del 90′, los gobiernos liberales que llevaron a cabo todos los cambios normativos necesarios para beneficiar a los sectores transnacionales en el sector minero, de estos gobierno que se vinieron a llamar de izquierda o progresistas. Como el caso de Venezuela, Bolivia, Argentina, Ecuador, donde efectivamente no estamos en el neoliberalismo privatizador de los 90′, pero la matriz jurídica económica y todos los beneficios en los gobiernos neoliberales no fue modificada por estos gobiernos. En todo caso, hicieron de ese modelo pilares de una economía reptil.
– La miseria queda y la riqueza se la llevan…
– (NG): En el sistema argentino, pagas un 3% de regalías y te llevas el 97%. Fue durante la doble presidencia de Carlos Menem cuando aquí conocimos la macroprivatización del Estado. Efectivamente, ahí tenemos cambio del Código Minero y de todas las leyes relativas a minería, pensadas para este gran actor que son las transnacionales. Obedece a un diseño que efectivamente no ocurrió solo en la Argentina en los 90′. Más de 12 países de la región modificaron su marco normativo para beneficiar a las inversiones extranjeras directas. Esto configura un actor muy poderoso en la región que tiene la capacidad de atravesar al Estado para ir modelando las democracias q se necesitan para la implantación y expansión del modelo minero. Renunciamos a la soberanía jurídica. Barrick Gold es el ejemplo testigo, primer proyecto binacional del mundo. Han tenido que hacer un tratado para entregar la frontera. Chile y Argentina han entregado toda una franja que se le dio a la Barrick que ya no es territorio de ningún Estado. Ya no tienen soberanía jurídica sino territorial.
– ¿Hay cambio o hay profundización?
– (NG): Todo esto permanece, no se modificó con el cambio de los 90′ al nuevo milenio. Hay continuidad y profundización. El ex presidente Néstor Kirchner elevó al rango de plan estratégico nacional a la megaminería. Eso fue en el 2004, es un punto de inflexión. Las leyes fueron las mismas, pero Kirchner pone todo el aparato del estado al servicio de la megaminería. Pones una actividad prioritaria porque el Estado la considera de interés público. Si uno sobreimprime al mapa de América Latina el mapa de infraestructura, este mapa no coincide con ningún país en particular con ninguna frontera. Atraviesa la región en clave extractiva. Es para llevarse todo de la manera más rápida que permita llevarse a los países centrales lo que aquí se saca.
– El modelo minero extractivista reconfigura todo el territorio y sus fronteras. ¿Qué incidencia tienen las comunidades locales en la resistencia?
– Miriam Nievas (MN): La conflictividad que genera el modelo es la que muestra más descarnadamente la violencia sobre los territorios, sobre los recursos pero también sobre las formas de vivir, sobre la habitabilidad, sobre la sociabilidad. Cuando no funciona el discurso de que esto trae desarrollo, de que la minería va a cambiar la vida del pueblo, lo que claramente se ve es represión, criminalización y judicialización.
– Un caso de resistencia social local: Famatina dijo NO a la megaminería.
– (MN): Estamos en una zona en donde hemos parado la megamineria, en Famatina, pero ahora estamos con una problemática incipiente que es la explotación de uranio a 12 km de la capital de la Provincia de La Rioja. Se vería altamente afectada por toda la comunidad con el gas que emana este tipo de minería. El gobierno provincial está creando un ejército de policías. Y por parte de la justicia se nota que todo responde a las políticas de gobierno megamineras. Hay persecución para la gente que trabaja, que ha sido separada de sus cargos. El que esté en oposición a lo que dice este gobierno va preso. Queremos una vida sana, no que vengan grandes corporaciones a quedarse con esa vida.
A nivel local, las batallas se dan ahí y se pueden ganar. Hay casos testigos: Esquel, en Chubut, fue el primer caso emblema de una población movilizada, de vecinos alertas y dispuestos a las múltiples formas de participación. Con el famoso plebiscito se le dijo NO a la Gold para explotar una montaña. Produjeron datos, buscaron información para ver qué significaba explicar que se haría con el cianuro, la contaminación del agua, cómo iba a operar la empresa. Las resistencias como la de Esquel muestran que en territorios con articulaciones es donde se pueden ganar las batallas ciudadanas y las batallas en nombre del futuro.