El jueves 5 de mayo se estrenó “Matar a la bestia”, la opera prima de Agustina San Martín. Marcha dialogó con la directora sobre su película, una historia fantástica con tintes de terror sobre el despertar sexual de una adolescente y su necesidad de confrontar con su pasado familiar.
Por Ignacio Marchini | Fotos: Prensa “Matar a la bestia”
Emilia (Tamara Rocca), una joven de 17 años, llega a un particular pueblo religioso en el borde entre Argentina y Brasil. Está buscando a su hermano, con quien tiene un oscuro asunto que resolver. Se aloja en la posada del monte de su extraña tía Inés donde, según los rumores, hace una semana apareció una bestia. La gente del lugar afirma que este ser es el espíritu de un hombre malo que habita el cuerpo de distintos animales. Entre lo real y lo mitológico, lo humano y lo animal, la culpa y lo sexual, Emilia buscará enfrentarse con su pasado.
Esa es la premisa de Matar a la bestia, el primer largometraje de Agustina San Martin que se estrenó ayer en varias salas del país, luego de su premier mundial en la 46° edición del Toronto International Film Festival (TIFF). Marcha dialogó con la directora sobre su película, su gusto por el cine de terror, y los cruces con entre el despertar sexual de la protagonista y el horror.
¿Qué importancia tiene para vos el lugar donde transcurre la historia, este pueblo de frontera con tintes fantásticos y terroríficos?
Tiene una importancia fundamental. Primero de todo, porque es una zona de frontera. Cuando estábamos armando la película, me pareció que una película sobre un despertar sexual, un coming of age, era hermoso que transcurra en una frontera, ese espacio incierto entre dos lugares, esa cosa que no es ni una ni otra. Yo siempre pienso que las fronteras parecen cercos pero en verdad son pasadizos. Y hay mucho de esa hipótesis en esta película. No solo la frontera física, sino también la que divide a los personajes, por los acentos. Porque tenemos personajes de Paraguay, de Colombia, de Chile, de Buenos Aires, de Misiones, del sur de Brasil. Todos los personajes hablan muy diferente entre sí. Ahí había algo de una ruptura, de esos límites, que era muy divertido, que para mí era un campo de juegos que teníamos que aprovechar para esta película.
Los tintes fantásticos y terroríficos vienen de otro lado, de mi amor por las películas de terror y de cómo la oscuridad puede representar una alegoría también para hablar de cosas muy bellas, sin ser necesariamente una película de terror.
¿Qué te atrajo de usar algunos elementos del realismo mágico para llevar adelante la trama y desarrollar el conflicto?
El realismo mágico latinoamericano siempre me pareció maravilloso. En general, tengo siempre un conflicto con la realidad, que es que ya vivimos inmersos en ella. Entonces no me gusta tanto reproducirla tan fielmente, hay algo de ella que me empalaga un poco. Me gusta buscar formas un poco retorcidas de hablar de ella, que indirectamente reflexionemos sobre la realidad aunque creamos estar hablando de cualquier otra cosa, de una bestia que aparece en un monte, y que eso nos lleve a poder reflexionar sobre cosas más trascendentales sobre nuestra propia experiencia humana. En ese sentido, lo mágico me parece siempre imprescindible, pero también por esta afición que tengo yo por lo onírico, lo intangible, lo irreal pero posiblemente verosímil.
Nos basamos mucho en mitos de la zona. Si pensamos en lo religioso y lo mítico, el realismo mágico está ahí.
¿Por qué elegiste usar elementos del horror para contar la historia? ¿Los relacionas con el descubrimiento de su sexualidad que transita la protagonista?
Sí, definitivamente, la sexualidad de la protagonista y los elementos de terror tienen todo que ver. Yo jodo, me gusta decir que todos los despertares sexuales tienen un poco de tintes de terror, más con un despertar sexual queer, una sexualidad que se rebela, que es disidente contra la sociedad moralista en la que vivimos y bastante poco laica. Toda persona que nace en un contexto en donde no conoce otras personas con sexualidades disidentes transita una oscuridad, una culpa que dura, en los mejores casos, los primeros años después de descubrirse, en los peores casos puede ser de por vida. Es una angustia, una sensación de uno estar errado, de uno ser sucio, indecente, hasta que uno con el tiempo va también apropiándose de uno mismo.
Me parecía esencial que cuando la protagonista esté descubriendo su propia sexualidad y también transitando su propio modo de vivir en esta vida, que tenga esos tintes de horror, que ella vea la vida con oscuridad, como algo inalcanzable, como algo inabarcable y también vinculada indirectamente con esta culpa que le genera hacerse cargo de sí misma, que nunca es fácil y menos cuando uno es adolescente, porque tiene muy pocas herramientas para ser una persona completa.
Trailer
https://www.youtube.com/watch?v=MdtIMQgkZnI
Podés ver Matar a la bestia en los siguientes cines:
Ciudad de Buenos Aires
SALA LUGONES
Jueves 5, viernes 6, sábado 7 y domingo 8 de mayo a las 21hs.
Martes 10, miércoles 11 y jueves 12 de mayo a las 18hs.
CINE GAUMONT
Desde el jueves 12 de mayo al miércoles 18 de mayo, a las 20hs.
MALBA CINE
Sábado 14 de mayo, a las 22hs.
Sábado 21 de mayo, a las 22hs.
Sábado 28 de mayo, a las 22hs.
Provincia de Buenos Aires
SHOWCASE (Haedo)
Del jueves 5 al miércoles 11 de mayo, a las 16.20 y 20.30hs.
ESPACIO INCAA (Trenque Lauquen)
Viernes 6 de mayo, a las 21.30.
Sábado 7, lunes 9 y martes 10 de mayo, a las 19hs.
Córdoba (capital)
CINE HUGO DEL CARRIL
Del jueves 5 al miércoles 11 de mayo.
CENTRO CULTURAL LEONARDO FAVIO
Del jueves 5 al miércoles 11 de mayo.
Santa Fe
CINE EL CAIRO (Rosario)
Desde el jueves 12 de mayo.
Santiago del Estero
ESPACIO INCAA (La Banda, Santiago del Estero)
Del jueves 5 al miércoles 11 de mayo, a las 20hs.
Santa Cruz
ESPACIO INCAA (Puerto San Julián)
Jueves 5 al domingo 8 de mayo, a las 20hs.
Miércoles 11 de mayo, a las 21hs.