Después de los resultados electorales del 22 de octubre la confusión y la traición a los votos de la derecha y el fascismo son totales. Ante eso, una decisión en el oficialismo y la pregunta: ¿se bajará Milei del balotaje?
Por Mauricio Polchi | Foto: Bárbara Leiva
“Nunca interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error”, la frase adjudicada a Napoleón Bonaparte estuvo girando en el universo de Unión por la Patria (UxP) durante toda la jornada del miércoles 24 de octubre. En simultáneo, y por cadena nacional, la alianza de Juntos por el Cambio (JxC) se desintegraba debido a la forzada mudanza de Mauricio Macri y Patricia Bullrich a las filas de La Libertad Avanza de Javier Milei (LLA).
Por si algún peronista no había entendido el enunciado de Napoleón, también circuló su versión futbolera: “Déjalos que se meten los goles solos”. Esa fue la postura adoptada y la orden que bajó el candidato a presidente de UxP, Sergio Massa, apenas se desató el torbellino que arrasó con la coalición de JxC.
El acercamiento de Bullrich con Milei, motorizado por Macri, aceleró la ruptura de la UCR, el PRO y la Coalición Cívica. Entre pases de facturas, traiciones y acusaciones cruzadas, las cúpulas opositoras montaron un espectáculo bochornoso que cautivó la atención televisiva y alarmó a las y los votantes. Con decisiones abruptas y vertiginosas, las conducciones de esos partidos desencadenaron una pelea escandalosa y sacudieron a la derecha de cara al balotaje del 19 de noviembre. Primero se quejaron los radicales y después fue el propio Horacio Rodríguez Larreta, fundador del PRO y ahora exsocio político de Macri.
Todos cuestionaron el daño generado por el expresidente debido a las negociaciones a espaldas que tramó con el libertario. Ese pacto, sellado en la casa de Mauricio Macri y de forma clandestina, reventó la convivencia opositora que ya venía cascoteada por sus coqueteos y guiños hacia el economista liberal después de las PASO de agosto. “Es un riesgo para la Democracia”, cargó Larreta desde la Jefatura de Gobierno porteño. “La Patria está en peligro”, expresaron en el Comité Central de la UCR. “Siempre quiso romper JxC”, expresó el gobernador jujeño Gerardo Morales sobre Macri. “Fundo el mileimacrismo”, lanzó el senador Martín Lousteau. Por esas horas, y ante los ojos de todo el país, los slogans de la motosierra y la dinamita solo servían para destrozar a Juntos por el Cambio.
En otra frecuencia, ajeno y distante, Sergio Massa decidió no interrumpir el inesperado protagonismo mediático de sus adversarios. Incluso, evitó realizar declaraciones a la prensa. Cuando se mostró, lo hizo como la contracara del torbellino desatado por Macri y Milei con el llamado Pacto de Acassuso. Mientras el caos opositor se llevaba la marca, Massa se reunió en la Ciudad de La Plata con el reelegido gobernador Axel Kiciloff y muchos de las y los intendentes bonaerenses que consiguieron los votos necesarios para entrar a la segunda vuelta presidencial y, principalmente, frenar la avanzada de la ultraderecha en un “Nunca Más” de las urnas.
Antes del 19N
Con la fuerza del voto, el último 22 de octubre el conurbano bonaerense construyó el piquete electoral que detuvo la avanzada fascista y además consagró a Axel Kicillof para un nuevo mandato en la provincia. Por el masivo respaldo de esa población de sectores humildes y clases bajas que los grupos conservadores y reaccionarios estigmatizan y menosprecian, el gobernador conquistó el 44% con más de 4 millones de votos.
Con más de 8 puntos de diferencia, en toda la Argentina la participación de las elecciones generales fue mayor a la de las primarias, llegando al 77,6% del electorado. De esta manera, el triunfo de Sergio Massa no sólo se destaca por haber sacado una diferencia de más de 6 puntos con su primer opositor, sino también por su crecimiento de 15 puntos en relación a las PASO en un contexto hostil de especulación y terrorismo económico.
Con la maquinaria peronista en acción, los intendentes tuvieron una actuación fundamental en los territorios. En Ituzaingó y Morón se logró revertir el resultado las PASO, los únicos distritos del conurbano gobernados por UxP donde el oficialismo había perdido. De esta manera, Pablo Descalzo se quedó con el primero y Lucas Ghi con el segundo. En La Matanza, Fernando Espinoza casi llegó al medio millón de votos con el 53%. En Avellaneda, el kirchnerista Jorge Ferraresi superó ampliamente el 50%. En Berazategui, con el histórico Juan José Mussi, cosechó el 55,6%. Su vecina de Quilmes, Mayra Mendoza, primera mujer intendenta y referente de la organización La Cámpora, retuvo el poder con el 50% a base de políticas públicas en las barriadas. Con esa misma fórmula, también ganaron en Suipacha, Quilmes, Azul, Lanús, Mercedes, Hurlingham, Bahía Blanca, Olavarría, Bransen, Colón, Areco y Rosales.
Ya pasados los festejos, y a tono con el mensaje de unidad nacional que promueve Massa, intendentes e intendentas se comprometieron a aceitar los engranajes de la militancia como ocurrió cuando estaba en juego su propia subsistencia. Lo mismo prometieron los 18 gobernadores que se reunieron con la dupla Massa y Kicillof en el Consejo Federal de Inversiones de Capital Federal. La cumbre se utilizó para ordenar la campaña en las diferentes provincias, ganar musculo político y poner en valor la unidad del oficialismo. Esa postal federal choca de frente con el terremoto que sufren el PRO y el radicalismo.
De las tres etapas electorales planteadas por el oficialismo para este 2023, ya pasaron dos y ahora se inicia el tramo final. Por eso, cuando los noticieros reflejaban la crisis macrista, Massa planteó la necesidad de contener el apoyo popular y salir a buscar al nuevo electorado para llegar a la Casa Rosada. Con criterio y cautela, el candidato presidencial remarcó que el balotaje es un partido nuevo y que el triunfo no está asegurado. Obviamente, no se puede cantar victoria ante de tiempo con un escenario económico adverso, un proceso inflacionario en rojo y mucho menos con la peligrosa figura de Mauricio Macri operando para armarle un posible gabinete a Milei o para capitalizar el odio en un futuro tan cercano como impredecible.