Las organizaciones coparon más de 70 ciudades en distintos puntos del país para manifestarse en contra del recorte presupuestario de Bolsonaro, en defensa de la educación y a favor del candidato presidencial del PT, Luiz Inacio Lula da Silva.
Por Francis Lopes / Traducción: Lira Reyes / Fotos: @kboughoff
“Ahora en las calles, el 30 en las urnas” es la consigna que alzaron la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), la Unión Brasileña de los Estudiantes Secundarios (Ubes) y la Asociación Nacional de Post-Graduados (ANPG). Junto a ella, flamearon las banderas rojas y las manos en alto con el índice y el pulgar en forma de L, en referencia al candidato presidencial del Partido de los Trabajadores, Luiz Inacio Lula da Silva. Es que el pulso de la campaña hacia la segunda vuelta presidencial se siente en cada rincón de Brasil. Y, ahí, estuvieron, este martes, estudiantes secundarios, universitarios y de posgrado que salieron con la voz en alto y coparon las calles de más de 70 ciudades de 19 estados del país en defensa de la educación, por la ciencia y la tecnología. “(Esto) es un desmantelamiento, es un proyecto por el aumento de la desigualdad social y de la desigualdad racial en el país”, denunció ante Marcha Noticias Lucas Castro, coordinador de la Rede Emancipa de San Pablo.
“Hoy (por ayer) nos movilizamos contra los recortes en las universidades. Necesitamos de presupuestos adecuados para tener una educación mejor para nuestros futuros”, dijo Felipe Gomes do Nascimento Rodrigues, de la Rede Emancipa, ante este medio. Este movimiento social de educación popular, creado en 2007, sostiene en sus proclamas la urgencia de la movilización en los territorios periféricos, en defensa de la vida, de la democracia y de los derechos en el contexto actual, ante el proyecto de desgobierno que tiene al frente al presidente Jair Bolsonaro y que pretende sostener en el poder por los próximos cuatro años.
En las fotos compartidas en redes, las demandas, el deseo y las reflexiones se multiplican en los carteles que les estudiantes pintaron y escribieron: “Contra el genocidio negro, indígena y LGBTI+”, se lee en una esquina de la marcha en la Avenida Paulista. “La educación derriba los fascistas”, dice en otro y, en otro más, el porqué de la política de desfinanciamiento: “Ellos tienen miedo porque la educación es potencia revolucionaria”.
Desde que asumió el actual presidente la reducción del presupuesto y su redireccionamiento a otras agencias del Estado es constante. Según la UNE, la Promoción de Proyectos Institucionales de Investigación en el Sector de Agronegocios sufrió un recorte de más de 27 millones de reales (5 millones de dólares) mientras precisa que el presupuesto ha disminuido año tras año “para pagar los apoyos políticos del presidente” a través de lo que se conoce como “presupuesto secreto”, implementado desde 2020. Por esto, incluso la Universidad de Río de Janeiro amenazó con cerrar sus puertas el año pasado.
En el último mes, el Ejecutivo anunció el recorte de dos mil 400 millones de reales (460 millones de dólares) dictado por el Ministerio de Educación. A través del titular de la cartera, Víctor Godoy, el gobierno anunció la marcha atrás, en un intento por desmovilizar a les estudiantes, pero la decisión de salir a las calles ya estaba tomada. Pasó poco tiempo hasta que el mandatario volvió a atacar: firmó tres ordenanzas, abriendo espacio en el presupuesto de los Ministerios de Economía, Desarrollo Regional y Trabajo y Bienestar para bloquear recursos del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (FNDCT), principal financiador de la ciencia en el país, que incluye becas para graduades y posgrades.
Esta no fue la primera vez que el Ministerio de Educación estuvo en el ojo de la tormenta. El exministro Milton Ribeiro dejó su cargo luego de que una investigación del diario Folha de Sao Paulo diera a conocer un audio en el que admitió que favorecía solicitudes de los pastores bajo la dirección de Bolsonaro. En ese momento, el gobierno había bloqueado el 30 por ciento de los fondos federales para educación.
“Pongo por él mi cara en el fuego”, dijo el presidente para defenderlo el día en el que el exfuncionario fue detenido en junio de este año. Las acusaciones contra Ribeiro se sostuvieron en declaraciones de alcaldes que, para lograr liberar fondos para sus municipios, eran “invitados” a comprar miles de biblias con la foto del ministro. Se trataba de recursos del Fondo Nacional para el Desarrollo Educacional.
“Pintou um clima de fim de mandato. #ForaBozo #Pedofiliaecrime”, dice el cartel escrito en fibrón que sostiene una chica en medio de las protestas. El costo de la inexistencia de recursos recae, como siempre, en los sectores más vulnerables: “Cuando hablamos de universidades públicas, estamos hablando del acceso de personas periféricas, de personas negras. Nosotres queremos disminuir ese abismo en la educación en Brasil en lo que respecta a la cuestión racial. Por eso venimos a posicionarnos, para enfrentarlos, para dejar claro que saldremos de las calles. Queremos dejar claro de manera enfática, que tenemos una otra visión para la educación”, explicó Castro.
Al presidente que el estudiantado cataloga como “enemigo de la educación”, les estudiantes responden con una organización que no se acaba en este día. Sino que apuesta al futuro y apela a que la construcción popular también se vea en las urnas. Se sintetiza la idea en uno de los tantos mensajes que llevaron durante la tarde: “Derrotar a Bolsonaro, construir universidad popular”.