Por Daniel Sticotti y Camila Parodi. Se realiza el lunes 28 una nueva Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil en distintos puntos del país. Con el objetivo de denunciar el accionar de las fuerzas represivas, familiares de víctimas de torturas, desapariciones forzadas y gatillo fácil marcharán de Congreso a Plaza de Mayo.
Por tercer año consecutivo, familiares y amigos/as de víctimas de gatillo fácil junto a organismos de derechos humanos y organizaciones sociales saldrán nuevamente a las calles para denunciar la violencia policial en una marcha nacional con el objetivo de poner en el centro de la escena a las historias de sus víctimas unificada en un fuerte grito por justicia.
Si bien es muy difícil dar cuenta de la cantidad real de los casos de gatillo fácil y asesinatos en manos de las fuerzas represivas a jóvenes por la impunidad y corrupción que rodea y privilegia a las mismas, contamos con un piso de casos de por si alarmante. Según el informe presentado por CORREPI en el mes de febrero, desde el comienzo de la democracia hasta principios de este año son 4960 las y los asesinados en manos de la bala policial. En lo que respecta al actual gobierno de Cambiemos se calcula una muerte cada 25 hs.
Con la Marcha de la Gorra realizada hace más de diez años en la provincia de Córdoba como antecedente importante, la actual organización nacional de las y los familiares logró una nueva posibilidad de masificación de la denuncia. Durante más de 5 meses se reúnen de manera sistemática, organizando festivales y definiendo en asambleas los pasos a seguir para sostener de esta manera su autonomía y unidad. Se trata de un espacio en permanente movimiento ya que como es de esperar semana a semana se suman nuevas familias en búsqueda de justicia, tal es el caso de los familiares de Nazareno, Iago y Dieguito, recientes víctimas del accionar represivo del estado.
“Estamos organizados todos los días para que nuestros pibes y pibas vivan en la lucha que llevamos adelante”
Emilia Vassallo es la mamá de Pablo “Paly” Alcorta, integrante del espacio de Familiares Contra el Gatillo Fácil, nos cuenta que su hijo fue asesinado el 28 de Mayo del 2013 por el policía de la bonaerense Diego Ariel Tolaba, actualmente prestando servicio en la Policía Metropolitana de la Capital Federal. En relación a la marcha, celebra que este año se haya masificado la convocatoria a la misma, y nos habla de “la necesidad de que esta sea a nivel nacional porque la represión y el gatillo fácil se dan a lo largo y ancho del país”.
Por su parte, Inés Alderete es la madre de Marcos Sebastián Acuña quien fue asesinado justamente un 28 de agosto pero del año 2015 por el prefecto Juan José Silva en el barrio La Cañada de Quilmes. En lo que respecta a la marcha de Buenos Aires invita a que “desde las 17 hs todos y todas se acerquen a acompañarnos para dirigirnos desde el Congreso a Plaza de Mayo” y explica “allí gritaremos como todos los días ¡ni un pibe menos, ni una piba menos, ni una bala más, basta de torturas y desapariciones forzadas.”
En ese marco, Emilia explica que se va a marchar en Rosario, Córdoba, Tucumán, Mar del Plata, Neuquén, Jujuy y Mendoza. Como parte de la organización se resolvió realizar una difusión el mismo día, con una consigna unificada en estos distintos puntos. Tal fue la repercusión que hasta las fuerzas represivas llegaron a sentirse interpeladas como es en el caso de Tucumán, una de las provincias con mayor índice de casos en los últimos meses, donde los mismos oficiales se propusieron despegar los carteles colocados por las y los familiares.
Elsa es la hermana de German Gomez, un joven de Merlo asesinado por un gendarme de apellido Villalba quien en la noche del 30 de Abril le disparo a quemarropa sabiendo que dicha acción no le implicaría represalias. Y en la misma linea que Emilia, Elsa nos explica “que la marcha sea nacional nos resulta muy positivo, ya que ayuda a que todos los casos se visibilicen mejor”. A lo largo de estos meses de intercambio y diálogo entre familiares con quienes organizaron la marcha pudieron conocer otras historias que no hacen más que confirmar sus sospechas “de esta manera nos damos cuenta de que no es un sólo policía o un solo gendarme, es toda la institución aunque nos parezca difícil reconocerlo” afirma la hermana del joven asesinado en Merlo.
“Como familiares entendemos la necesidad de estar organizados” dice convencida Emilia luego de haber sido parte de la organización de esta tercer Marcha Nacional, “es importante para poder denunciar y visibilizar esta práctica sistemática que nos arrebata la vida de nuestros pibes.” Esta potencia no sólo radica en la rabia y organización que se supo construir, se rescata también la posibilidad de unificar en una misma acción política a familiares de pibes víctimas del gatillo fácil, de causas armadas, pibas asesinadas en penales, desapariciones forzadas y travestiscidios en un mismo reclamo “porque sabemos que el estado es el responsable y por eso lo denunciamos” explica Inés. “La única forma que nos queda a las y los familiares es organizándonos y encontrarnos en las calles todos los días” refuerza Emilia, y aclara “porque si bien la marcha es una vez al año, nosotras y nosotros estamos organizados todos los días para que nuestros pibes y pibas vivan en la lucha que llevamos adelante”.
Encerrar, no nos cierra
Mientras que cada día nos levantamos con una vida más arrebatada por las fuerzas represivas del estado, podemos decir que esto no acaba aquí. Se intensifica con las políticas del actual gobierno que no sólo celebra que cada día haya un pibe más preso, si no que también reprime la protesta social, criminaliza a los pueblos originarios, y si no despide a las y los trabajadores les recorta la posibilidad de una vida digna.
Si nos detenemos a entender cuál es el rol que ocupa la juventud a lo largo de la historia, no nos sorprenderá el hecho de que en este contexto de ajuste y represión sean ellas y ellos los construidos como peligrosos o inclusive quienes sean más permeables de posibles desapariciones o asesinatos. Tampoco extraña que desde el sentido común, acompañada por la siempre presente mirada de los medios hegemónicos de comunicación, sean rápidamente esos cuerpos, esas vidas las puestas en duda bajo el unificador “algo habrán hecho”. De esta manera las historias de un Solano, un Arruga y hasta un Maldonado se dispersan diluyendo a los verdaderos responsables.
En este contexto de discursos acusatorios y permanente criminalización se vuelve muy complejo el cotidiano de la juventud. Pensarse por fuera de los propios límites de la cárcel a cielo abierto donde las y los colocan parece un proceso casi imposible. Así la consigna que nos proponen los familiares y organizaciones convocantes de “cambiar la gorra por la visera” termina siendo una invitación arriesgada pero a la vez liberadora.