Por Leandro Albani
En la década de 1940 el pueblo kurdo encabezó una experiencia única: la creación de la República de Mahabad.
Montañas y valles, caudalosos ríos que bajan sobre la tierra árida y escarpada, y el crudo frío del invierno vieron nacer, en 1946, a una República que apenas duró un año. En el noroeste de Irán, territorio histórico del Kurdistán, –y luego de rebeliones y actos de desobediencia–, un grupo de dirigentes y líderes tribales dieron forma a la República de Mahabad, en la cual el pueblo kurdo alcanzó uno de sus tantos anhelos de libertad e independencia.
El lugar para la proclamación de la República fue Chwar Chira, la plaza central de la ciudad de Mahabad. El 22 de enero de 1946, las banderas flameaban anunciando la naciente república. Hombres y mujeres se entremezclaban con los estandartes de tres barras horizontales roja, blanca y verde. En el centro de las banderas, el sol y las montañas abrazados por espigas de trigo, símbolos de un pueblo de profundas raíces campesinas.
Nace un sueño
La República de Mahabad se dio en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, cuando tropas soviéticas y británicas ingresaron a Irán para contener el apoyo que la Dinastía Pahlevi brindaba al nazismo. El vacío de poder creado por la llegada de las fuerzas extranjeras, permitió al mismo tiempo que se profundizaran lo sentimientos nacionalistas de los kurdos.
Un año después de reclamar en 1945 ante Naciones Unidas la independencia kurda, el líder Qazi Muhammad declaró la República. Con apoyo de la Unión Soviética, los kurdos tomaron el control de 15 mil kilómetros cuadrados dando inicio a un sueño que duraría apenas 11 meses.
El nacimiento de esta República no fue casual, ya que desde 1941 se venía gestando un levantamiento general del pueblo kurdo en Irán, país gobernado con órdenes férreas por el Sha Reza Pahlevi. En ese mismo año se formó un comité de dirigentes que brindó su apoyo a los jefes tribales kurdos, quienes fueron designados para gobernar localmente. A su vez, se fundó el partido Sociedad para la Reconstrucción del Kurdistán y Muhammad (jefe de una familia de juristas religiosos) fue su máximo titular.
Si bien en un principio la Unión Soviética prestó apoyo a los nacionalistas kurdos de Irán, con el correr del tiempo llegaron las desavenencias: la nueva República se negó a que la región fuera anexada al Azerbaiyán soviético y el Kremlin rechazó la declaración de la independencia de Mahabad.
En el libro “Los kurdos. Historia de una resistencia”, el periodista Manuel Martorell recuerda que durante el año de vida de la República, en la región “se produce una etapa de progreso económico; las tierras de los colaboradores con la dictadura del sah son entregadas a los campesinos; se desarrolla el comercio con la Unión Soviética; la mujer asume por primera vez protagonismo en la vida social y política; la lengua kurda es oficial y se utiliza en los centros de enseñanza y en la administración”, además de que se publican diferentes periódicos, como “Kurdistán” y “Halala” (La Tulipa), como también la publicación infantil “Grugali Mindalan” y se le da un fuerte impulso al teatro.
El ocaso
En marzo de 1946, Moscú prometió a Irán que retiraría al Ejército Rojo de la zona, luego de las reiteradas presiones de Estados Unidos. En mayo de ese año, las tropas soviéticas iniciaron la retirada. Meses después, la Dinastía Pahlevi y el Kremlin firmaron un acuerdo de concesiones petrolíferas, que permitía a la URSS la explotación de crudo en el norte iraní.
Sin esperar un minuto, las fuerzas militares del Sha se abalanzaron sobre Mahabad para cortar de cuajo a la nueva República. Ataques armados, las comunicaciones cortadas y una matanza indiscriminada, además de la anulación de la ayuda soviética, terminaron en diciembre de 1946 con la utopía de un Kurdistán para sus pobladores originarios. Muhammad Qazi, el líder de la República, fue convocado por sus ministros a abandonar la ciudad. Su respuesta: se quedaría para proteger a la población.
Mustafa Barzani (1902-1979), que se desempeñaría como ministro de Defensa en Mahabad, encabezaría una resistencia guerrillera en la región, organizando milicias y combatiendo contra los ejércitos que no aceptaban un Estado para los kurdos y las kurdas. Pero Mahabad ya estaba perdida.
Luego de varias derrotas, en 1947 Barzani y unos 500 milicianos se asilaron en la URRS. Influenciado por el nacionalismo árabe y con el respaldo de Moscú, Barzani regresó a Irak en 1958 y en 1961 encabezó una rebelión contra el gobierno central. El Partido Democrático de Kurdistán (PDK) fue su creación y sobre su figura pesan acusaciones de todo tipo, entre ellas que recibió el apoyo de Israel para crear un Estado kurdo funcional a los intereses de Tel Aviv. Mustafa Barzani terminó sus días en Estados Unidos, donde fue recibido tras la guerra entre Irak e Irán. Su hijo, Masoud, es el actual multimillonario presidente del Kurdistán autónomo de Irak.
La plaza de Chwar Chira, que un año antes fue el escenario de la liberación, ahora se había convertido en un patíbulo. Y a ese lugar fue llevado el presidente Qazi Mohamed, que el 30 de marzo de 1947 fue ahorcado junto a otros dos dirigentes de la República. Durante un día entero, los cadáveres quedaron colgados en la plaza para escarmiento público.
Pese a la derrota de Mahabad el pueblo kurdo no se detuvo. A esta experiencia le siguieron acciones de resistencia, movimientos insurgentes de diferente tipo y una lucha por la liberación que todavía se sigue escribiendo.