Por Laura Cabrera
En esta cuarta entrega de la saga post-apocalíptica, la fertilidad se pone en el eje del conflicto y desata una guerra rutera en donde el heavy metal y las explosiones son los condimentos principales de una historia en clave feminista.
Sucede en cualquier lugar del planeta. Eso no es algo que importe. El mundo está desolado, sus habitantes son violentos y la mayoría está sometida al poder de Immortal Joe y los War Boys. Immortal Joe decide cuestiones básicas como por ejemplo cuándo la población toma agua. También es el encargado de generar descendencia. El único encargado. Afuera de lo que se plantea como una ciudad/cárcel, los War Boys (fieles seguidores del viejo Joe) salen a la ruta dispuestos a capturar a quien se encuentro solo, libre.
Y así comienza todo, con una apuesta inmensa por parte del director George Miller, quien desde el primer minuto de película no dejó un segundo de respiro. Adrenalina e inquietud es lo que genera ver al desierto interminable, el ocre predominante en la fotografía y la acción, esa en donde cientos de cuestiones suceden en pocos minutos que mantienen al espectador en estadio de tensión constante.
Al principio, la historia habla de Max (Tom Hardy), un hombre que intenta sobrevivir ante cualquier ataque, pero luego gira y lo deja en un segundo plano, al nivel de un personaje del que casi no se conoce nada, ni por lo que se ve ni por lo que dice, ya que no es un hombre de muchas palabras. Sólo se sabe que quiere escapar de los War Boys y de esa ciudad/cárcel a la que lo llevaron.
La verdadera guerra no tiene que ver directamente con él. Se desata por Imperator Furius (Charlize Deron), mujer fuerte y decidida, que escapó con los “tesoros” de Joe: cinco mujeres, una de ellas a punto de parir a ese ser humano que de nacer en condiciones, será la esperanza para preservar la especie. Pero ¿cuál es el precio? “No somos objetos”, plantea una de las mujeres, dejando entrever cuál es el eje de la cuestión. Es que no todas, sino ellas cinco, son sometidas sexualmente y utilizadas como progenitoras contra voluntad. Y ahí se desata la furia entre quienes desean salvarlas (con un Max que también contra su voluntad fue llevado a la persecución para recuperar el “botín” y luego se suma en el camino de las chicas, porque su objetivo es escapar) y los que desean recuperar a las mujeres (War Boys y Joe, entre otros aliados).
Los enfrentamientos suceden en la ruta, con camiones de guerra, autos tuneados que largan fuego o que poseen armas capaces de destruir cualquier objeto en el camino. Mad Max es adrenalina constante, escenarios imponentes, batallas a muerte y rock… mucho rock que se presenta incluso como sonido diegético, generado en la batalla por un guitarrista sacado de sí que entre explosiones y gente que vuela por el aire, no para de tocar.
Todo transcurre al límite, al borde la locura, tan así que el espectador no se termina de recuperar de una persecución cuando el conflicto se agrava y la locura redobla la apuesta, lo que sin lugar a dudas hace de Mad Max una película que no puede aburrir al público amante de la acción y la ciencia ficción.
Si bien no hay mucho que criticarle a esta película, la falta de diálogos es algo que quizá pueda llamar la atención o generarle alguna inquietud al espectador. Pero lo cierto es que toda la acción deja de lado los detalles de guión, un texto con una idea simple reflejada en personajes imponentes como el de Imperator Furius y en imágenes más complejas y elaboradas, con cuerpo.
El mensaje
Detrás del fuego, de los tiros y de los personajes llamativos hay una historia de poder, de sometimiento y malestar, vinculada a una temática constante en todas las sociedades: el rol de la mujer.
Es que mientras todo pasa en una ciudad cárcel, una mujer decide liberar a otras cinco de la opresión de Joe. En medio y presentado de una forma que parecería ser inocente, Max se suma a esta batalla sin entender de qué se trata, al menos así permanecerá hasta descubrir el verdadero fin de Furious.
Cinco mujeres sometidas sexualmente, obligadas a concebir y a parir cuando el hombre (dueño de todo) lo desea. Las mujeres, hermosas e impecables, no son más que un objeto, una herramienta para preservar la humanidad. Sus vidas no valen por sí mismas, no son respetadas. Solo las mantienen vivas porque lo que importa son sus cuerpos… y ni siquiera eso, ya que en realidad lo que importa es la capacidad de llevar una vida dentro de ellos.
Furious no forma parte de este grupo de mujeres pero necesita salvarlas, sacarlas de la esclavitud, liberarlas de ese encierro al que fueron obligadas y volver con ellas al lugar de donde salió, a un hogar que recuerda como un lugar maravilloso. Y esto desata el caos entre quienes entienden que la mujer es fundamental solo para concebir y entre quienes desean un cambio, la liberación, la igualdad de derechos.
La postura sobre el tema se presenta de forma clara a través de la definición de los bandos. Los malos, los que intentan recuperar el “tesoro” de Joe y regresar a las mujeres a esa prisión bonita en la que se encontraban prisioneras. Los buenos, quienes desean que las mujeres no regresen nunca más al estado de esclavitud por su capacidad de concebir, quienes desean liberarlas. Pero hay en el bando de “los buenos” un problema que también es reflejo de la sociedad: la naturalización de la violencia. En escena, una de las mujeres plantea que lo que están haciendo (escapar) está mal. Ella desea irse, volver a lo que estaba acostumbrada, a lo que sentía como natural, argumentan que allí estaban bien y que a partir de ese momento Joe no sería el mismo, que se enojaría con ellas por haber escapado. Actúa bajo el miedo.
Entonces la película plantea la concientización, el cambio de paradigma, marcado incluso cuando uno de los enemigos (War Boy) desea ayudar, entonces son dos hombres unidos a la lucha contra otros miles. Plantea que no se trata solo de una batalla entre buenos y malos sino de entender que las verdaderas protagonistas de esos tiempos son las mujeres, las que quieren ser libres y las que están acostumbradas, las que viven en comunidad y desean un mundo mejor, las luchadoras. Todas.
Una mujer liderando una lucha, cinco mujeres con coraje, algunas más que se unen a la batalla para la liberación. Así comienza el cambio, así se plantea en este largometraje cuya historia es más que interesante. Y de aquí el mensaje de la película: la lucha compartida entre hombres y mujeres para eliminar de la sociedad cualquier tipo de esclavitud, incluso aquella en donde una mujer es esclava por el simple hecho de haber nacido mujer.