El Aislamiento Social Obligatorio trastocó la cotidianeidad de todxs, sin embargo, hay vidas que se visibilizan más que otras. Lxs pibxs de las barriadas siguen llegando a los medios de comunicación masivos en forma de policiales, pero hoy ¿qué otras realidades se esconden detrás de esos titulares? La experiencia de El Transformador, para pensar de manera colectiva.
Por El Transformador | Foto: Juan Pablo Barrientos
A partir de la pandemia desatada por el Covid-19, el decreto del Aislamiento Social Obligatorio (ASO) profundizó las desigualdades de aquellas personas que cuentan con casas y servicios básicos cubiertos de quienes no. Si pensamos esta realidad desde la niñez y la juventud de las barriadas populares, el aislamiento (que ya era anterior) significa correrlxs aún más hacia la pobreza y el abandono estatal.
Desde El Transformador nos damos a la tarea de pensar en la actualidad de las niñeces y juventudes que acompañamos en nuestros Centros Comunitarios en Haedo (donde trabajamos con niñxs y jóvenes con experiencia de vida en Calle de distintos municipios) y Lomas de Zamora (donde sostenemos “El Ranchito”, un centro comunitario barrial).
Cuidarte depende de vos
Desde el 1 de julio los barrios de Santa Catalina en Lomas de Zamora no cuentan con acceso al agua potable, los camiones de AYSA llegan al barrio a entregar una bolsa de agua por familia. La entrega de esta tan valiosa mercancía se consigue por medio de atiborradas filas que implican el tan desaconsejado aglomeramiento y desplazamiento de personas al interior del barrio.
“¿Qué hacemos con una bolsita de agua?”, nos pregunta una vecina que, como nosotrxs, escucha a diario el eslogan que nos recuerda que somos responsables de enfermarnos si no nos lavamos las manos.
Quedate en casa
Del otro lado del conurbano, algunos aislamientos ya eran conocidos por lxs pibxs que estructuran su cotidiano en la calles de Morón. Su alejamiento de ámbitos educativos y recreativos precede a este contexto. “Con una casa te re hago la cuarentena”, asegura una de ellas quien, junto con otrxs siete jóvenes, ya sufrieron dos traslados forzados en el tiempo que lleva esta pandemia. Primero, las fuerzas de “seguridad” les prohibieron seguir habitando la plaza lindera a la privada Universidad de Morón, ubicada en pleno centro de la ciudad. Tiempo después también les informaron que no les sería posible seguir habitando la Plaza de las Artes, del lado sur de la Estación de Morón. Si esta pandemia ya les había alejado de sus circuitos de subsistencia (comida, baño, mangueo, laburo u ocio), el Estado les impulsa a desarmar sus redes de contención.
El Barrio cuida al Barrio
Algo similar ocurre en Lomas de Zamora. Desde el merendero Sueños Bajitos, nos cuentan que aumentó el número de familias que se acercan en búsqueda de alimentos. Es que, como dice una de las vecinas allí, “por ser barrio humilde, acá la gente vive de recolectar cosas con sus manos y ahora está todo trabado porque nadie puede salir”. La respuesta estatal no llegó a través del incremento de alimentos, en cambio, se implementó allí el Programa Nacional “El Barrio cuida al barrio”. Cumple lo que anuncia porque, si el Estado no cuida al barrio, definitivamente lo que le queda al Barrio es cuidarse solo.
Y así, vecinas y vecinos emprendieron cortes de las vías del ferrocarril Roca que bordean a Barrio Obrero en toda su extensión para reclamar mejor condiciones de vida. Y así, las compañeras de los merenderos se bancan ser las hacedoras de la multiplicación de las comidas diarias. Así también, lxs pibxs de Morón decidieron continuar juntxs y se trasladaron a otro municipio.
Resistir y organizarse son moneda corriente en el conurbano bonaerense, desde el Transformador acompañamos estas iniciativas desde la certeza que la salida de esta crisis será popular y colectiva.