Por Mauricio Polchi – @maurielbueno
La Ministra de Seguridad iba a presentar a la nueva cúpula de Gendarmería Nacional, pero abandonó el acto y viajó de urgencia a Santa Fé para seguir de cerca el caso de la triple fuga de Alvear. Antes de partir, les dijo a los gendarmes que están para “cumplir con la ley” y “prevenir el caos” porque ellos son “custodios de la constitución”.
La ministra Patricia Bullrich tuvo su debut de fuego con la Gendarmería Nacional antes de presentar a la nueva cúpula. Fue a tan solo 12 días de asumir en el cargo, cuando aún no había acomodado todas sus pertenencias en su flamante despacho. Fue el 22 de diciembre de 2015, cuando las fuerzas federales arremetieron contra cientos de trabajadores de Cresta Roja en la Autopista Ricchieri, en Ezeiza. Aquella misma mañana la vicepresidenta Gabriela Michetti desestimó el pedido de los empleados que reclamaban el pago de salarios adeudados y exigían además la continuidad de sus respectivos puestos laborales. “Si cortan, vamos a actuar de la misma manera” arremetió Michetti y así reveló que la orden de reprimir partió desde Casa Rosada. Ese día no hizo falta ningún decreto para que el gobierno de Macri violará las normativas del Ministerio de Seguridad que prohíben la utilización de perdigones de goma como munición para dispersar protestas. Con la velocidad de una bala, los uniformados decodificaron las señales de “Cambiemos” y le enviaron un mensaje al poder político. Tenían confeccionado como hacerlo, y por eso repitieron la fórmula ejecutada bajo la gestión de Sergio Berni.
La ministra Patricia Bullrich sufrió varios tropiezos en el arranque del año 2016, y todo a partir de la saga mediática por la fuga de los hermanos Martín y Christian Lanatta y Víctor Schilacci. Por ejemplo, este jueves 7 de enero no pudo encabezar la ceremonia de la puesta en cargo del Director Nacional y Subdirector de Gendarmería. De urgencia, abandonó el predio de Ciudad Evita por las supuestas noticias de un presunto enfrentamiento con los prófugos en la provincia de Santa Fe.
Antes de retirarse efectuó algunas consideraciones. Entre otras cosas les dijo a las nuevas autoridades que su tarea es cumplir el protocolo contra la protesta, que deben estar preparadas como en Ezeiza (donde reprimieron brutalmente a los trabajadores de Cresta Roja) para actuar, “cumplir con la ley” y “prevenir el caos” porque ellos son “custodios de la Constitución”.
Después del discurso, el suelo le jugó una mala pasada y terminó en el piso. Se levantó para desandar otro fallido raid y partió en helicóptero hasta la localidad rural de San Carlos, donde se reunió con su par bonaerense, “el cercador” Cristian Ritondo. Juntos intentaron coordinar un operativo con más de 600 efectivos que finalmente no sirvió para nada. Entre otras cosas, los funcionarios se enteraron que los atacantes hirieron a uno de sus hombres y “se robaron una camioneta Berlingo blanca de la Gendarmería Nacional para huir”, tal como informó el diario LA NACION.
Ya al caer la noche, Bullrich sufriría otro tropiezo porque los evadidos no aparecieron por ningún lado y ya van dos semanas de fuga. Dos semanas de fracasos y tropiezos. El amplio despliegue policial en el sur del conurbano, las purgas en el Sistema Penitenciario Bonaerense o las detenciones en Misiones, Quilmes y Ciudad Oculta, por ahora aportan datos sueltos y ninguno certero. Las pistas despistan y los gobiernos de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal ingresan en una fase de extrema tensión por la falta de resultados y por las internas que empiezan a patear en contra. El escandaloso laberinto de versiones por el destino de los condenados del triple crimen de General Rodríguez puede fortalecer o debilitar al PRO. Por el momento, pareciera que el macrismo está más preocupado por cuidar su imagen ante la opinión pública que por capturar a los prófugos. Y evidentemente, a los tipos que se fueron de la cárcel después de navidad, el presidente Macri no puede atraparlos por decreto.