Por Francisco Longa
Los últimos pases entre fuerzas electorales siguen generando reacomodamientos. Cómo se configuran los principales debates al interior del kirchnerismo, del macrismo y del massismo.
En tan solo cuarenta días vence el plazo para inscribir candidaturas para las primarias del 9 de agosto. Y si bien existe un buen campo de certezas, también estamos ante un interregno de dudas que difícilmente se aclaren antes del 20 de junio. Las certezas vienen del lado de las candidaturas presidenciales: Daniel Scioli, por parte del FpV, se mantiene primero en las encuestas; seguido por Mauricio Macri, del PRO y Sergio Massa, del Frente Renovador. Pero, curiosamente, ninguno aseguró aún quién sería su candidato a vice, ni su predilecto para la candidatura a gobernar Buenos Aires.
Ese gran campo de dudas incluyó esta semana pases y dardos cruzados en casi todas las fuerzas políticas. El titular de la Suprema Corte de Justicia, Ricardo Lorenzetti, sonó como posible vice de Massa aunque también de Macri. Axel Kicillof puede ser una apuesta para nutrir de nervio kirchnerista al deslucido Scioli. Ante tanto mar de fondo hay un vector común en todos los espacios: el debate interno.
El Frente Desintegrador
En la última semana, y tras la “demostración de fuerzas” en el acto en la cancha de Vélez, la candidatura de Massa siguió sumando decepciones: en tan sólo siete días se fueron los dos hermanos Cariglino y Darío Giustozzi. Estas salidas, si bien no determinantes, marcan una merma en el poder de aparato en la provincia de Buenos Aires para el ex edil tigrense. Los motivos son ya tan reiterativos como irrelevantes. Giustozzi alude “maltrato” y “contradicciones” en el FR, con poca capacidad para afirmar que su nuevo rumbo orgánico no tenga igual dosis de contradicciones.
De lado del FR, las réplicas también fueron tan predecibles como inverosímiles: tanto al ex intendente de Almirante Brown como a los Cariglino los acusaron de “individualistas” y “oportunistas”. Si así fuera, qué quedaría para Francisco De Narváez, quien supo criticar férreamente a Massa y ahora se sumó a su espacio. Evidentemente, hay oportunismos que convienen y otros que debilitan en el espacio que más decreció desde 2013.
Es consabido que en la política argentina nadie debe augurar con soltura el mote de “cadáver político”, lo que sí es fácil advertir es que a Massa le puede caber, con suerte, un papel de reparto en el concierto electoral. Los massistas en fuga, como Sandro Guzmán o los antes mencionados, buscan entonces dónde recalar. Esta situación explica en parte los debates que se agudizaron en el último tiempo tanto en el FpV como en el PRO.
El FpV: ganar o ganar
El FpV encabeza casi cualquier encuesta difundida durante el último mes. A su vez corre con la certeza que viene arrojando la primera ronda de PASO: que se consolidan los oficialismos; de hecho solamente en Santa Fe –y por escaso margen–, un partido de gobierno no ganó su distrito.
El dilema entre perder con un candidato cómodo o ganar con un candidato incómodo, entonces, parece terminar inclinando la balanza por la segunda opción. Es así que la lógica de la pragmática electoral ya echó raíces en lo que quedaba del kirchnerismo díscolo y la premisa es ganar. Luego de las palabras de la presidenta Cristina Fernández desde el Chaco, quien sutilmente ordenó evitar la proliferación de candidatos del FpV, es esperable que en los próximos días muchos precandidatos kirchneristas a la Casa Rosada bajen su candidatura.
Dentro del FpV, Daniel Scioli y Florencio Randazzo son quienes más votos aportan al acumulado kirchnerista en la carrera por la presidencia. En ese marco, ya nadie descarta el cierre con Scioli. Esto no explica, no obstante, bajo qué formato Cristina lo ungirá: si a partir de una venia subrepticia o en forma abierta y explícita. A nuestro juicio la Presidenta va a tomar partido, pero con distancia. La sola inclusión de Scioli en una lista azul, con el sello del FpV, será más que suficiente para que acumule los votos que arrastra la buena imagen de CFK, sin pegarse demasiado a un posible sapo de gran porte.
No obstante, esta definición de pragmática electoral no logró acallar los debates internos en las filas kirchneristas. Por el contrario, es posible advertir matices entre quienes no tienen casi ningún filtro para bienvenir al FpV a actuales adversarios y quienes muestran reparos ideológicos. En el primero de los casos, resaltan opiniones como las del titular del bloque de legisladores del FpV en la Provincia de Buenos Aires, Fernando “Chino” Navarro, quien en entrevista con La Nación abrió la puerta a una vuelta de Sergio Massa al oficialismo: “Si Massa se arrepintiera, ¿por qué le voy a cerrar la puerta?”. Esta apertura contrasta con las críticas de Luis D`Elía a la incorporación del radical Leandro Santoro como candidato a Vice Jefe de gobierno en la Capital Federal, junto a Mariano Recalde.
El PRO y un falso debate
En el PRO el triunfo holgado en la Capital generó tranquilidad a la vez que expectativas. Quienes integran el espacio de Mauricio Macri saben que su punto débil está allende la General Paz, y que la mejor carta de navegación del territorio bonaerense la tiene el peronismo. Es así que, también azuzado por los medios hegemónicos, por estas horas se intenta instalar un debate en el PRO entre macristas puros y macristas “pragmáticos”. Los segundos sostienen que, para ganar, el PRO debe incluir a parte de la “vieja política”.
Este falso debate oculta, en primer lugar, que la constitución misma del PRO está nutrida de fieles exponentes de la vieja política. Rodríguez Larreta y Cristian Ritondo son muestra acabada de ello. En suma, la reciente alianza tanto con la UCR como con Carlos Reutemann refuerza inapelablemente que el PRO se constituye hoy como un partido con tantas o más alianzas con la “vieja política” que cualquiera de sus competidores del massismo o del kirchnerismo.
No obstante, el PRO aún no definió si pasa a un estadio superior en su política de alianzas: los barones del conurbano. Si bien Reutemann representa, sin dudas, a un peronista de primera línea, no deja de tener un perfil de “peronismo refinado”, con sobrados vínculos con la oligarquía terrateniente santafesina. De allí a establecer alianzas con la “negritud” pejotista bonaerense hay un salto que muchos macristas de pura cepa creen inconveniente. Para ellos la anodina María Eugenia Vidal, con el arrastre presidencial del Mauricio, alcanza para tener un buen desempeño en territorio hostil.