Por Ivan Barrera Foto: Tania Redes
A 42 años de la Noche de los Lápices, miles de jóvenes coparon las calles en memoria de lo ocurrido la noche del 16 de septiembre, en memoria de la militancia que llevaron aquellos jóvenes y jóvenas y en reclamo del ajuste que viene llevando el gobierno cambiemita en educación. Una jornada de memoria y reclamo. Pasado y presente confluyen en la voz y en los cuerpos de miles de estudiantes.
Los lápices escriben
Cuarenta y dos años después, las calles se volvieron a llenar de estudiantes. Pibes y pibas, adolescentes, adultos y adultas, de todos los niveles, de todas las edades coparon las calles, para recordar la lucha de aquellos jóvenes y jóvenas, para hacerla carne en las luchas que tocan hoy. ‘Con hambre no se puede estudiar’ fue la consigna madre de la jornada. Una consigna que abraza todos los reclamos educativos vigentes. El hambre, la mayor síntesis para el momento que atraviesa la educación pública.
Si algo tiene de constante el gobierno de Cambiemos, en estos casi tres años, es que le sobraron los reclamos a nivel educativo que no han encontrado ninguna respuesta y se han profundizado. Una jornada de memoria y lucha donde se multiplicaron los reclamos.
Con muchas y mezcladas demandas que van desde el No a la UNICABA hasta el Sí al Presupuesto Educativo, y eso incluye la apertura de paritarias para docentes de todos los niveles, a lo que se suma la exigencia de justicia por Sandra, por Rubén y por Corina, No al FMI y sus políticas de hambre y Olla Si, mientras las ollas populares se multiplican.
La educación está en peligro y la marea estudiantil tampoco parece quedarse de brazos cruzados y exige el cese de recortes y de subejecucaciones presupuestarias, que afectan a la obras de infraestructura, que desde hace años se vienen posponiendo, tanto en la Provincia de Buenos Aires como en la CABA. Por este motivo las escuelas de Moreno están paralizadas, o como es el caso de algunas escuelas de la ciudad y muchas otras que no llegan a tener la suficiente difusión.
Con pancartas y canciones se recordaron al maestro Fuentealba, emblema de lucha, a la maestra Sandra y al “oso” Ruben y se multiplicaron los pedidos de justicia, también por Corina. Para acabar con las patotas y las amenazas, para que las ollas alimenten a los pibes y las pibas que reciben la magra y fría vianda del gobierno.
Además en esa jornada las y los jóvenes sumaron a sus demandas la necesidad de la Ley por la Interrupción Voluntaria del Embarazo, IVE, y la exigencia de que se cumpla con la ley de Educación Sexual Integral, ESI, en todas las escuelas. Las pibas. que tomaron los colegios durante los días previos a las sesiones por la ley por la IVE y que coparon las plazas durante las sesiones, siguen a la vanguardia de estos reclamos y de todas las reivindicaciones del feminismo.
En otra escala, también se replicaron los reclamos por las políticas económicas y sociales del gobierno cambiemita, y se gritó No al acuerdo con el FMI, No al G20 y No a las políticas de hambre.
Los lápices escribieron
El pasado domingo se cumplieron cuarenta y dos años de la noche donde patrullas de la policía y de las fuerzas armadas arrebataron a pibes y pibas, de 16, 17 y 18 años, para someterlos a las peores torturas, violaciones y vejaciones. Pibes y pibas que tuvieron la audacia de militar en la Unión de Estudiantes Secundarios, pasar sus tardes en las villas y en los barrios más carenciados, de La Plata y alrededores, luchar para sostener el boleto estudiantil, conquistado un año antes, defender la educación pública y de soñar con un mundo mejor.
La más sangrienta dictadura se mezcla con la historia más nefasta de la iglesia católica. La noche del 16 de septiembre de 1976, un grupo de tareas, dirigido por Miguel Osvaldo Etchecolatz y Ramón Juan Alberto Camps, se disponía a acabar con ese foco de juventud militante. Ese comando asaltó la casa de los y las estudiantes, arrancándolos de sus hogares y luego de pasearlos por distintos centros clandestinos fueron sometidos a torturas y las peores atrocidades.
Le temían a los pibes y a las pibas. Le temían esa capacidad de organizarse y de organizar barrios. Le temían a sus ideas. Le temían a su juventud y a su alegre rebeldía. Seis jóvenes aún hoy permanecen desaparecidos presentes en la memoria colectiva.
Los lápices siguen escribiendo
La juventud está en movimiento y organizada. Este lunes decenas de centros de estudiantes movilizaron desde el Congreso a Plaza de Mayo. Un piberío enorme dijo presente, en distintas ciudades se replicaron las consignas y se multiplicó la memoria de esas luchas. La alegre rebeldía se hizo carne entre risas y cantos mezcladas con la rabia del momento.