En los últimos días se conocieron los datos de pobreza de la medición de la Universidad Católica Argentina (UCA) y los datos del INDEC de 2018: un tercio de la población está por debajo de la línea de pobreza y hay 2.680.000 nuevos pobres con respecto a 2017. La situación social sigue empeorando.
Por Francisco Cantamutto | Foto de Matias Baglietto
Que la situación social es crítica no es ninguna noticia. La economía no reacciona en ningún sentido. La recesión ya arrastra muchos años a esta parte y se ha intensificado en 2018, cuando la economía argentina fue la segunda en el mundo con mayor caída del PBI. Estos elementos impactan de manera directa en las condiciones de vida de la población.
El INDEC mide la pobreza mediante un indicador de canasta de bienes para la cual estima tanto una canasta básica de alimentos como otra total, que incluye otros bienes y servicios básicos. Medido el precio de estas canastas, todas las familias que tengan ingresos por debajo son consideradas pobres. Los datos que están circulando indican que la pobreza en términos monetarios habría saltado de fines de 2017, que estaba en torno a 25,7%, a cerca de un 32%. Estamos hablando de un total aproximado de 14 millones de argentinos y argentinas que estarían en situación de pobreza.
Además, este dato hay que contrastarlo con los datos del informe de la UCA del último fin de semana. La Universidad Católica incorpora a este esquema de pobreza monetaria 6 indicadores de tipo estructural para obtener una medición más estable y no tan fluctuante como la de los ingresos que pueden variar por muy poco margen.
Esos 6 indicadores estructurales son: las condiciones de alimentación y salud; el acceso a servicios básicos; el acceso a una vivienda digna; los servicios educativos; las condiciones de empleo y seguridad social y las condiciones socioambientales en las cuales se vive. Todos estos elementos de tipo estructural tienen variaciones más estables en el tiempo que la línea de pobreza y permiten dar una visión más ampliada de los elementos constitutivos de la pobreza.
¿Qué dicen los datos de la UCA? De fines de 2017 a fines de 2018, la pobreza pasó de 26,6% a 31,3%. Un salto de casi 5 puntos, lo cual significa que se incorporan a la pobreza casi 2 millones de personas, lo que deja con una pobreza estructural a cerca de 13 millones de personas. Es una auténtica crisis a nivel nacional.
Entre los indicadores que componen este valor multidimensional de la UCA, el propio informe resalta que la pobreza monetaria tuvo un salto del 28% al 33,6%. Pero no se trata del único elemento preocupante.
Entre los elementos que se deterioran se encuentran la caída del salario, la caída del empleo, y aquellas personas que aún mantienen sus empleos son víctimas de una alta flexibilización laboral. Es decir, hay menos trabajos, peores pagos y en peores condiciones.
A esto se suma el deterioro del acceso a los servicios de salud y a una alimentación digna. Los derechos más elementales para cualquier persona. El deterioro de las condiciones de vida indica que es una situación ciertamente regresiva. No es de extrañar cuando la inflación de los últimos años ha sido particularmente alta en los bienes que compran, principalmente los sectores más vulnerables, entre los que se destacan los alimentos.
El mismo informe explica también una leve mejoría en dos de los indicadores estructurales: los problemas sociambientales han disminuido en términos relativos y, en el mismo sentido, el acceso a servicios básicos, ligado al plan de expansión de agua potable y la red cloacal que el gobierno ha llevado adelante. Esos dos indicadores que han mejorado no logran compensar el deterioro en todos los demás.
Esta es la foto que el informe de pobreza muestra a finales de 2018 y no hay ningún motivo para prever que en este primer trimestre de 2019 alguno de ellos factores haya mejorado. Esto tiene que ver con que todos los indicadores relacionados al empleo y los ingresos se han deteriorado a lo largo del tiempo, relacionado sobre todo a la crisis productiva y el aumento de las tensiones ligadas a la valorización financiera. De conjunto, el modelo de Cambiemos está mostrando con claridad, y a través de distintas aproximaciones, que no logra resolver las necesidades populares y, muy por el contrario, necesita deteriorar estas condiciones de vida para poder garantizar los negocios de unos pocos.