Por Mariano Bruno
El jueves pasado 6 de mayo en el SERPAJ (Servicio Paz y Justicia) de Capital Federal se llevó a cabo el Debate sobre violaciones a los derechos humanos y resistencias en nuestra América atravesada por nuevas formas de golpes.
Del evento participaron Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora y Beverly Keene, de Diálogo 2000, ambas participantes de esta iniciativa; Salvador Zúniga, hijo de Berta Cáceres, la líder indígena y coordinadora general del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), asesinada el último 2 de marzo; Eduardo Soares, abogado de la Gremial que representa a los seis campesinos paraguayos arrestados hace 10 años en nuestro país cuando pedían refugio, quien compartió la demanda presentada ante la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos). Además estuvieron presentes integrantes de la agrupación Pañuelos en Rebeldía y la Escuela de Derechos de los Pueblos del Abya Yala.
El problema de Paraguay es la tierra
A 10 años de la detención de seis campesinos paraguayos en Argentina, donde pasaron 3 años detenidos, luego extraditados y sentenciados a 35 años de prisión acusados del asesinato de la hija del ex presidente paraguayo Raúl Alberto Cubas Grau, Eduardo Soares, abogado de la Gremial Argentina que los representa compartió su historia del caso y la situación institucional que atraviesa Paraguay junto a la presentación ante la CIDH por los seis.
Soares explica que ha habido una disputa en Paraguay muy grande entre la vieja oligarquía y los nuevos arrendados que han tomado la tierra por la fuerza para dedicarlos a la agroexportación de soja y “por lo tanto los grandes consorcios Brasileros y de Paraguay han dominado gran parte del territorio”. Esto no se hace pacíficamente y con gran resistencia campesina. “Aún sufriendo uno de los mayores genocidios de nuestra historia como lo fue la guerra de la triple alianza”, agrega.
En los últimos 20 años la resistencia campesina y su lucha ha tomado cada vez más fuerza. Grandes focos de resistencia y represión como la masacre de Curuguaty han pasado bajo el puente. Soares, “El Negro”, como le dicen en su círculo íntimo, expone que Paraguay sostiene diferentes estadios en su historia: “Lucha campesina en auge. Reaparición de organizaciones sindicales campesinas y políticas, una de las más grandes que surgió fue Patria Libre que llego a tener un desarrollo campesino muy importante con auténticos dirigentes en sus filas. Partido que comienza a desarrollar una lucha que no es lo mismo que la lucha individual, en los gremios o armar un partido y decir yo quiero ser parte del poder”. Y continúa: “Esta confrontación con las oligarquías ha sido grande desde entonces con una gran represión, importante con matanzas selectivas contra dirigentes de Patria Libre y el movimiento agrario popular, una organización netamente con presencia campesina. Represión masiva por parte del ejército patrullando los montes y desalojando. O colaborando con estos ejércitos privados que empiezan a aparecer con esta nueva oligarquía, truchando boletas de compra venta, títulos de propiedad, amenazando, matando dirigentes y sus familias”.
Un proceso largo que concluye por estos tiempos con las imputaciones a dirigentes y campesinos desde el sector judicial. “Con el caso de estos seis campesinos se inicia un proceso que tiene que ver con la administración de la justicia paraguaya y en general en América Latina que cuesta explicar y razonar”, reflexiona Eduardo Soares.
La historia de estos seis campesinos que hace 10 años los llevó a su detención ilegal, comienza en 2005 cuando a la semana de ser detenidos en Paraguay, el juez original de la causa, Don Pedro Mayor Martínez, los absuelve a la semana y los pone en libertad. Se producen hostigamientos, amenazas que los lleva a decidir ir a ver el embajador argentino del momento en Asunción donde reciben asilo y recomendación para pasar por la frontera. Pero son apresados a la semana de su llegada al país. La madre de Cecilia Cubas, junto al dirigente Juan Carlos Blumberg y Aníbal Fernández, ministro del interior por ese entonces, declararían a los campesinos terroristas y su deportación para ser juzgados en su país. Estuvieron detenidos entonces en Argentina durante tres años. Una herida que aún duele a la gremial de abogados. “Durante el juicio nosotros probamos torturas en las cárceles paraguayas donde el Juez Lijo nos dijo que eso no significaba que estos seis iban a hacer torturados”, expresa Soares, quien aún continua en la lucha por su liberación.
A partir de ahí la Corte Suprema confirma la resolución del Juez y son devueltos a Paraguay donde son condenados a 25 años, más 10 años por agravante. Un caso perdido según el “Negro”.
El fiscal de la causa fue Rogelio Ortúzar, quien no sólo participa en los tribunales, también suele pasearse con uniforme táctico y armado entre campesinos asesinados en operativos de desalojo. El problema de Paraguay, advierte Soares, no es tanto la politización de la justicia si no su feudalismo que mantiene intacto a pesar de haber contado con la formación de fiscales por los más progres juristas argentinos como Zaffaroni y Barcesat.
La lucha siguió en Paraguay. Entre ellos seis, hay unos 100 presos políticos hoy en día que Soares los divide en tres grupos. Estos seis más Villalba (Curuguaty). El segundo grupo a campesinos integrantes de las organizaciones sindicales. E integrantes del EPP (Ejército del Pueblo Paraguayo).
Con complicidad e intervención de otros países latinoamericanos, además de los extranjeros, como Colombia, se ha enviado grupos de tareas especializados a Honduras y Paraguay. Milani ex jefe del ejército argentino envió una brigada de inteligencia recibida por Fernando Lugo para colaborar en la lucha contra el EPP en su momento, y ahora, en tiempos de Cartes, hace muy poquito se ve la presencia de la MOSSAD, agencia de inteligencia israelita.
Eduardo Soares finaliza reflexionando que tanto Lugo, agrupaciones y partidos de izquierda, como la derecha a la que responde Cartes, los gobiernos y cancillerías argentinas que han pasado durante estos diez años, han hecho nada por este caso.
Los seis campesinos siguen tan invisibilizados como al principio a no ser por la presencia de los organismos campesinos que continúan con la lucha de siempre: Defender la tierra.