Por Lucrecia Fernandez, desde Córdoba. El miércoles 7 de mayo se realizó en la capital cordobesa una movilización contra el gatillo fácil y la represión policial. El pedido de justicia se hizo presente una vez más frente a cuatro casos de gatillo fácil en menos de un mes.
La tarde caía en Córdoba, y en la esquina de Colón y General Paz, punto central de la ciudad, comenzaban a llegar las familias, los amigos y los vecinos de los diferentes jóvenes asesinados por la represión en la ciudad. El clima era diferente al de otras marchas, porque estaba el condimento donde las voces principales eran los involucrados directos. Más de 100 personas sumaban en la cabecera, bajo las consignas de “basta de gatillo fácil” y de “abuso policial”, y la leyenda “familiares víctimas de la represión del Estado”. Las fotos de los rostros, los carteles con los nombres, con los pedidos de justicia, las miradas cansadas pero expectantes y esperanzadas de esas hermanas, madres, padres, amigos, amigas que se encontraban en cada uno de ellos, reconociendo en el otro los que les estaba sucediendo, reconociéndose y encontrándose en esa red invisible. Detrás las organizaciones sociales, los organismos de derechos humanos, los centros de estudiantes y los partidos políticos.
Arrancaba la movilización y la energía era desbordante, los colores, los nombres, los cantos, el grito de “presente”. Así, alrededor de mil personas se convocaron por las calles de Córdoba rumbo a la central de policía, donde finalizaría la actividad con un acto.
Sobre Colón se desplegó una fuerte presencia policial, de una cuadra a la redonda del recorrido de la movilización, y tres cuadras antes del punto de finalización. Luego, un vallado y un cordón policial nuevamente no permitieron a los manifestantes llegar hasta el final de su recorrido. Casi como un giro del destino, en plaza Colón, lugar donde fue desaparecido el joven Facundo Alegre, se cerró el acto, en el cual los familiares tomaron la palabra uno a uno, contando el caso que los convocaba. En ese mismo lugar se leyó el documento del Espacio bajo las consignas “Basta de gatillo fácil”, “Basta de represión policial”, “Basta de silencio cómplice” y “Justicia por Lautaro Torres, Exequiel Barraza, y Ezequiel Ávila”.
Las voces del pedido de justicia
En la actividad, los casos fueron nombrados uno a uno. Como el de Lautaro Torres, de 16 años, asesinado de cuatro balazos en la espalda, la madrugada del 13 de abril del 2014 a una cuadra de su casa, en barrio Las Palmas, a manos de una mujer policía de civil. O el de Exequiel Barraza, 20 años, asesinado en la madrugada del 24 de marzo del 2014, recibió cinco disparos por las espaldas por parte de un policía de civil que estaba con su novia en la puerta de su casa; previo a eso fue linchado por las personas que se encontraban dentro del domicilio y, luego de los disparos, cuando aún estaba vivo fue maniatado, y llevado como NN al hospital de Urgencias, donde su familia lo encontró a las 6 de la mañana. Ezequiel ya había fallecido en el quirófano mientras le practicaban una cirugía para salvarle la vida.
En ambos casos, los policías han sido acusados de “homicidio simple, a tenor del artículo 306 in fine, prosiguiendo con su estado de libertad y sujetos al proceso judicial ya que en los mismos los policías actuaron en legítima defensa”, según informaron fuentes oficiales de la policía de Córdoba.
Otra de las familias presentes fue la de Ezequiel Ávila, de 20 años. El joven se conducía en moto el domingo 13 de abril de 2014 -misma fecha que el asesinato de Torres-, y en un confuso episodio de persecución policial, Ávila fue detenido y recibió una terrible golpiza luego de caer de su motocicleta. Producto de los golpes recibidos fue trasladado al hospital de Urgencias donde 10 días después de estar en coma, falleció. Ávila estuvo incomunicado por “orden de la fiscalía interviniente” durante la internación, por lo que su familia no pudo verlo sino hasta que el cuerpo fue entregado luego de su muerte.
Entre los presentes también se encontraba Soledad Cuello, quien busca incansablemente a su hermana Yamila Cuello, joven desaparecida hace cinco años por una red de trata. En la movilización participó Viviana Alegre, símbolo de entrega en la búsqueda de justicia por su hijo Facundo Rivera Alegre, quien desapareció hace dos años a manos de la policía. La hermana de Iván Rivadeiro fue parte de la actividad. Su hermano, de 23 años, hace un año atrás apareció ahorcado en su celda en el penal de San Martin, con el cuerpo golpeado, dos puntazos de arma blanca en la espalda y otro en el abdomen. Pese a estas pruebas, la institución carcelaria declaró su muerte como suicidio.
Además participaron los familiares de Ezequiel Saldaño, joven asesinado a manos de un oficial en el año 2008. El hecho ocurrió en un confuso operativo en el barrio donde vivía. Otro de los casos presentados fue el de Martín Quintana, hecho que demuestra la brutalidad e impunidad policial. En el año 2004, Quintana volvía de trabajar y sentado en una verja de la casa de un amigo quedó de manera involuntaria en medio de un operativo policial, en el cual el oficial Bravo le propició un disparo. El mismo oficial luego lo arrastró hacia la calle, y segundos después, dejó a Quintana en la vereda mal herido. Inmediatamente, el efectivo subió a un vehículo de la CAP y se retiró del lugar. En tanto, la ambulancia llegó tarde y los demás móviles de la CAP que participaban en el operativo no quisieron trasladar al joven al hospital, razón por la cual Martín falleció antes de arribar a urgencias.
La respuesta policial
Con motivo de los reclamos que levantan los familiares y organizaciones, y en una acción sin precedentes, la policía de Córdoba emitió días atrás un comunicado de prensa respecto de los casos que impulsaban la manifestación. En el texto oficial remarcaban el carácter delictivo de los sucesos que terminaron con la vida de Lautaro torres y de Ezequiel Barraza, avalando el accionar de ambos policías, e indicando que actuaron en legítima defensa. En este sentido, el jefe de policía, Julio Suárez, declaró frente a las cámaras y a solo veinticuatro horas del asesinato de Lautaro Torres, que “todo delincuente que delinca armado, debe saber que va a terminar muerto”, emitiendo a sus subordinados una clara orden de licencia para asesinar.
Frente a estos dichos y al comunicado difundido, organizaciones y organismos de derechos humanos rechazaron los dichos. En la misma línea, el bloque del Partido Socialista, representado por el legislador provincial, Roberto Birri, presentó el miércoles 7 de mayo un proyecto de declaración de repudio al comunicado de la policía provincial. En ese texto se remarcó que el comunicado “de manera absolutamente irresponsable y contraria a derecho se expide en defensa de agentes de la fuerza que se encuentran investigados -e imputados- por la justicia provincial por su presunta participación en hechos donde resultaron muertos dos jóvenes en distintos barrios de la ciudad de córdoba”. Y agregó que “la Justicia deberá determinar si los agentes actuaron en legítima defensa -como anticipadamente sostiene el Jefe de Policía- o si, en cambio, se trata de nuevos casos de abuso policial y ‘gatillo fácil’, como sostienen los familiares de los jóvenes y numerosos testigos de los hechos”.
Continuar la lucha
“Esta es una movilización sin precedentes en Córdoba en cuanto a la enorme convocatoria de familiares y víctimas de la represión del Estado, que salieron a la calle para decir basta al gatillo fácil y basta a la represión policial. Esto sienta las bases para comenzar a trabajar en red con los familiares y dejar de tomarlos como casos aislados”, reflexionaba al final de la movilización Mariana Carmona, miembro y vocera de la Coordinadora Antirrepresiva de Córdoba. Para la próxima semana se convocó a los familiares a reunirse para dar continuidad a los reclamos de justicia y comenzar a pensar los pasos a seguir en esta lucha que han decidido comenzar a dar.
Fotografías: Mucho Palo Noticias.