Por Edgar Juncker y Francisco Longa. Las propuestas programáticas 2015 de los cuatro principales referentes de la UCR difieren entre sí. Cómo lidia el FAUnen con la fragmentación dentro de la fragmentación y en qué lugar se asentará el centenario partido fundado por Leandro Alem.
Pasada la década del noventa, Ricardo Sidicaro intentaba explicar la complejidad del peronismo en un libro ya clásico denominado “Los tres peronismos”. Allí iba desde el primer gobierno de Perón hasta el menemismo, pasando por la experiencia de la década del ’70. Sabemos que el peronismo es siempre fuente de grandes controversias internas, tendencias y disputas, sin embargo, la Unión Cívica Radical no se ha quedado atrás en lo que refiere a internismos y fragmentación.
Solamente con observar el escenario actual del partido podemos tener una muestra muy clara de la falta de cohesión interna, de las diferentes miradas tácticas, las cuales abrevan, sin dudas, en la dilución absoluta de una idea programática clara. La comparación con la idea de los tres peronismos intenta trazar un paralelismo en cuanto a contradicciones políticas intrapartidarias, aunque a diferencia de estos ejemplos peronistas, en los cuales las contradicciones son más evidentes vistas desde una línea cronológica, el radicalismo actualmente las atraviesa en simultáneo, lo cual lo ha colocado en una importante crisis institucional.
Teniendo en cuenta que la UCR es una parte más que importante en el FAUnen, una coalición que se autodefine como progresista por varios de sus miembros, resulta curioso que la cabeza radical, el presidente Ernesto Sanz, haya trabajado tanto junto a Elisa Carrió para lograr un acuerdo con el PRO. En esa tarea, estuvo acompañado por varios dirigentes de peso como Oscar Aguad o el mendocino Alfredo Cornejo, entre otros.
En la cabeza de este grupo cuentan que una alianza UCR-PRO les redundaría en la victoria en al menos siete provincias, gracias a la estructura territorial del radicalismo y la proyección de la imagen del actual jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri. Luego de las recientes declaraciones de éste último, abriendo las puertas a una interna con los antes mencionados Sanz y Carrió, el presidente del partido convocó a una reunión para el próximo lunes en la cual se verán las caras los representantes de los diferentes radicalismos, y que promete pedidos de renuncias, definiciones y acercamientos a diferentes espacios.
Entre los comensales del almuerzo, que tendrá cita en San Fernando, estará el diputado jujeño y precandidato a la gobernación, Gerardo Morales, principal expositor de otra de las patas que direcciona por fuera del FAUnen, esta vez apuntando al conurbano norte. Morales y el tucumano José Cano, son las caras más destacadas del sector radical que se anda sacando fotos con Sergio Massa, aunque en principio, los acuerdos apuntan a alianzas a nivel local en lo que parece una estrategia del tigrense para disputarle estructuras a Macri a través del aparato radical a nivel nacional, sobre el cual ambos candidatos necesitan expandir sus influencias. Consultado sobre una alianza UCR-Massa, Aguad dijo que “es prácticamente imposible. El radicalismo está tratando de formar un espacio nuevo no peronista, así que un acuerdo con el peronismo estructural, ya sea de Massa o de Scioli, es casi imposible pensarlo en el radicalismo”.
De puertas adentro
Hasta ahora, los dos sectores recorridos y sus cabezas apuntaron por fuera del FAUnen. Entonces: ¿quién se quiere quedar adentro? En principio, el sector liderado por Julio Cobos estaría reclamando esto, y planteando respetar la línea de “independencia” de la UCR y del FAUnene respecto de los otros armados. Sin embargo él fue el principal expositor del casi extinto radicalismo K al ser vicepresidente del primer mandato de Cristina Fernández, lo cuál en su momento le costó la expulsión del partido.
Claro que después de la epopeya del voto “no positivo” a la ley 125, hubo una conveniente revisión de la sanción, apoyada en la imagen positiva que en su momento lució el ex vicepresidente, lo cual era como agua en el desierto para el golpeado partido. Pero además del mendocino, otros dirigente importantes se manifestaron en contra de estas extrañas alianzas en reiteradas oportunidades, como Ricardo Alfonsín, quien manifestó la necesidad de resolver las contradicciones de FAUnen con un discurso más cercano al resto de los referentes no radicales del espacio, que descarta alianzas con sectores de derecha explícita o del peronismo.
El cuarto y último radicalismo actual es, tal vez, el que menos peso tiene hoy día dentro del partido y en las consideraciones periodísticas: nos referimos a los dirigentes y militantes de base que quedaron más cerca del kirchnerismo, representado fundamentalmente por el histórico Leopoldo Moreau y por ciertos sectores de la juventud radical, como la agrupación Los Irrompibles. Éstos últimos se identifican con algunos aspectos del discurso social del gobierno nacional, aunque son críticos en los aspectos centrales. Es de notar, no obstante, que en la última comitiva presidencial que visitó al Papa Francisco en el Vaticano, CFK dejó un lugar para uno de los referentes de la mencionada agrupación radical.
En el caso de Moreau, es sabida su simpatía con el oficialismo, y sus movimientos políticos en los últimos meses apuntaron a negociar apoyos con Gabriel Mariotto y buscar colar algún nombre propio en la lista de Jorge Taiana. Lo cierto es que claramente este sector quedó confinado a la marginalidad de la UCR.
El laberinto del FAUNEN
Claramente la definición que tome la UCR marcará el futuro del FAUnene: si bien el espacio está compuesto por varias fuerzas políticas (PS, PSA, GEN, FCC, Proyecto Sur, Libres del Sur y la Coalición Cívica) es claro que la extensión territorial que garantiza el radicalismo no la puede suplantar ninguna de las otras agrupaciones. Como mencionamos anteriormente, algunos armadores piensan que se podría ganar cerca de siete provincias si se da una alianza con Macri, pero también se perderían algunas otras, si se sacrifica la alianza con algunos de sus actuales socios, como por ejemplo la provincia de Santa Fe, bastión de Binner y el PS.
Lo que queda claro es que abundan los comentarios sobre lo diverso del peronismo y sus fraccionalismos pero, en general, las internas de la UCR son tomadas como situaciones aisladas y no como “signo de identidad” del partido. El peronismo ha sabido a lo largo del tiempo sintetizar las divisiones internas a partir de fuertes liderazgos y férreas conducciones personales. Una tarea semejante parece difícil misión para un radicalismo vetusto que no ha sabido despuntar un líder aglutinador; así, el futuro de FAUnen también depende de las debilidades históricas de la UCR.