Por Camila Parodi – @_ParodiCamila
En sus días por Argentina, la guatemalteca lidereza del pueblo Ki¨´che´, Aura Lolita Chavez Ixacaquic, compartió su experiencia a través de distintas intervenciones y charlas. Marcha acerca parte de su pensamiento y práctica en el actual contexto de persecución que atraviesa.
Aura Lolita Chavez Ixacaquic, conocida simplemente como Lolita, llegó desde Guatemala a la Argentina con su bolsito y pollera de tejidos coloridos en pleno mes de julio tras haber sido atacada en repetidas oportunidades por aquellos que pretender convertir los territorios en meras mercancías.
Lejos de resguardarse, Lolita recorrió con su pollera de mil colores distintas tierras y experiencias de nuestro país. Cuerpos territorios -en palabras de ella- que le dieron refugio pero así también, la vitalidad y fortaleza necesarias para continuar la lucha. En distintas oportunidades pudimos escuchar y dialogar con la referente del Consejo de Pueblos Ki¨´che´ por la defensa de la vida, madre naturaleza, tierra y territorio e integrante a su vez, de la Red de Sanadoras Ancestrales del feminismo comunitario, quien compartió los pensamientos y saberes construidos junto a sus hermanas.
Participó de convervatorios como el realizado en la Escuela de los Derechos de los Pueblos del Abya Yala Berta Cáceres y en la Asamblea de Mujeres de la Fob en Villa Lugano, como así también en distintos programas de radio. A lo largo de estas charlas, Lolita, de risa contagiosa, comunicó la situación de su territorio: el avance de las trasnacionales, la corrupción del gobierno, la permanente invasión de Estados Unidos y la continuidad del genocidio. Pero ante ello también la respuesta: de resistencia de las comunidades y del feminismo comunitario.
A lo largo de los distintos diálogos realizados con Lolita Chavez pudimos ir entretejiendo, como se tejen los feminismos distintos fragmentos que hacen a su pensamiento.
“Regreso con mi pueblo para seguir defendiendo la vida”
Una de sus primeras frases al llegar a Buenos Aires fue “para ellos soy una amenaza” y si bien es de no creer, por su voz tímida y sonrisa pícara, Lolita acumula un listado enorme de denuncias y amenazas de distintos funcionarios y empresarios. “Me quisieron asesinar de una forma cobarde con sus militares, armas y capitales”, explicó. Por eso, en repetidas veces manifestó que “denunció no sólo al gobierno de Guatemala sino también a las trasnacionales que quieren entrar a despojar y saquear nuestros territorios que son estratégicos para ellos, ya asesinaron a dos hermanos por defender la tierra”.
En el actual contexto de privatización de los bosques que sufren específicamente las comunidades Ki¨´che´, donde según Lolita, “no se cansan de tener jugosas ganancias por lo que ahora van por las montañas”, sentenció, “si algo nos pasa a quienes defendemos la vida es la responsabilidad directa del Banco Mundial, el gobierno guatemalteco y las empresas nacionales”. Desafiante también afirmó, “regreso con mi pueblo para seguir defendiendo la vida, aunque nos digan terroristas y antidesarrollistas” ya que, “para los pueblos desarrollo es muerte, entonces qué pueblo podría estar de acuerdo con la muerte”.
“Somos el pueblo más guerrero de Guatemala” dijo con orgullo, “y si bien quisieron que nos sintamos con vergüenza y como violentos no lo sentimos así porque cuidamos el territorio”. Por eso, cada vez que toma la palabra recuerda, “tenemos nuestra propia concepción del mundo, nuestras propias formas de existir, de coexistir con la Madre Tierra, con la biodiversidad, con las montañas, reconocer también que, como humanidad no somos el centro del desarrollo, que lo que se está ofreciendo a través del neoliberalismo, los patriarcados que también tienen sus expresiones, es el desarrollo que los pueblos estamos anunciando al mundo occidental que nunca quiere aprender de nuestras expresiones”, por lo que no es tan fácil como se presenta, “al mundo occidental, que nos quiso anular a través de los exterminios en diferentes territorios, decirles que las historias están ahí, están vivas, que estamos vivas y vivos”, y dijo “agradecemos a todas las hermanas que han dado su vida por las luchas; estamos ahí con nuestros modelos de vida”.
Para hablar de las violencias e invasiones, Lolita complejizó la mirada con el concepto “múltiples opresiones” que aparece una y otra vez en sus palabras y que va abonando al pensamiento y con él que no sólo se trató de la conquista 500 años atrás, la dictadura que caracteriza como “guerra reciente” y “dictadura atroz” la cual duró más de 36 años en Guatemala, donde el intervencionismo estadounidense, las mafias y las desapariciones forzadas arrasaron con los territorios, y que continuaron en pleno neoliberalismo con los tratados de libre comercio y la privatización de los bienes comunes. Entonces, si bien “se firmaron los supuestos acuerdos de paz en 1996 y aun en 2016 se espera y exige la justicia” aclaró, y advirtió una “cuarta invasión desde la cual el modelo macroeconómico y neoliberal genera leyes para abrir las puertas a las trasnacionales para invadir sin consulta e información nuestro territorios”.
Romper el silencio, tomar la palabra
La lucha de Lolita y la de sus hermanas no termina allí, se trata de la defensa del territorio cuerpo, otro concepto que construyen colectivamente desde el feminismo comunitario como perspectiva que “desafía a la humanidad”, como manifiesta la lidereza. Una lucha permanente que no sólo cuestiona las invasiones externas, sino que también se permite evidenciar y enunciar las violencias internas, “romper con los dogmas, esas verdades absolutas”, que se imponen tanto desde las religiones occidentales, como por ejemplo el cristianismo que según ella “está bien metido en las comunidades, donde casi todo es pecado o que miedo, qué vergüenza”, por eso aclara, “yo no creo en dios y me encanta poder decirlo aquí, esas palabras en mi pueblo es permanente y se siente en nuestros cuerpos”.
Y en construcción de saberes y creencias propias Lolita afirmó, “se habla de la cosmovisión maya, y que es sagrado, o sea, sí respetamos principios y valores que nos unen, que nos fortalecen, que nos dan vida y esperanza, pero estamos en contra de las verdades absolutas que se creen que son perfectas, mejores y únicas pero que generan violencia en nuestros territorios”. Y reconoció, “esto se da y muchos nos han dicho que somos traicioneras de la cultura, que estamos en contra de nuestros propios procesos, pero no es eso sino todo lo contrario, todo lo que genera violencia en los cuerpos de nosotras las mujeres, y otros cuerpos, de los niños y las niñas, de la juventud, de los ancianxs y de la biodiversidad, va a ser denunciado si o si”.
Al hablar de territorios desde el feminismo comunitario, lo conceptualiza “no sólo como un espacio físico sino como la expresión de la historia, del arte, la cosmogonía, nuestra herencia, todo lo que se vive en comunidad con los elementos cósmicos y la humanidad”. En él reconoce que “tenemos un compromiso con abuelas y nuevas generaciones si tenemos esos derechos quienes vengan tienen el derecho a vivir con armonía, sin embargo desde esa perspectiva desafiante y cuestionadora advierte, “vivimos los patriarcados que se fueron uniendo; para nosotras es delito de lesa humanidad que no se reconozcan las múltiples violencias sobre las vidas de las mujeres en las distintas épocas de la historia”.
Es en ese marco que el territorio también es cuerpo, “desde las asambleas nos posicionamos ante las relaciones de poder que hemos analizando desde los distintos patriarcados, como lo es el occidental y así también el ancestral originario y el entronque que se da, por eso al hablar de territorio no nos referimos solamente a la madre tierra, sino también nuestro ser y cuerpos”.
Lolita reflexionó en las distintas charlas con compañeras del feminismo popular de Argentina con cierta empatía, “nuestros cuerpos violentados por la supremacía de los poderes del hombre, del capitalismo y de la gente blanca y que tiene más, por lo que esas múltiples violencias atentan contra nuestras vidas y es hipocresía si no empezamos a hablar de liberar los territorios cuerpos de la violencia”. Por lo que compartió, “con el feminismo comunitario nos damos luces, no todo es armonía pero se entreteje en las comunidades; en principio ni se nombraba, pero empezamos a cuestionar las múltiples opresiones de adentro y afuera”.
Afirmó que para que un proceso revolucionario sea posible y genuino “se tienen que erradicar las violencias desde las raíces, no solo las occidentales sino también las ancestrales, porque si bien es fácil cuestionar lo impuesto, y esto violenta y es cierto”, a su vez, “debemos conocer y cuestionar los patriarcados ancestrales de miles de años” como desafío que trasmite “a todos los feminismos que reconocemos se expresan en todos los territorios”.
Y reflexionó, “ante tantas situaciones de violencias se querían relegar las reivindicaciones de las mujeres para lo último, lo perverso del adentro, por eso hablamos de nuestras estrategias, luchamos por la defensa de nuestros territorios como así también libres de violencias”. Y en ese marco reconoció, “no es fácil reivindicarse feminista comunitaria, se ve como terrorismo. Si ser feminista comunitaria es ser terroristas, pues lo soy”.
Lolita entre intimidades cuenta, “los compañeros en nuestras asambleas nos han cuestionado por hablar bajito, y por ejemplo allí la pareja de uno dijo ´¿querés que tenga más poder y fuerza? Entonces no me lo quites en la casa ni en la cama´y eso hablarlo en asamblea es romper el silencio y eso lo dijo ella porque tenemos nuestras asambleas donde hablamos de nuestra autonomia, ella tuvo ese valor porque la acuerpamos”.
La teoría de Aura Lolita Chavez Ixacaquic se hace, paso a paso, carne y práctica. “El patriarcado se enraizó”, explicó la referente Ki´¨che, ya que “le quita el poder a las comunidades y territorios, y así puedes ser cómplice con la empresa porque nos quitas poder desde la casa”. Por eso nos regaló su reflexión, “es importante el espacio propio de unión y encuentro sólo de mujeres, muy nuestros y de confianza, hablamos del poder en la cama, como quedan nuestros cuerpos”. Y afirmó, “hablar de la sexualidad es parte de los procesos de emancipación de los cuerpos para la lucha y la vida cotidiana de personas más libres, amores, acuerpamientos, feminismos comunitarios que queremos vivir nosotras”
Y finalizó su viaje pero no se alejó, y nos dijo, “porque somos hijas de las brujas que no pudieron exterminar, yo soy bruja, y podemos fortalecer nuestros espíritus y cuerpos para que las nuevas generaciones tengan esa alegría. Vemos con esos ojos de amor a la vida, por eso exigimos libertad y el fin de las violencias”.
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