Se viene el mundial y la grandilocuencia triunfalista se asoma por todos los balcones, o mejor dicho, por casi todos.“Algunos rebatirán (con razón) que tenemos la mejor delantera del mundo, pero uno no se puede enamorar de una mujer sólo por las tetas o la cara”. Así juega Kurt Lutman con su pluma. Abróchense los cinturones. Se viene el estallido.
Se vos nomás
Se acerca el mundial en Brasil. Este evento debería mostrar las distintas identidades y formas de jugar al fútbol que atraviesan a los países participantes. O sea, si fuera un mundial de comidas, Alemania llevaría Chucrut, España Paella, China o Japón caerían con un táper con Sushi, Italia Pizza, Rumania pindonga o lo que fuera y Argentina, el mejor chori o guiso o asado. Bien, para este mundial en Brasil no se sabe si llevaremos hamburguesas de McDonadl’s o comida del Este de Europa. Este perfil de selección casi europea no tiene nada que ver con el Ser nacional. Algunos chicaneros dirían: “Por qué no lo ponés a Jauretche entonces, cornudo”. Mi respuesta sería: “Primero porque Jauretche se murió y segundo, porque él en su juventud jugaba de 10 y ese puesto hoy no es un problema”. Este combinado en su mayoría de robotitos sin mística nada tiene que ver con el dolor y el amor profundo que existen hoy en nuestras barriadas. Prolijos profesionales apáticos, que lo más osado que trasmiten luego de un gol es formar con las manitos un corazón para que sepamos el amor que sienten por su pareja. Tampoco pedirles que luego de un gol se acerquen a la cámara y griten: “¡Gooooooooolllll… Tomá Shell hija de puta, dejá de ahorcarnos y desestabilizar! Sólo con que lo sientan es suficiente. Eso se nota, se emana.
Gol de mujer
El jugador argentino debe ser conflictivo, inteligente, insultar a los gritos, amigo de los amigos, salvaje, noble y estar dispuesto a echar la falta envido en cada jugada, porque hoy su país tiene este estado anímico, ésta pulsión vital. Hoy su terruño está parado sobre un campo de batalla, y no en una casa quinta de fin de semana. Algunos rebatirán (con razón) que tenemos la mejor delantera del mundo, pero uno no se puede enamorar de una mujer sólo por las tetas o la cara. Esta selección Argentina esta buena de la cintura para arriba y para enamorarnos, aparte de las tetas, tiene que trasmitir esa mística, tiene que ser esa mujer latinoamericana que cuando viene caminando, las tetas desaparecen y quedás imantado a su esencia toda. Esa mujer fue y es cada vez más, Diego Armando Maradona.
Mucho ruido y pocas nueces
Los únicos tres jugadores que representan el espíritu del pueblo hoy son el Kun Agüero, el Pocho Lavezzi y Leonel Messi. El primero, porque juega como aprendió en la canchita rodeada de monoblocks en Avellaneda: desprolijo, cumbiero, potente y goleador. El segundo, por ser picante, impulsivo, atorrante y llevar a Villa Gobernador Gálvez sobre su piel (fierro en la cintura incluido) y temperamento. El tercero, por impactante, talentoso y efectivo, aun cuando a los 12 años lo destetaron de su tierra, le bastó tiempo para ser potrero.
Mago enjaulado
Messi fue el que más secretos descifró últimamente en el arte de conducir un objeto y generar simbiosis, mientras esquiva humanos. Pero sospecho que su mística cobraría potencia (pasar de la cabeza al corazón de su pueblo) si dejara de ser un niño y vivir como tal. La adultez implica conflicto y cerrar los puños. Duele, porque están saliendo los dientes. Messi, en alguna declaración, podría relatar algo de lo que pasa más allá del perímetro de juego. Existen el vampirismo de la FIFA, las multinacionales, los yankis a veces masacran a un pueblo entero y donde mires te topás de frente con un escenario injusto. Quién sino él para señalar aguas turbias. Ojalá algún día agarre una baldosa y rompa el vidrio de la cajita musical en la que lo guardan luego de los partidos. Y así pueda, lejos de asesores de imagen y cajas registradoras, sentarse solo en el cordón de la vereda y sacarle filo a su lengua.
De apaches proscriptos (luche y vuelve)
“Ya van a ver cuando vuelva el General”, gritaba en el 55 un esperanzado Gatica. El delicado paladar de Sabella excluyó (no se ha dicho el porqué) a un jugador que aparentemente no se adecua a esta (ordenada y peinada para el bautismo) Selección Nacional. ¿Quién debe elegir al técnico que nos representara en el mundial? ¿El pueblo en su totalidad o Grondona? ¿Quién debe decidir la lista de 23 jugadores para este evento? ¿El pueblo en su totalidad o Sabella? ¿Es muy descabellado pensar en elecciones cada 4 años (si, reíte nomás) y que la gente elija a los 23 jugadores más representativos de su país? De ser así, ¿estaría fuera o dentro de ese listado “el Carlitos del pueblo”?
Los de atrás vienen conmigo
Carne viva. Gardel del conurbano. Al perecer, este inadaptado tiene por costumbre posar en revistas barriales con un pañuelo de las Madres de Plaza de Mayo en la cabeza, salir de joda con los pibes del barrio cuando viene a la Argentina y armar revuelos en algún escenario del conurbano cuando sube a cantar cumbia con sus amigos del grupo Piola Vago. Este cabecita negra cada vez que hace un gol pela historia y raíces. Debajo de su casaca de turno hay otra más importante que reza y llora… “Fuerte Apache”, “Ciudad Oculta” o “Villa 31” y esas barriadas que el multimedios Clarín hostiga, demoniza y basurea permanentemente, se trasladan en mágico viaje, aunque sea por unos minutos, a Inglaterra o Italia y en ese instante, como diría Calle 13, “los de atrás vienen conmigo”.
Y cuando te encara con pelota dominada este negro, te encaran años de dolor y mesas escasas y furia y fiesta popular y vino barato… y mejor correte. Esto somos y eso deberíamos mostrar al mundo.
Yo, si “él” no va, no voy. Me chupan un huevo Messi, salir campeones o la mar en coche si como selección no somos nosotros y estamos dispuestos ir a ganar o perder a un mundial como argentinos y por esto entiendo con la trama y el drama a cuestas, que son padres de la pasión. Gracias Carlitos Tévez por seguir siendo. Yo voy, junto con tu barrio, para donde vayas. El negro Dolina agregaría “Yo soy mis sentimientos, y quien me los robe habrá de llevarme consigo”.