Por Matías Rey. Almafuerte cerró el 2011 con una presentación en Obras Sanitarias. Pasado y actualidad de Ricardo Iorio, referencia indiscutida de la escena metalera nacional.
A una personalidad genial y compleja como la de Ricardo Iorio le nació una nueva faceta: la de payaso mediático. Esto tiene un costado injusto: que al hombre que creó las tres bandas de música pesada más importantes del país (V8, Hermética y Almafuerte, en riguroso orden cronológico) se lo conozca más por Youtube y Duro de Domar que por la escucha de sus discos. Y otro costado ligeramente más reivindicable, que nace de la difusión masiva de un personaje de esos que ya no hay, polémicos y talentosos al mismo tiempo.
Todo esto viene a cuento de la presentación de Almafuerte en el mítico Obras Sanitarias el pasado 30 de diciembre, en un show que tuvo todos los ingredientes que uno espera recibir a cambio del dinero de su entrada. ”Beto” Casella, el nuevo amigo de Iorio, sale al escenario con la banda y los presenta ante un público que (¡cómo cambiaron las cosas!) no lo putea. Inmediatamente después toda la mala leche de Iorio se va en el primer tema, “Triunfo”, un manifiesto en contra de Malón, la otra banda que surgió de la separación de Hermética y que acaba de reunirse. Innecesario y, además, impostado: es sabido que la rivalidad pasa por algunos músicos mientras el público, por lo general, comparte el gusto por ambos grupos. Y sin embargo… ¡qué buen tema! ¡Y cómo está Obras…! Una caldera en la que probablemente haya entradas sobrevendidas y donde seguramente el sonido -rarísimo- no es el mejor en cuanto a volumen. “Es sólo metal, pero me gusta” parece ser la consigna de un auditorio que, si bien pide más y mejor ruido, no te deja-no te deja-de alentar.
Las dos horas de recital se pasan volando con una lista de temas tan impecable como la de invitados. El primero es Willy Quiroga, de Vox Dei, muy celebrado y acompañado en su canto. Pero lo siguen otros pesos pesados: Ciro Pertusi de Jauría (ex-Attaque 77), el Chizzo de La Renga, el Negro García López (guitarrista de Charly García) y Manuel Quieto de La Mancha de Rolando. Todos son presentados por Ricardo como “un gran amigo mío”, llegando a un extremo cómico cuando, en el caso de Quieto, lo define como: “Un tipo que es más bueno que el pan… es tan bueno que si le pedís el culo, me parece que te lo da y todo”. La faceta de capocómico de este metalero (ya no tan) bravo, sin dudas es un valor agregado en cada recital. El buen gusto y el virtuosismo del “Tano” Marciello, acaso el mejor guitarrista del país, son la frutilla definitiva del postre.
Cuando ya están por cerrar, sin bises como es su costumbre, el pedido de los más de 5000 asistentes para que toquen “El pibe tigre”, clásico de sus comienzos, es atendido por la banda ante el éxtasis de una concurrencia dispuesta a perdonar la poca memoria de un Iorio que se olvida casi la mitad de la letra. Pero no importa: Almafuerte cerró el año como debe ser. Con un Obras al palo y la casa en orden.