Por Agustín Bontempo (@agusbontempo)
En los últimos días, diferentes fuerzas de izquierda vienen haciendo un llamado a la unidad de cara a las próximas elecciones. Aquí, un aporte para allanar el debate.
La unidad de la izquierda es mucho más que un concepto. Es una realización política que varios sectores de la población, así como organizaciones sociales y políticas, vienen exigiendo e intentando construir. Los impulsa la necesidad de crear una herramienta transversal e inclaudicable para el bien común del conjunto de las personas.
Este año electoral presenta un escenario de lo más desfavorable para la clase trabajadora desde la vuelta a la democracia. Es por eso que diferentes organizaciones y partidos políticos abrieron el necesario debate para lograr la unidad.
El rearmado progresista y peronista
A pocos meses de las elecciones generales, que en el caso de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires serán simultáneas con las nacionales, el macrismo cuenta con un aparente núcleo duro de electores y electoras nada despreciable, poniendo al peronismo (su principal competidor en las urnas) en el complejo lugar de rearmarse.
Aunque la historia del peronismo en general, y del Partido Justicialista (PJ) en particular, conoce de manera acabada el rejunte electoral, el profundo distanciamiento que muestran los sectores encabezados por el senador rionegrino Miguel Ángel Pichetto o el gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey, de su otrora líder Cristina Fernández de Kirchner, indica que la mentada unidad del peronismo está distante. Esta situación coloca al PJ en un incómodo lugar de marginalidad (nuevamente).
CFK viene trabajando a diestra y siniestra incluso contra su personalismo, mostrando claros acercamientos a los sectores de la burocracia de la CTA y la CGT (con la cual terminó su mandato muy distanciada) y con algunos sectores del peronismo duro como Felipe Solá, ex funcionario del kirchnerismo y gobernador de la provincia de Buenos Aires en el año 2002. Solá es uno de los máximos responsables políticos de la Masacre de Avellaneda donde asesinaron a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki.
En este contexto, donde abundan los sapos y las traiciones pero se hace necesaria la unidad para derrotar a Macri, se inserta un nuevo actor que es el progresismo, que llega a sumarse a esta variante electoral luego de claudicar en su antiguo horizonte de construir una sociedad sin explotadores ni explotados. Juan Grabois es su referente más mediático, aunque la construcción cuenta con el conjunto del Frente Patria Grande, con sus dos facciones referenciadas en Itaí Hagman (Capital Federal) y Martín Ogando (Nacional).
Todo este armado nace bajo la tutela del establishment, con el Papa Jorge Bergoglio, cómplice durante la última dictadura cívica, militar y clerical en Argentina, y que hoy brinda su apoyo a cambio de la contención de los pañuelos celestes y su corriente anti-derechos. A él se suman el Fondo Monetario Internacional, que se aseguró que esta variante al macrismo no ponga en riesgos sus negocios; la burocracia sindical, que en más de tres años de Cambiemos brillo por su quietismo y acuerdos paritarios a la baja así como la no defensa de los miles de puestos de trabajo en todos los sectores; y, por supuesto, el empresariado nacional e internacional que, incluso durante la década ganada, fueron los grandes victoriosos.
Un llamado urgente
La situación adversa a la que está siendo sometida la clase trabajadora durante la gestión que encabeza Mauricio Macri, sumado a que la alternativa electoral más firme parece ser un rearmado que nace sin un horizonte esperanzador, pone de manifiesto, como nunca antes desde el año 2001, que se requiere de una propuesta política realmente emancipadora.
En ese contexto, el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), una de las fuerzas políticas que integra el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), hizo un llamamiento a la unidad con una convocatoria específica a Luis Zamora, de Autodeterminación y Libertad (AyL), y a “otras fuerzas” en general. El llamado fue bien recibido por Zamora, un referente histórico de la Ciudad pero que ha mostrado muchos límites para esta discusión. Adelantó que analizarían la propuesta que, según dijo, requiere de unidad en todos los frentes y no sólo el electoral.
Dos de los interpelados fueron el Nuevo Mas y el Movimiento Socialista de Trabajadores (MST), quienes en el 2017 se presentaron en paralelo al FIT con el armado electoral Izquierda Al Frente. En el primer caso, respondieron que están a disposición de establecer acuerdos, aunque habrá que esperar la predisposición de ambos lados donde se deberá mostrar la mayor generosidad posible. Algo más complejo es la situación del MST, quien según el FIT deberá revisar sus planteos políticos que han incluido alianzas más cercanas al progresismo y el peronismo.
Finalmente, en este mismo sitio se expresó María del Carmen Verdú, referente de Poder Popular, promoviendo la necesaria y posible unidad desde su espacio político que ya en 2017 había integrado las listas del FIT en C.A.B.A., provincia de Buenos Aires y algunos municipios.
Aún están pendientes los posicionamientos de algunos espacios, tradicionalmente vinculados a este sector, como el Movimiento de los Pueblos que ha mostrado algunos gestos o Pueblo en Marcha que, si bien en 2017 conformó un frente con Proyecto Sur de Pino Solanas, en 2015 había integrado las listas del FIT.
Hacia la unidad real
La unión de los partidos políticos, organizaciones sociales y todos los sectores que persiguen una salida definitiva al Capitalismo es una necesidad histórica. ¿Por qué la unidad de la izquierda es más urgente que nunca?
La arena electoral nunca ha sido (o no debiera ser) la instancia de participación estratégica de todos aquellos espacios que se proponen terminar con este sistema voraz. Sin embargo, las elecciones suelen ser el común denominador de la participación en democracia y, aunque es territorio ajeno, no pueden omitirse.
El hecho de que las organizaciones revolucionarias decidan participar de esta contienda no puede hacerse si no es en la mayor unidad posible y con un programa que realmente se plantee transformar todo. La pobreza crece al igual que la indigencia como resultado del desempleo y la precarización laboral. Falta la comida y sobran las penurias, en un sistema que niega educación y salud pública de calidad.
El gobierno de Mauricio Macri vino a profundizar este rasgo empobrecedor inherente al Capitalismo. Sin embargo, ninguna alternativa tibia o conciliadora puede dar respuestas concretas a estas demandas.
Por esta razón, es fundamental que en las elecciones de este año, de una vez y para siempre, se presente una lista unitaria de la izquierda que levante todos los reclamos de las y los trabajadores, que sea realmente feminista y socialista.
El rasgo que no se debe obviar es la necesidad de que ese programa emancipador sea transversal. La contienda electoral no es la verdadera arena de lucha contra los verdugos del pueblo. Por este motivo, cada vez se hace más necesaria la unidad en los sindicatos, en los puestos de trabajo, en las universidades y en todos los lugares donde haya una demanda del pueblo trabajador.
Es saludable la iniciativa y predisposición de varios espacios de izquierda que se proponen poner en pie una alternativa al gobierno del ajuste y la represión de Cambiemos y a la variante progreperonista que adelanta no meterse con los poderes establecidos, responsables y cómplices de la profunda desigualdad que hay en el país.
La unidad es necesaria y es posible.