Por Carina Lopez Monja (@carinalopezm) / Foto: Analía Cid
En el Congreso Nacional se aprobó la ley para congelar las tarifas, lo que promovió el veto presidencial, que ya estaba anticipado. Al mismo tiempo que esta semana se realiza la Marcha Federal que hoy confluye en la CABA, que visibiliza la gravedad de la emergencia social. En un escenario con blindaje mediático a Macri, promoción de la fuerzas armadas en la seguridad interior y otros detalles.
Pasadas las 3 de la mañana los senadores aprobaron la ley que congelaba las tarifas. Todos los intentos de frenarla hasta última hora fracasaron y ayer a la mañana se confirmó el veto de Macri. La primer conferencia de prensa, con periodistas de Salta y sin preguntas disonantes fue el mejor blindaje mediático para que el presidente vuelva al relato de Duran Barba. Lo que dejó claro el gobierno es que el gradualismo se terminó y que habrá un endurecimiento del ajuste y de la represión a las protestas. Ante esto, cobra fuerza la multitudinaria marcha federal que se expresará hoy en Plaza de Mayo para rechazar de manera contundente el modelo que está destruyendo la economía de todo un pueblo.
Los costos políticos que podría haber evitado
Las conversaciones con gobernadores, la presión a los senadores, los diversos intentos de posponer el tratamiento de la ley o proponer una ley alternativa a la que llegaba con media sanción de diputados cayeron en saco roto cuando el presidente Macri dejo un mensaje grabado donde llamaba al peronismo a “ser responsable” y no seguir “las locuras de Cristina Fernández de Kirchner”. Los intentos por volver a polarizar al conjunto de la sociedad en una identidad K/anti K le jugaron en contra y varios senadores dieron vuelta su voto.
Más allá del discurso del oficialismo que calificó a la ley como irresponsable e inconstitucional, el veto de Macri tiene un costo político importante ya que ha sido criticado por gran parte de la sociedad que hoy debe afrontar nuevos aumentos de transporte, naftas, alimentos que se suman a las tarifas impagables y que está generando una asfixia en la economía de miles de familias en todo el país.
Si las tarifas de energía, gas y agua ya están por fuera de las posibilidades económicas de las mayorías populares, sumar a eso los aumentos en los alquileres y los productos de la canasta básica marca un escenario de emergencia económica que puede agravarse más con el condicionamiento del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la profundización del ajuste.
Salir de las cuerdas.
Paradojas de la vida. Mientras la Agencia estatal de noticias Telam realizaba un paro y un acto con presencia de gran parte de los referentes del mundo social, sindical y político para solidarizarse con los periodistas censurados y despedidos por escribir un cable que no fue del agrado de la dirección, Macri daba la primer conferencia de prensa tras vetar la ley anti tarifazos. El presidente, alimentando el relato de pluralidad de voces, permitía una conferencia de prensa en la provincia de Salta, con 5 o 6 preguntas que parecían hechas por la gente de prensa de Cambiemos reforzando el blindaje mediático y permitiendo que Macri volviera a su relato duranbarbista.
“Nuestro objetivo es crecer y generar oportunidades”, “Hay que seguir haciendo lo que hay que hacer para construir futuro”, “estamos avanzando en la dirección correcta para cada día vivir mejor”, “cuantas más herramientas, más futuro construimos”, “lo bien que estamos trabajando juntos”.
Luego de una decisión que gran parte de la sociedad rechaza (las encuestas expresan la caída de la imagen presidencial y el rechazo al veto de la ley antitarifazo), Macri decidió redoblar la apuesta: dejó claro que el “cambio avanza” y que no hay puntos medios.
“Este es el camino que nos va a llevar al futuro que necesitamos. No podemos dar mensajes contradictorios. O entendimos cuál es el camino o no lo entendimos. Y este gobierno lo entendió, Cambiemos lo entendió y esperamos mostrar que la mayoría lo entendió que esto fue una caída, un lapsus”.
El cambio que avanza
El nuevo vallado en la Plaza de Mayo, la decisión de que las fuerzas armadas colaboren en materia de seguridad interior, el imponente operativo de seguridad de la policía de la Ciudad en el día de anteayer y los palos mientras se negociaba liberar un carril en una jornada de ollas populares previa a la Marcha Federal, entre otros puntos, marcan la decisión del gobierno de responder con represión y no con diálogo a los crecientes y masivos reclamos populares.
El modelo económico y las medidas que va a profundizar el gobierno de Macri con la muerte del gradualismo afectan y castigan a gran parte de la población. Ya no se trata ni siquiera de ganarle con los salarios a la inflación o perder conquistas y derechos adquiridos; la imagen de cientos de jóvenes desocupados haciendo fila en la Rural para conseguir un empleo en la Expo Joven o los dichos de la gobernadora María Eugenia Vidal sobre si era justo llenar la provincia de universidades públicas “cuando nadie que nace en la pobreza llega a la universidad” hablan de un desprecio por el pueblo trabajador y una decisión del macrismo de generar una derrota histórica y disciplinar a los sectores populares que están en lucha, para que el miedo paralice a quienes quieran levantar su voz frente al ajuste.
Los despidos que siguen llegando al Hospital Posadas, la decisión de profundizar la persecución a los delegados y delegadas del Subte y el Premetro, la represión en el INTI y en Cresta Roja son sólo ejemplos de la decisión del macrismo de ir por todo. “El Cambio” precisa dejar afuera a cientos de miles de personas, empujarlas por debajo de la línea de la pobreza y que no haya resistencia. Pero entre los errores que comete, está el de subestimar a un pueblo organizado.
El poder lo tiene la gente
Al criticar a los senadores, Macri dijo: “Que no se equivoquen, el poder lo tiene la gente”.
Lo que parece no querer ver es que la frase también le aplica a él. El 25 de mayo, feriado, millones de personas salieron a la calle para expresar su descontento. El blindaje mediático operó para que no apareciera en las tapas de los diarios y que, siguiendo la polarización preferida del presidente, cuando se hablara del tema se lo denominara “la marcha K”. Miles de personas volvieron a salir a la calle en todo el país en la Marcha federal educativa. En ese caso, los dardos fueron para los gremios docentes, con el blanco preferido de Vidal, el secretario general de SUTEBA, Roberto Baradel. Hoy será el turno de los movimientos sociales. La CTEP, Barrios de Pie, la CCC, el Frente Darío Santillán y el Frente de Organizaciones en Lucha vienen tejiendo en todo el país y con todos los sectores sociales el acompañamiento a esta marcha. Será multitudinaria. Será expresión de la bronca. Será expresión de unidad en rechazo al programa económico del gobierno y a la vuelta al FMI.
Pero lo que está en juego es más que eso. Se trata de lograr que realmente el gobierno no infrinja una derrota histórica al movimiento popular y que se puedan frenar las medidas de mayor ajuste que están por venir. Para eso se precisa mayor unidad. La unidad, siempre deseable, no debe confundirse con subordinación a un proyecto de oposición política que encabecen los mismos de siempre. Pero tampoco pueda cegar el sectarismo y la delimitación, como única política y resguardo. Las organizaciones gremiales, sociales, políticas tienen una responsabilidad importante: hacer todos los esfuerzos para que realmente se logre frenar el ajuste del gobierno, organizar la bronca para que no volvamos al fondo. El proyecto del FMI termina con muerte, ajuste y represión. El pueblo argentina ya lo vivió. Y el poder de la gente puede hacer historia.