Por Gerardo Leclercq
Brasil se encuentra atravesando una crisis política sin precedentes. La situación que atraviesa el gigante sudamericano no es para nada sencilla, ya que consumado el golpe estamos frente a una interrupción democrática en la principal economía del continente. Mientras tanto a nivel regional parece consolidarse un mecanismo de destitución parlamentario contra gobiernos populares.
El golpe parlamentario que sufrió Brasil, tiene un objetivo claro y contundente: la reinstauración del modelo fracasado en los 90. En este caso, el cambio de orientación política se dio de manera forzada ya que mediante elecciones no pudieron lograrlo (como sí sucedió en Argentina). Dejando más que claro que hay una estrategia continental, patrocinada por Estados Unidos, en pos de poner fin a procesos populares.
La situación por la que está pasando Brasil, lamentablemente, no es nueva en la región y cuenta con dos antecedentes. El más inmediato sucedió en 2012, cuando un golpe parlamentario alejó de su cargo, mediante un juicio político, al por entonces presidente del Paraguay Fernando Lugo. El quiebre producido en Paraguay no solo fue democrático, sino que también fue político, ya que desde la destitución de Lugo las políticas desplegadas por la nueva administración son totalmente contrarias a las que se estaban ejecutando hasta el momento del golpe.
Otra circunstancia de iguales características se vivió en Honduras en 2009, cuando el Congreso Nacional, el Tribunal Supremo Nacional y la Corte Suprema de Justicia de Honduras se enfrentaron al presidente Manuel Zelaya, que buscaba realizar un referéndum para modificar la constitución, mediante una asamblea constituyente para permitir el ingreso de Honduras al ALBA (Alianza Bolivariana para las Americas). Mediante un juicio político fue removido de su cargo.
El Golpe Blando, la nueva estrategia de los sectores conservadores
Los métodos de intervención que Estados Unidos despliega a la hora de hacer valer su presencia se actualizan con el paso del tiempo. En décadas anteriores bastaba con una intervención militar directa, como fue el caso de Centroamérica en la década del 80, o para el caso de Latinoamerica mediante el patrocinio de crueles dictaduras militares. Pero hoy en día, los métodos que el país del Norte despliega son mas estilizados.
La doctrina del “golpe blando” fue acuñada por el politólogo y filosofo norteamericano Gene Sharp, que en una de sus obras llamada “La política de la acción no violenta”, expone que toda estructura de poder está basada en la obediencia del sujeto al líder político. De esta forma, si el sujeto no obedece, el líder político no tiene poder. ¿Cómo se logra esto? Mediante una serie de pasos o etapas, que pueden estar jerarquizadas o ser simultáneas:
1° Ablandamiento: promoción de factores de malestar (inseguridad, desabastecimiento, manipulación del dólar).
2° Deslegitimación: acusación de totalitarismo, reclamos libertad de prensa, derechos humanos y corrupción, manipulación de prejuicios ideológicos (comunismo, populismo).
3° Calentamiento de la calle: fomento de conflicto y de todo tipo de protestas, organización de manifestaciones, toma de instituciones públicas, radicalización de la confrontación.
4° Desestabilización: desarrollo de operaciones de guerra psicológica para justificar medidas represivas a fin de generar clima de ingobernabilidad.
5° Fractura institucional: sobre la base de 3° y 4° se obliga la renuncia del presidente.
Esta suerte de “guía” para propiciar la salida forzada de un gobierno democrático, es bien apuntalada por un entramado de medios de comunicación que allanan el terreno de la subjetividad social y de sectores conservadores vinculados al poder judicial, que actúan como “la pata legal” en este tipo de maniobras.
A nivel regional podemos observar una similitud, con las particularidades de cada caso, en este tipo de accionar, dejando claro que hay una acción coordinada que tiene como objetivo la desestabilización de gobiernos de corte popular.
El escenario actual en la Patria Grande indica que hay una contraofensiva de los sectores más concentrados. Es más que claro que Estados Unidos se valió de cualquier tipo de protesta o descontento social para generar clima de inestabilidad, además de apuntalar a los distintos espacios opositores de la región
El golpe a Dilma es una interrupción del proceso democrático en la principal economía de la región y el programa político que se pretende aplicar no es otro que el de la apertura comercial y la privatización. Respecto de la relación bilateral con Argentina, es de esperar una suerte de apuntalamiento mutuo, una retroalimentación entre gobierno de Macri y Temer. Más que nada si tenemos en cuenta que la vinculación económica entre ambos estados es muy estrecha.
El panorama no es para nada alentador y las cartas parece que ya están echadas, solo resta esperar el desarrollo de los acontecimientos.