Por Nadia Fink y Camila Parodi / Fotos por Tadeo Bourbon y Nadia Sur
Después del Paro Internacional de Mujeres y de la multitudinaria marcha a Plaza de Mayo, una mirada reflexiva sobre los puntos sobresalientes que dejó la jornada del 8 de marzo en la Argentina.
Ayer fueron miles. Las hubo sueltas, que llegaron temprano a la Plaza de Mayo. Las hubo en grandes grupos, organizadas tras una bandera en organizaciones sociales, movimientos, partidos políticos, campañas, ya sea contra las violencias o por el pedido del histórico reclamo de las mujeres por el Aborto legal, las hubo como parte de sindicatos, donde se hacen un lugar cada día.
El día anterior, habíamos asistido a una gran movilización donde las bases le reclamaban a los sindicatos anquilosados en el poder, en particular a la cúpula de la Confederación General del Trabajo (CGT), que llamaran al tan postergado paro general contra un gobierno que desoye todas las leyes y convenios laborales.
Por eso ayer se hizo sentir la presencia de mujeres que ya habían realizado el primer paro al gobierno de Cambiemos, precisamente el 19 de octubre de 2016, cuando después del brutal femicidio de Lucía en Mar del Plata la salida a las calles y el cese de actividades decía: “Basta de violencia machista, vivas nos queremos”.
Entonces, ayer se pudieron escuchar consignas como “Nuestros ovarios ya están acá. Pongan los huevos para el paro nacional”, que venía de las miles de docentes de Ademys, o “¡Sí se puede, hacerle un paro a Macri, ya lo hicimos las mujeres!”, que brotaba desde el escenario y volvía desde la Plaza colmada. Dos cuestiones se desprenden de estos cánticos que eran mucho más que eso: que el movimiento de mujeres se viene organizando desde hace muchísimos años en asambleas y desde las bases, por eso lograr un paro llegar a un documento consensuado entre cientos de organizaciones diversas, se da de un modo más horizontal, amplio y discutido que en el caso de las cúpulas burocráticas. Y que se hace evidente que las rápidas reacciones hacia la calle del movimiento de mujeres y hacia la configuración de acciones masivas, empuja necesariamente a desarticular (o a repensar) las construcciones verticalistas y amigas del poder de sindicatos históricos. Algo así como recordar que los actos valen más que las palabras.
Mujeres y trabajadoras
A lo largo de estos meses, las asambleas para organizar lo que sería el paro seguido de marcha de mujeres se caracterizaron por su amplia participación, allí entre tensiones y debates se logró consensuar un documento único que por un lado reflejara esa diversidad pero que también siente una posición unificada del movimiento feminista. Alrededor de las 19 la bandera que encabezaba la multitudinaria marcha ingresó a la plaza de las Madres, llevada por víctimas y sobrevivientes de violencias machistas, como así también referentes de sindicatos, campañas, movimientos, partidos políticos, entre otras.
“Paramos porque somos parte de una historia colectiva e internacional” comenzaba hermanándose con las luchas de los 8 de Marzo que cuentan con un camino recorrido de más de un siglo, como así también con la acción global que se realizaba al mismo tiempo en 52 países. “Paramos” continuaba desde una clave política y feminista “para hacer visible el mapa del trabajo” en voz de las precarizadas, desocupadas, asalariadas que no sólo realizan los trabajos laborales sino que también sostienen el trabajo doméstico en el cotidiano ante un contexto desolador de ajuste por parte del Gobierno de Cambiemos.
Además de las organizaciones sociales o partidos políticos que resultaron convocantes ayer, se vio marchar a trabajadoras de líneas de supermercados (como Coto o Día) que explotan a trabajadoras y trabajadores, pero que se ensañan sobre todo con ellas, con métodos que incentivan, incluso, la competencia y el autoritarismo entre mujeres. También estaban las trabajadoras de Task Solutions, el Call center de Telecom, que contaban, en las voces de Paola y Carina: “Mil quinientas personas se están por quedar sin trabajo. La mayoría son mujeres”. Saben, todas ellas de explotación y de resistencia en el centro mismo del torbellino que nos propone el capitalismo. Y saben también, las mujeres, que cuando se habla de “feminización de la pobreza” significa, ni más ni menos, que cuando empieza a haber pobreza y desocupación las más afectadas son las mujeres: porque se les duplican los laburos afuera y en la casa, porque deben ingeniárselas para alimentar a su familia cada comida, porque los sueldos que primero bajan son los de ellas, porque las horas de trabajo aumentan pero los sueldos no.
Florencia Ramos es integrante del Mujeres Ferroviarias Independientes Bordó de la Línea Sarmiento, y nos contó: “Esta vez no repetimos el error del 19 de octubre donde nuestra medida simbólica fue usar una cinta negra mientras que sólo un grupo decidió parar y salir a la calle. En esta oportunidad nos organizamos en asamblea”. Allí decidieron que cortarían las vías de Castelar y pararon toda la jornada laboral. También un grupo un grupo de Ferroviarias se sumó al “trenazo” realizado por distintas organizaciones de mujeres que desde Lujan fueron subiendo a la misma formación. En este caso, además de todos los pedidos y expresiones contra las violencias, agregó: “luchamos por Paridad de género laboral”, en un contexto donde es muy difícil conseguir puestos históricos de varones como maquinista o guarda.
Abrazadas y políticas
En el escenario, ya se encontraba Liliana Daunes, elegida por la asamblea para compartir ese pronunciamiento político ante las más de 200 mil que seguían llegando. A su lado, la presencia de algunas mujeres acompañaban y resignificaban las palabras que se iban leyendo, entre ellas Norita Cortiñas Madre de Plaza de Mayo-Línea fundadora, como siempre de cuerpo presente; Reina Maraz, luego de haber sido liberada por el feminismo; Alika Kinan, sobreviviente de trata y explotación sexual, como así también referentes de luchas como las de la Campaña por la Libertad de Milagro Sala, AGR, textil Neuquén, Aborto Legal, entre otras.
El documento consensuado, una verdadera denuncia y herramienta de análisis de coyuntura feminista tuvo todo lo que ningún otro movimiento se animó a decir en estos últimos tiempos violentos. Se pidió la separación de la iglesia del Estado, se exigió el aborto legal y la libre decisión sobre los cuerpos en su diversidad, la libertad de las presas políticas del estado patriarcal, la modificación del DNU racista que ataca contra las migrantes. Para finalizar, Norita Cortiñas tomó la palabra y recordando a las y los 30 mil celebró el poder de las mujeres para parar el mundo. Y en ese tono se invocó el comunicado “vamos por un movimiento internacional feminista que revolucione nuestro lugar en el mundo” manifestaron, entre aplausos y gritos esa certeza se hizo palpable “y ahora que si nos ven, abajo el patriarcado y el gobierno se va a caer, arriba el feminismo que va a vencer” celebraron. Pasadas las 23, cuando ya pocas quedaban en la Plaza, se produjo una redada policial, en la que hubo 20 detenidas y detenidos; en un ataque directo contra mujeres que se manifestaron.
Mientras, algunas niñas iban en andas de sus madres, o caminando a la par con carteles. Son el futuro de mujeres que se piensan con otros sentidos de libertad. Y estaban ellas, las más grandes, muchas marchando por primera vez porque las sacudidas feministas de estos últimos años las hicieron repensar su cotidianeidad, la forma en las que se paraban en el mundo, el modo de hacer valer sus derechos.
Así nos contaba Cora, de 55 años: “Es la primera vez que vengo a una marcha por los derechos de las mujeres. Por suerte cada marcha somos más, ahora vine yo también”. Y también Cristina, de 76 años: “Yo creo que necesitamos muchas marchas, que ésta no sea la última, para reafirmar los derechos que conseguimos con tanto sacrificio durante siglos Yo soy bisabuela y tengo la certeza que tanto mis nietos y nietas, como mi hijo y mis hijas, y como mis nietos van a ser feministas. Van a respetar a la mujer, sin olvidarse nunca de que fueron paridos por una mujer, desde el vamos tiene que respetar eso”.
Y afirmó, tan convencida como estuvieron y siguen estando todas las que caminaban ayer enlazadas y con firmeza: “Sigo en la lucha hasta el último día de mi vida”.