Primera parte de la entrevista que Marcha realizó en La Habana a Marco León Calarcá, uno de los voceros de la delegación de las FARC en el diálogo de paz iniciado entre la insurgencia y el gobierno colombiano.
-¿Qué balance hacen del primer encuentro con el gobierno, en Noruega, en el comienzo formal de la mesa de diálogo?
-Lo de Oslo fue el inicio de una nueva etapa de este proceso, que comprende los encuentros exploratorios que duraron alrededor de seis meses. Tenemos un acumulado que permite ver que hemos transitado un camino correcto, con muchas dificultades pero que hemos logrado superarlas. Hay muchas interpretaciones en relación a las intervenciones, a la posición de las FARC, en el sentido de que todavía hay sectores, sobre todo de la prensa, que no logran comprender cuál es la realidad de nuestro país, que siguen pensando que las FARC somos una organización derrotada, que este proceso es para claudicar, que estamos ansiosos por entregar las armas. Y la realidad no tiene nada que ver con eso. Nosotros estamos dispuestos a trabajar por la paz, a eso hemos venido, pero esa paz tiene que pasar por resolver las causas de la guerra. El tema de las armas para nosotros no es prioritario, porque nosotros no somos guerreristas por principios, ni nos gusta la guerra, nunca hemos pensado que la guerra es el fin, sencillamente es una opción en la medida que no hubo otra posibilidad en Colombia de hacer política de oposición, de hacer política revolucionaria, de intentar cambios, porque la oligarquía colombiana se caracteriza por ser sumamente reaccionaria y violenta. De tiempos inmemoriales ha utilizado el asesinato como arma política y eso es lo que decimos que ante todo debe cambiar.
Si es posible resolver los grandes problemas del país, si podemos hablar que estamos en dirección a una democracia popular, si podemos hablar que estamos en dirección a vivir dignamente del trabajo, que estamos en dirección a una patria soberana, si podemos hablar de eso las armas no serán necesarias y nosotros transitaremos ese camino. Pero si no es posible eso, si lo que pretenden algunos es que tiremos sencillamente los fusiles al fogón y ya, vamos a repetir historias anteriores que han sido muy dolorosas. Entonces decimos no, cuando las armas no se necesiten será porque hay otras condiciones, y esas condiciones son las que pretendemos discutir en la mesa de diálogo.
Entonces lo que aparentemente fue un discurso muy fuerte nuestro, nosotros decimos que no fue un discurso fuerte, fue un discurso realista. Nada de lo que dijimos las FARC en el discurso pronunciado por el Comandante Iván Márquez está por fuera de la realidad, y nada de lo que dijimos tampoco está por fuera de lo acordado.
-En ese primer encuentro también se evidenciaron desacuerdos profundos en cuanto a lo que será la agenda del proceso, sobre todo con el rechazo del gobierno a poner en discusión el modelo económico y la situación estructural del país. ¿Qué lectura hacen de ese posicionamiento y qué puede implicar para el futuro del diálogo?
-Hace poco más de dos años para el establishment colombiano nosotros no existíamos, decían que ya se había acabado el conflicto. Les tocó reconocer el fracaso en su propósito de exterminar físicamente a la guerrilla, el fracaso de sus planes militares. Ellos necesitan la paz pero el concepto de paz es diferente al concepto de paz que manejamos nosotros, que responde a los intereses de las mayorías, paz con justicia social. Entonces ese el problema: ellos quieren avanzar en la economía extractiva que les ha impuesto el neoliberalismo y nosotros decimos que el avance económico del país pasa por resolver los problemas gente; no puede ser un país que en las cifras de la macroeconomía es un país pujante, pero en la realidad es el país más inequitativo en Nuestra América, porque todas esas cifras macroeconómicas son los beneficios de las trasnacionales, no los beneficios de los colombianos. Esa es la gran discusión.
En el discurso de De la Calle (jefe de la comisión del gobierno) vimos algunas imprecisiones: ¿Cómo plantearse que el modelo económico no está en discusión? No entiende uno cómo puede resolver el punto del desarrollo agrario integral (primer punto acordado a discutir) sin tocar el modelo económico, no entiende uno cuando él habla de que esta comisión del gobierno no está mandatada para tratar el tema del ELN, si expresamente en el preámbulo del acuerdo se plantea que estamos llamando al ELN para el propósito de la paz, independientemente de que sea este u otro proceso o una mesa aparte, eso lo define el ELN y su soberanía, pero estamos animándolos al propósito de la paz y ellos han manifestado desde hace tiempo que también buscan este objetivo. Eso está explicito en el acuerdo general y él lo niega.
Entonces, repito, usted no puede cambiar la estructura del campo, plantearse que va a resolver los problemas de la tierra, sin tener en cuenta que eso necesariamente tiene que afectar el modelo económico, no puede acondicionar simplemente el campo para el desarrollo del neoliberalismo porque ahí no resuelve ningún problema, los agudiza.
Esa es la discusión. Y es tan dura la discusión que estamos en guerra, llevamos casi 50 años nosotros como FARC, más de 60 en el país, de enfrentamiento militar entre el pueblo organizado y ese Estado que pretende que no existen los problemas de la gente. Entonces si estamos en una guerra pues la discusión en la Mesa es dura porque son posiciones bastantes contradictorias que nos han llevado a esta confrontación. Ahora, ¿el trabajo es cuál? El trabajo es encontrar soluciones, y para eso estamos aquí.
-Ahora bien, la oligarquía colombiana ha demostrado históricamente muy poca voluntad para ceder. ¿Cuál sería el piso mínimo de concesiones por parte del gobierno que ustedes aceptarían para seguir avanzando en el proceso de paz?
-Eso es lo que vamos a empezar a ver a partir del 15 de noviembre cuando entremos a discutir los diferentes puntos de la agenda. Nosotros consideramos que no es una posición de fuerza, es una posición de la razón, de la lógica, y para eso nosotros confiamos en la fuerza del movimiento popular, porque no es un problema de las FARC, es un problema del pueblo colombiano, nosotros no vamos a resolver problemas de guerrilleros o de guerrilleras de las FARC, vamos a resolver los problemas del país, de las mayorías, y en la medida que se resuelvan esos problemas nosotros tendremos resueltos nuestros problemas.
Fíjate que en el mundo hay gobiernos de un corte tal vez más reaccionario que el colombiano, pero no hay guerra porque no asesinan a la gente. Los están matando por la aplicación de las políticas neoliberales, los están matando de hambre, de falta de trabajo, los están matando porque no tienen viviendas. Pero en Colombia además de eso viene la represión y viene la violencia física, las armas. Un punto esencial es cambiar la doctrina militar: es dejar de ver al que protesta, al inconforme, como objetivo militar, ese es un punto inicial. Y lo otro es, si es un país rico en recursos, si está produciendo tanto, necesariamente debe beneficiarse al pueblo, a la mayoría, no puede ser que esa riqueza sea para los bolsillos de unos poquiticos.